2000–2009
La mejor inversión
Abril 2008


La mejor inversión

Si siempre pagan un diezmo íntegro, el Señor les bendecirá. Será la mejor inversión que hagan.

Cuando era joven, uno de nuestros vecinos tenía una manada de vacas lecheras. Una de ellas murió dejando desamparado a un ternero, y él me lo regaló. Yo lo cuidé, le di de comer y lo crié. El día que mi padre lo llevó al corral para venderlo fue un día de sentimientos encontrados para mí; me había encariñado con el ternero, pero al mismo tiempo esperaba con ansia la recompensa de mi trabajo. Lo único que había pedido era que el dinero de la venta me lo dieran en dólares de plata. Recuerdo que mi padre regresó a casa esa noche y me dio 20 dólares de plata. El dinero escaseaba y yo pensaba que tenía todo el dinero del mundo. Conté, admiré y lustré cada moneda con cuidado. Cuando llegó el domingo, con renuencia puse dos de las lustrosas monedas en mi bolsillo para pagar los diezmos. Aun cuando fue difícil entregar mis preciados dólares de plata al obispo, todavía recuerdo lo bien que me sentí al obedecer al Señor.

De camino a casa, mi madre me dijo lo orgullosa que estaba de mí. Luego dijo: “Tu abuelo siempre nos dijo que si pagábamos fielmente un diezmo íntegro el Señor nos bendeciría y que sería la mejor inversión que podríamos hacer”.

Mi abuelo comprendía que “hay una ley, irrevocablemente decretada en el cielo antes de la fundación de este mundo, sobre la cual todas las bendiciones se basan; y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa”1. El diezmo es un mandamiento de Dios y, cuando obedecemos Su ley, Él está obligado a bendecirnos. Aun siendo un niño de siete años, eso es algo que yo comprendía. El presidente Thomas S. Monson, al hablar de las leyes de Dios dijo: “Si las violamos sufriremos las consecuencias eternas; si las obedecemos, obtendremos gozo perpetuo”2.

Recordarán que cuando a Israel se le reprendió por haber robado a Dios, el pueblo preguntó: “¿En qué te hemos robado?”. La respuesta fue: “En vuestros diezmos y ofrendas” y luego se les prometió a los israelitas que si obedecían Su ley del diezmo, tendrían derecho a recibir Sus bendiciones. El Señor dijo: “Traed todos los diezmos al alfolí… y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”3.

El Señor le pidió a Israel que lo probaran, que lo pusieran a prueba, que tuvieran fe en Él para que Él pudiera cumplir la promesa que les había hecho. El mismo mandamiento y la misma promesa están en vigor hoy. Si obedecemos la ley del diezmo, la promesa del Señor se cumplirá: las bendiciones vendrán, tanto temporales como espirituales, de acuerdo con la sabiduría y el tiempo del Señor.

Mi esposa Joan y yo hemos tenido el privilegio de vivir en varias partes del mundo entre personas maravillosas que dependen a diario del Señor para sus necesidades temporales más básicas. Aquellos que ejercitan su fe y pagan los diezmos testifican que las ventanas de los cielos están abiertas para ellos. Recuerdo a un fiel padre de las Filipinas decir que un domingo pagó sus humildes diezmos al obispo y luego llevó a sus hijos de regreso a casa sabiendo bien que no habría comida para ellos. Mientras caminaban a casa, un enorme fruto del árbol del pan cayó frente a ellos. De inmediato miró hacia arriba y agradeció a Dios por abrir las ventanas de los cielos y enviarle un fruto para alimentar a sus hijos.

Vivimos en tiempos de una economía difícil; sin embargo, si miramos hacia atrás, a lo largo de los años, podemos ver que ha habido y continuará habiendo épocas de relativa prosperidad y épocas de incertidumbre económica. Pero a pesar de las circunstancias en las que nos encontremos, si primero pagamos nuestra obligación hacia el Señor y luego usamos sabiduría y buen juicio, el Señor nos ayudará a administrar los recursos que Él nos ha dado.

El presidente Heber J. Grant dijo: “Deseo decirles que si son honrados con el Señor y pagan los diezmos y guardan los mandamientos, Él no sólo les bendecirá con la luz y la inspiración de Su Santo Espíritu, sino que serán bendecidos económicamente; podrán pagar sus deudas y el Señor derramará bendiciones temporales sobre su cabeza en gran abundancia”4.

En 1936, en medio de la Gran Depresión de los Estados Unidos, cuando la gente luchaba por llegar hasta el fin de mes, el élder John A. Widtsoe amonestó a los santos a que pagaran los diezmos para recibir las bendiciones espirituales. Dijo: “La obediencia a la ley del diezmo… trae un profundo gozo interior… que no se puede obtener de ninguna otra forma… Los principios que provienen de la verdad llegan a ser más claros… La oración se hace más natural… El sentido espiritual se agudiza [y]… el hombre se llega a parecer más a su Padre Celestial”5.

Una madre en África Occidental compartió su testimonio del diezmo. Tenía un puesto en un mercado y todos los días llegaba a casa, separaba sus diezmos y los ponía en un lugar especial. Luego el domingo, fielmente, se los llevaba a su obispo. Nos dijo cómo había prosperado su negocio y cómo su familia había sido bendecida con salud, fuerza y suficiente comida. Luego, con lágrimas en los ojos dijo: “Pero la mayor bendición de todas es que mis hijos aman al Señor y que somos una familia eterna”.

Esta humilde madre comprendía que una de las grandes bendiciones de pagar un diezmo íntegro es el privilegio de entrar en la casa del Señor y participar de las ordenanzas sagradas que permiten que las familias puedan ser eternas.

Cuando pagamos el diezmo con fe, el Señor en verdad abrirá las ventanas de los cielos y derramará sobre nosotros una bendición hasta que sobreabunde. Quiero que cada uno de ustedes sepa, y en especial mis hijos y mis nietos, que yo sé, tal como lo sabía mi abuelo, que si siempre pagan un diezmo íntegro el Señor les bendecirá. Será la mejor inversión que hagan. De ello testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.

  1. D. y C. 130:20.

  2. Pathways to Perfection: Discourses of Thomas S. Monson, 1973, pág. 126.

  3. Malaquías 3:8, 10.

  4. En Conference Report, abril de 1898, pág. 16.

  5. “Tithing Testimonies of Our Leaders”, Deseret News, 16 de mayo de 1936, Sección de la Iglesia, pág. 5.