2000–2009
La Expiación puede purificarnos, reivindicarnos y santificarnos
Octubre 2006


La Expiación puede purificarnos, reivindicarnos y santificarnos

La expiación de Jesucristo está al alcance de cada uno de nosotros. Su expiación es infinita.

En Idaho Falls, Idaho, hay un hermoso aeropuerto. Uno de los más grandes de la región, este aeropuerto permite un acceso fácil a la parte alta del valle del río Snake. Recuerdo que de joven regresé de Chile a este mismo aeropuerto y saludé a mi familia después de haber prestado servicio misional por dos años. Escenas similares han tenido lugar miles de veces en este aeropuerto al responder los santos fieles al llamado de servir. Esa es una parte útil e integral de la ciudad y de la región.

Cerca del aeropuerto se encuentra otra parte útil y hermosa de la ciudad: el parque Freeman. El río Snake corre a lo largo de este parque por más de tres kilómetros, donde hay también un camino para peatones que lo cruza y que bordea el río por varios kilómetros.

El parque Freeman cuenta con varias hectáreas de verde césped, con canchas de béisbol y de softball, con columpios para los niños, con lugares techados y con mesas para reuniones familiares, y bellos caminitos bordeados de árboles y arbustos para que se paseen las parejas. Desde el parque, mirando río abajo, uno puede ver el majestuoso Templo de Idaho Falls, blanco y puro, asentado en terreno elevado. El sonido de las aguas tumultuosas del río Snake abriéndose paso a través de los afloramientos de lava natural, hace de este parque un sitio muy atractivo. Es uno de mis lugares preferidos para caminar con mi esposa, Lynette; descansar, contemplar y meditar; es muy tranquilo e inspirador.

¿Por qué hablo del aeropuerto regional y del parque Freeman de Idaho Falls? La razón es que ambos se construyeron sobre el mismo tipo de terreno; estos dos lugares tan hermosos y útiles se habían empleado anteriormente como basureros públicos.

Un basurero municipal es donde la basura se entierra entre capas de tierra. Según la definición del diccionario Webster, un basurero es: “un sistema que se emplea para deshacerse de la basura, enterrando los residuos entre capas de tierra con el fin de rellenar un terreno bajo” (Merriam-Webster’s Collegiate Dictionary, 11 ed., 2003, pág 699).

Otra definición de un basurero municipal o público es “un lugar donde la basura se entierra y se reivindica el terreno”. La definición de reivindicar es: “liberar de una conducta equivocada o incorrecta,… rescatar de un estado indeseable” (pág. 1039).

He vivido en Idaho Falls casi toda mi vida, y he contribuido con una gran cantidad de basura a esos basureros por más de cincuenta años.

¿Qué pensarían los gobernantes de la ciudad si me apareciera un día con una escavadora en una de las pistas del aeropuerto de Idaho Falls o en medio de campos de césped del parque Freeman y empezara hacer hoyos grandes? Y si me preguntaran qué estoy haciendo, les diría que quiero sacar toda la basura que he acumulado durante años.

Pienso que me responderían que no habría forma de que yo pudiera determinar cuál es mi basura y que ésta se ha reivindicado y enterrado hace mucho tiempo. Estoy seguro de que me dirían que no tengo ningún derecho de escarbar para sacarla, y que destruiría algo muy hermoso y útil que ellos habían hecho de mi basura. En conclusión, no creo que estuvieran muy complacidos conmigo. Supongo que ellos se preguntarían por qué alguien quería destruir algo tan bello y útil al intentar sacar basura vieja.

¿Es posible rescatar una vida que por falta de autocontrol se ha contaminado con tanta basura que parece imposible que ésta pueda obtener el perdón? ¿Y qué tal de alguien que está haciendo un esfuerzo honrado, pero que ha vuelto a caer tantas veces en el pecado que siente que no hay modo de quebrar ese círculo vicioso? O, ¿de aquella persona que ha cambiado su vida pero que no puede perdonarse a sí misma?

Al hablar de la expiación de Jesucristo, el profeta Alma enseñó al pueblo de Gedeón:

“Y él saldrá, sufriendo dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases; y esto para que se cumpla la palabra que dice: Tomará sobre sí los dolores y las enfermedades de su pueblo.

“Y tomará sobre sí la muerte, para soltar las ligaduras de la muerte que sujetan a su pueblo; y sus enfermedades tomará él sobre sí, para que sus entrañas sean llenas de misericordia, según la carne, a fin de que según la carne sepa cómo socorrer a los de su pueblo, de acuerdo con las enfermedades de ellos.

“Ahora bien, el Espíritu sabe todas las cosas; sin embargo, el Hijo de Dios padece según la carne, a fin de tomar sobre sí los pecados de su pueblo, para borrar sus transgresiones según el poder de su redención; y he aquí, éste es el testimonio que hay en mí” (Alma 7:11–13).

Al hablar también de la Expiación, Jacob, el hermano de Nefi, enseñó: “Por tanto, es preciso que sea una expiación infinita, pues a menos que fuera una expiación infinita, esta corrupción no podría revestirse de incorrupción. De modo que el primer juicio que vino sobre el hombre habría tenido que permanecer infinitamente. Y siendo así, esta carne tendría que descender para pudrirse y desmenuzarse en su madre tierra, para no levantarse jamás” (2 Nefi 9:7).

La expiación de Jesucristo está al alcance de cada uno de nosotros. Su expiación es infinita y se aplica a todos, incluso a usted, ésta puede purificar, reivindicar y santificar; incluso a usted. Eso es lo que infinito significa: total, completo, todo, para siempre. El presidente Boyd K. Packer ha enseñado: “No existe ningún hábito, ni adicción, ni rebelión, ni transgresión, ni apostasía, ni crimen exento de la promesa de un perdón completo. Esa es la promesa de la expiación de Cristo” (véase, “La luminosa mañana del perdón”, Liahona, enero de 1996, pág. 22).

De la misma manera que un basurero requiere una labor y una atención dedicadas, la aplicación laboriosa de capa tras capa de relleno con el fin de reivindicar las tierras bajas, nuestra vida también requiere del mismo cuidado, la aplicación continua de capa tras capa del don sanador del arrepentimiento.

De la misma forma que los líderes de la ciudad de Idaho Falls se sentirían muy mal de que una persona tratara de sacar su basura vieja, nuestro Padre Celestial y Su Hijo Jesucristo sienten un gran dolor cuando escogemos permanecer en el pecado, siendo que el don del arrepentimiento hace posible que por medio de la expiación seamos puros, reivindicados y santificados.

Si aceptamos agradecidos y utilizamos ese don preciado, podemos disfrutar de la belleza de una vida útil, la que Dios ha reivindicado mediante Su amor infinito y la expiación de Su Hijo y nuestro hermano Jesucristo.

Testifico que Jesús es el Cristo, el hijo del Dios viviente, que Su expiación es real y que por medio del milagro del perdón, Él puede hacer que cada uno de nosotros sea puro nuevamente, incluso usted. En el nombre de Jesucristo. Amén.