2000–2009
Las responsabilidades del sacerdocio
Abril 2009


Las responsabilidades del sacerdocio

Como poseedores del sacerdocio, podemos ser una poderosa influencia en la vida de los demás.

Élder Andersen, de parte de los Setentas, me gustaría decirle que le queremos y le sostenemos con nuestro corazón y fe.

Mis queridos hermanos, es un privilegio sagrado ser parte de las reales huestes del Señor1. Me siento humilde al estar ante ustedes, y los imagino reunidos en diversos lugares del mundo.

En la reunión mundial de capacitación de líderes del 21 de junio de 2003, el presidente Gordon B. Hinckley nos enseñó que como poseedores del sacerdocio tenemos una responsabilidad cuatripartita. Él dijo: “Cada uno de nosotros tiene una responsabilidad cuatripartita. Primero, la responsabilidad para con nuestra familia. Segundo, la responsabilidad para con nuestro empleador. Tercero, la responsabilidad para con la obra del Señor. Cuarto, la responsabilidad para con nosotros mismos”2.

Esas cuatro áreas de responsabilidad son vitalmente importantes.

El presidente Hinckley dijo: “Es fundamental que no desatiendan a su familia. Nada de lo que tienen es más valioso”3.

Como padres, nuestra responsabilidad es dirigir a la familia en la oración familiar diaria, el estudio diario de las Escrituras y la noche de hogar. Debemos establecer prioridades y preservar esas oportunidades de edificar y fortalecer los cimientos espirituales de nuestra familia. El presidente Hinckley dijo: “Procuren que nada lo obstaculice. Considérenlo sagrado”4.

Hablando de la noche de hogar, dijo: “Sea para ustedes sagrada la noche del lunes para la noche de hogar”5.

Al igual que los padres, los hijos también tienen cosas que exigen su tiempo en todo aspecto de su vida. Tienen actividades en la Iglesia, en la escuela y con los amigos. Muchos de nuestros hijos asisten a escuelas en las que son una minoría y, con frecuencia, hay eventos escolares los lunes por la noche. Actividades como deportes, prácticas y ensayos, coros y otras actividades. Debemos mantener el lunes por la noche libre de compromisos para llevar a cabo la noche de hogar. No hay otra actividad más importante para la familia.

Es durante la noche de hogar y otras situaciones familiares que preparamos a nuestros hijos para recibir las bendiciones del Señor. El élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce, dijo: “Es nuestra la responsabilidad de asegurarnos de que llevemos a cabo la oración familiar, el estudio de las Escrituras y la noche de hogar. Es nuestra la responsabilidad de preparar a nuestros hijos para que reciban las ordenanzas de salvación y de exaltación”6.

La noche de hogar es una oportunidad muy especial para fortalecernos a nosotros mismos y a cada miembro de la familia. Es importante que todos los miembros de la familia tengan una asignación. Un niño podría compartir la lección de la Primaria que tuvo el domingo anterior. La noche de hogar fortaleció la fe y el testimonio de mi propia familia.

El estudio diario de las Escrituras es otra actividad familiar importante. Recuerdo cuando mi hijo tenía siete años. Una noche había tormenta y se cortó la luz de casa mientras él se duchaba. Mi esposa le dijo que terminara rápido, y que luego tomara una vela y bajara lentamente para efectuar la oración familiar. Le advirtió que tuviera cuidado de no dejar caer la vela en la alfombra porque podría causar un incendio y la casa podría quemarse. Varios minutos después, bajó las escaleras con la vela en una mano y las Escrituras en la otra. Su mamá le preguntó por qué traía las Escrituras, y él contestó: “Mamá, si la casa se quema, ¡tengo que salvar mis Escrituras!”. Supimos que nuestro esfuerzo para ayudarlo a amar las Escrituras se había sembrado en su corazón para siempre.

En cuanto a la responsabilidad que tenemos con nuestro empleador, el presidente Hinckley dijo: “Tienen una obligación. Sean honrados con su empleador. No realicen trabajo de la Iglesia en el tiempo remunerado por él”7.

También nos recordó que nuestro empleo nos permite velar por nuestra familia y ser siervos eficaces en la Iglesia.

Los poseedores del sacerdocio tienen muchas responsabilidades y asignaciones. Tenemos oportunidades de visitar, entrevistar, enseñar y servir a las personas. Es nuestra la sagrada responsabilidad de edificar a los miembros de la Iglesia y ayudar a fortalecer su fe y su testimonio del Salvador Jesucristo. Tenemos oportunidades de velar por las familias a las que servimos como maestros orientadores, de enseñar a los miembros a proveer para sí mismos, para su familia, y para los pobres y necesitados a la manera del Señor. Los poseedores del sacerdocio tienen la responsabilidad de motivar a los jóvenes a prepararse para servir honorablemente en misiones de tiempo completo y para casarse en el templo8.

El presidente Ezra Taft Benson enseñó: “Los poseedores del sacerdocio deben velar por los miembros de su quórum y sus familias valiéndose del programa de orientación familiar”9.

Debemos preocuparnos por cada miembro de la Iglesia por quien tengamos responsabilidad. La orientación familiar es una de nuestras grandes responsabilidades.

Como padres, también tenemos la sagrada responsabilidad de ser un ejemplo digno para los hijos para ayudarles a ser mejores padres y líderes de su propio hogar. Cito al élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce: “Pedimos a todos los líderes del sacerdocio, en especial a ustedes, padres, que preparen a sus hijos. Prepárenlos tanto espiritual como temporalmente, para lucir y actuar como siervos del Señor”10.

