2000–2009
Jesús, en la corte celestial
Abril 2004


Jesús, en la corte celestial

El Evangelio es verdadero; lo sé; soy testigo de él.

Estoy ante ustedes con un corazón humilde, un corazón que está lleno de amor por esta obra, y por ustedes que están presentes y los que nos escuchan. En nuestra conferencia de hace seis meses, estuve de pie aquí junto al presidente Gordon B. Hinckley, quien me animó a que los saludara con la mano, lo cual requirió de toda mi energía. Algunas personas me dijeron que pensaron que me estaba despidiendo; pero he venido hoy día para indicarles y decirles que he regresado y que nadie me está ayudando a levantar el brazo.

Reconozco el poder de la oración, de la fe y de la devoción, y de preciosos testigos de los cielos. De modo que estoy aquí hoy sólo para dar mi testimonio y saludarles, y con la esperanza de que para la siguiente conferencia esté totalmente sanado y pueda hacer lo que se me pida.

Dios vive; Él es nuestro Padre: nuestro Padre Celestial.

Eliza R. Snow, quien compuso algunas piezas de nuestra música famosa, en especial la música para la Santa Cena, escribió estas palabras:

Jesús, en la corte celestial,

Mostró Su gran amor…

Piensen en eso unos instantes; porque nosotros estuvimos allí.

Jesús, en la corte celestial

mostró Su gran amor

al ofrecerse a venir

y ser el Salvador.

(“Jesús, en la corte celestial”, Himnos, Nº 116.)

Nosotros elegimos venir aquí a la tierra y nos encontramos reunidos en este vasto auditorio, en el que nos podemos dirigir la palabra unos a otros y dar fe y testimonio. Les aseguro que en las noches en las que no he podido dormir, cuando uno trata de solucionar todos los problemas y determinar cosas nuevas que se tienen que hacer, yo he tenido esos pensamientos celestiales que nos elevan. Dios nuestro Padre Celestial nos ama y nosotros debemos amarle a Él. Él escogió a Su Hijo para que viniese a la tierra para traer el Evangelio de Jesucristo, cuyo nombre lleva esta Iglesia y de quien damos testimonio. Es un honor ponerme de pie y dar testimonio hoy día de la fundación de esta Iglesia y de nuestro amor por el presidente Hinckley, quien nos guía en la actualidad.

El Evangelio es verdadero; lo sé; soy testigo de él. En el nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Amén.