2000–2009
No vamos a ceder, no podemos ceder
Abril 2008


No vamos a ceder, no podemos ceder

Vive de acuerdo con tus normas; defiende tus creencias.

Junto a cada uno de ustedes, con gratitud, sostengo la voluntad de Dios para Su pueblo. Gracias presidente Monson por la pureza de su corazón.

Cuando el joven José Smith dijo la verdad sobre su sagrada experiencia en la arboleda, lo persiguieron y lo maltrataron. El adversario usó la burla como arma en contra de él. “No era yo sino un muchacho desconocido… sin embargo, los hombres de elevada posición se fijaban en mí lo suficiente para agitar el sentimiento público en mi contra y provocar con ello una encarnizada persecución”1.

José creció en paciencia, templanza y fe, a pesar de la presencia de enemigos en todas partes. En las propias palabras de José: “… hombres malos e insidiosos se han combinado para destruir al inocente… a pesar de ello, el glorioso Evangelio en su plenitud se está extendiendo2. “Ninguna mano impía puede detener el progreso de la obra” 3.

Aun hoy existen aquellos que no comprenden nuestra doctrina y ponen en duda los valores inalterables que se nos invita a seguir.

Mi joven amigo, Ethan, le hizo a su madre una pregunta muy seria. Como la mayoría de los adolescentes, quiere ser independiente, autosuficiente y estar rodeado de buenos amigos; está tratando de elegir correctamente por sí mismo. Es muy valeroso, trata de sacar buenas notas y estudia las Escrituras a diario. Como todos los jóvenes, Ethan enfrenta enormes tentaciones; en los pasillos de la escuela, en internet, en las películas y en la música. Están en el lenguaje vulgar y en la ropa provocativa. Muchas veces, a lo que es malo se le da la apariencia de bueno. La ansiedad y el temor al rechazo es algo común entre los adolescentes. La presión de los amigos muchas veces es abrumadora. Ethan se sentía bombardeado por valores contradictorios.

Esto es lo que le preguntó a su madre: “¿Mamá, tengo que rebajar mis normas para conservar mis amigos?”.

Es una pregunta profunda que cada uno de nosotros debe considerar en todas las etapas de nuestra vida. ¿Estamos rebajando nuestras normas para sentirnos parte de nuestro vecindario? ¿Estamos cambiando nuestros valores para adaptarlos a la situación de trabajo o para ser populares en la escuela?

La amorosa madre de Ethan le respondió con un rotundo “No”.

Yo también, respondo con firmeza: “No lo hagas, Ethan. Nunca olvides que eres hijo de Dios y que Él te ama. Vive de acuerdo con tus normas; defiende tus creencias. A veces no es fácil y tal vez estés solo por un tiempo. Busca amigos con integridad y carácter, luego, agradéceles su ejemplo. Tal vez encuentres a alguien que se ha sentido tan solo como tú. Ora para recibir guía y protección del Señor; Él te sostendrá; llegará a ser un amigo confiable y descubrirás que tu ejemplo atraerá muchos amigos que adquirirán valor gracias a tu fortaleza de carácter”.

Nefi nos enseñó un principio poderosamente sencillo al relatarnos el sueño de su padre acerca del árbol de la vida. Describió un sendero estrecho y angosto que conducía a un árbol y a un edificio grande y espacioso. El edificio estaba lleno de personas que vestían ropa excesivamente fina y moderna. Todos se hallaban en actitud de estar burlándose y señalando con el dedo a los que estaban comiendo del fruto. Estaban tratando de desviar a la gente del sendero para que entraran en el edificio. Aparentemente, la gente en el edificio se estaba divirtiendo mucho; ¡qué imagen imborrable de tentación! En las palabras del élder Neal A. Maxwell: “…la risa del mundo es meramente soledad tratando patéticamente de restablecer su propia confianza”4.

“Y grande era la multitud que entraba en aquel singular edificio… señalaban con dedo de escarnio a mí y también a los que participaban del fruto; pero no les hicimos caso5.

Allí, al final del versículo está el poderoso principio de Nefi, una respuesta para la indeseable presión de los amigos: “Pero no les hicimos caso”.

Hace poco, el presidente Packer ha hecho hincapié en ese principio guía: “No obstante cuán diferentes parezcamos para el mundo, no obstante lo ridiculizadas que sean nuestras normas, no obstante cuánto sucumban… otras personas, nosotros no vamos a ceder, no podemos ceder”6.

¿Reconocemos la tentación cuando está tan bien camuflada?

¿Estamos dispuestos a luchar la batalla impopular?

Pablo nos advirtió con claridad que no debemos ser “como los que quieren agradar a los hombres, sino [ser] como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios”7.

El momento ha llegado en el que debemos adoptar una postura firme. Debemos reforzar nuestro sostén espiritual, escuchar a los profetas de Dios y seguir sus consejos.

Pablo le dijo a Timoteo: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor”8.

Tomar buenas decisiones aun cuando otros a nuestro alrededor escojan algo diferente requiere valor. Al tomar decisiones correctas día a día, en las cosas pequeñas, el Señor nos fortalecerá y ayudará a escoger lo correcto en tiempos más difíciles.

Las enseñanzas y los valores que más atesoramos no son aceptados por el mundo secular. Para mantener una postura firme para nosotros y para nuestros hijos, el mensaje del Evangelio restaurado debe estar firmemente arraigado en nuestro corazón y debemos enseñarlo en nuestro hogar.

Abinadí, un profeta nefita, como se registra en unas pocas páginas de gran poder en Mosíah, nos enseña lecciones eternas que responden perfectamente a los desafíos del siglo XXI.

Abinadí era un hombre de valor inquebrantable que defendió la verdad cuando era impopular hacerlo. Al llamar al arrepentimiento con valor al pueblo, sabía que su vida estaba en peligro. Usando la imaginación pueden ver la fascinante escena de Abinadí a quien se acaba de condenar a pena de muerte. Tenía la oportunidad de salvarse si negaba su fe y testimonio pero más bien proclamó sin temor: “Te digo que no me retractaré de las palabras que te he hablado concernientes a este pueblo, porque son verdaderas”9.

Quizás no tengamos que perder la vida en defensa de la verdad, pero podemos, como lo hizo Abinadí, mantenernos erguidos, y con todo el corazón y la energía proclamar con valor que Jesucristo es nuestro Salvador. Él fue y es el Hijo del Todopoderoso. Él vive y nos ama.

Si lo seguimos, seremos capaces de hacer sacrificios y guardar nuestros convenios. El Señor nos ha dicho: “Así que, no temáis, rebañito; haced lo bueno; aunque se combinen en contra de vosotros la tierra y el infierno, pues si estáis edificados sobre mi roca, no pueden prevalecer… Elevad hacia mí todo pensamiento; no dudéis; no temáis”10.

Debemos fortalecernos. Esa fortaleza espiritual segura se encuentra en una palabra: Jesucristo. De Él testifico con humildad, en el nombre de Jesucristo. Amén

  1. José Smith–Historia 1:22.

  2. History of the Church, tomo II, pág. 22.

  3. History of the Church, tomo IV, pág. 540.

  4. “Límpianos de toda iniquidad”, Liahona, octubre de 1986, pág. 41.

  5. 1 Nefi 8:33.

  6. “El estandarte de la verdad se ha izado”, Liahona, noviembre de 2003, pág. 26.

  7. Efesios 6:6.

  8. 2 Timoteo 1:7–8.

  9. Mosíah 17:9.

  10. D. y C. 6:34, 36.