Cuando recibimos el sacerdocio, hacemos un convenio eterno de servir a los demás11. Como poseedores del sacerdocio, podemos ser una poderosa influencia en la vida de los demás.

El presidente Thomas S. Monson nos recordó: “Cuán afortunados y bendecidos somos de ser poseedores del Sacerdocio de Dios…

“‘…Siempre tengan presente que la gente espera dirección de ustedes y que están influyendo en la vida de las personas para bien o para mal y esa influencia se sentirá en las generaciones por venir’”12.

Nuestro ejemplo siempre se manifestará muy fuerte. En mis años como miembro de la Iglesia, he recibido la influencia del ejemplo de muchos líderes y miembros de la Iglesia. Recuerdo un maravilloso matrimonio que fue un gran ejemplo para nuestra familia y para todo el barrio. Ellos se bautizaron en 1982 y yo era su obispo.

Celso e Irene vivían muy lejos de la capilla. Caminaban 40 minutos de ida y 40 de regreso, y nunca faltaban a una reunión. Siempre estaban allí sonrientes y dispuestos a servir a los demás. Celso e Irene tienen un hijo, Marcos, que nació con una discapacidad física y mental. Recuerdo bien cómo lo cuidaban con mucho amor. En 1999, Celso tuvo una hemorragia cerebral que lo dejó paralizado de la cintura para abajo, pero siguió yendo fielmente a la Iglesia con su familia. Eran fieles en el pago del diezmo y daban una generosa ofrenda de ayuno. Nuestro hijo Moroni es ahora su obispo y me dijo que Celso e Irene continúan sirviendo fielmente. No sólo prestan servicio en sus llamamientos del barrio, sino también como obreros de las ordenanzas en el Templo de São Paulo, Brasil, cada viernes; allí sirven desde muy temprano hasta muy tarde. Siempre contribuyen de buena voluntad su tiempo y sus recursos al cumplir fielmente con sus responsabilidades en la Iglesia.

El presidente Monson aconsejó: “La mayoría de los actos de servicio de los poseedores del sacerdocio se realizan calladamente y sin ostentación; una sonrisa amistosa, un cálido apretón de manos, un testimonio sincero de la verdad, pueden literalmente elevar vidas, cambiar la naturaleza humana y salvar almas preciosas”13.

Ésa es la clase de servicio callado que brindan Celso e Irene.

Al considerar el prudente uso de nuestro tiempo y recursos para satisfacer las necesidades de nuestra familia, nuestro empleo y los llamamientos de la Iglesia, es importante recordar que todo poseedor del sacerdocio tiene que progresar espiritualmente. Es una responsabilidad que tenemos con nosotros mismos, y es importante recordar que todos tenemos ayudantes14; el consejo de nuestros profetas, videntes y reveladores es la ayuda más valiosa que recibimos.

Nuestro Salvador nos invitó a cada uno individualmente:

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas…

“…porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”15.

Cuando efectuemos Su obra y hagamos Su voluntad en lugar de la nuestra, comprenderemos que el yugo es fácil, y ligera la carga. Él siempre estará con nosotros, y nos revelará la porción exacta que necesitamos para obtener el éxito en la familia, en nuestro trabajo y en toda responsabilidad que tengamos en Su Iglesia. Nos ayudará a crecer individualmente y como hermanos en el sacerdocio.

Sé que la Iglesia es verdadera. Sé que José Smith es un profeta de Dios. Sé que Thomas S. Monson es el profeta actual en la tierra hoy día. Sé que Jesús es el Cristo, nuestro Salvador y Redentor. En el nombre de Jesucristo. Amén.

  1. Véase “¡Mirad! Reales huestes”, Himnos Nº 163.

  2. Gordon B. Hinckley, “Regocijémonos en el privilegio de servir”, Reunión mundial de capacitación de líderes, 21 de junio de 2003, pág. 23.

  3. Reunión mundial de capacitación de líderes, 21 de junio de 2003, pág. 23

  4. Véase Reunión mundial de capacitación de líderes, 21 de junio de 2003, pág. 23.

  5. Reunión mundial de capacitación de líderes, 21 de junio de 2003, pág. 24.

  6. Russell M. Nelson, “Nuestro deber sagrado de honrar a la mujer”, Liahona, julio de 1999, pág. 47.

  7. Reunión mundial de capacitación de líderes, 21 de junio de 2003, pág. 24.

  8. Véase carta de la Primera Presidencia, “Énfasis en la capacitación de líderes”, 25 de septiembre de 1996.

  9. Ezra Taft Benson, “Fortalece tus estacas”, Liahona, agosto de 1991, pág. 6.

  10. Véase M. Russell Ballard, “Preparaos para servir”, Liahona, julio de 1985.

  11. Véase élder M. Russell Ballard, The Greater Priesthood: Giving a Lifetime of Service in the Kingdom, Ensign, septiembre de 1992, pág. 71.

  12. Thomas S. Monson, “Ejemplos de rectitud”, Liahona, mayo de 2008, págs. 65, 66.

  13. “Aprendamos, hagamos, seamos”, Liahona, noviembre de 2008, pág. 62.

  14. Véase Reunión mundial de capacitación de líderes, 21 de junio de 2003, pág. 24.

  15. Mateo 11:29–30.