2010–2019
Guardianas de la virtud
Abril 2011


Guardianas de la virtud

Prepárense ahora para ser merecedoras de recibir todas las bendiciones que les esperan en los santos templos del Señor.

Hay veces que no se puede expresar con palabras lo que sentimos. Ruego que el Espíritu testifique a sus corazones en cuanto a la identidad divina y la responsabilidad eterna que poseen. Ustedes son la esperanza de Israel; son hijas electas y majestuosas de nuestro amoroso Padre Celestial.

El mes pasado tuve la oportunidad de asistir al matrimonio en el templo de una jovencita que conozco desde que nació. Al sentarme en la sala de sellamientos y mirar la hermosa lámpara de cristal que brillaba con la luz del templo, recordé cuando la sostuve en mis brazos por primera vez. Su madre le había puesto un vestidito blanco, me pareció que era una de las bebés más hermosas que había visto. Entonces la jovencita entró por la puerta otra vez vestida de blanco; estaba radiante y feliz. Cuando entró, deseé con todo mi corazón que toda joven imaginara ese momento y se esforzara para siempre ser digna de hacer y guardar convenios sagrados, y de recibir las ordenanzas del templo en preparación para disfrutar de las bendiciones de la exaltación.

Al arrodillarse frente al sagrado altar, esa pareja recibió promesas más allá de la comprensión mortal que los bendecirán, fortalecerán y ayudarán en su jornada terrenal. Fue uno de esos momentos en que el mundo se detuvo y los cielos se regocijaron. Cuando la pareja recién casada miró los grandes espejos de la sala, se le preguntó al novio qué era lo que veía. Él dijo: “A todos los que vivieron antes de mí”. Entonces la pareja miró el espejo de la pared opuesta y la novia dijo con lágrimas en los ojos: “Yo veo a todos los que vendrán después de nosotros”; ella vio a su futura familia —su posteridad. Sé que ella comprendió una vez más, en ese momento, cuán importante es creer en ser castas y virtuosas. No hay vista más hermosa que la de una pareja debidamente preparada, de rodillas frente al altar del templo.

Sus años en las Mujeres Jóvenes las prepararán para el templo. Allí recibirán las bendiciones a las que tienen derecho en calidad de preciadas hijas de Dios. Su Padre Celestial las ama y desea que sean felices. La manera de lograrlo es “anda[r] por las sendas de la virtud”1 y “[adherirse] a los convenios que [han] hecho”2.

Jovencitas, en un mundo donde la corrupción moral, la tolerancia al mal, la explotación de la mujer y la distorsión de los roles van en aumento, deben resguardarse a ustedes mismas, a su familia y a todos aquellos con quienes se relacionen; deben ser guardianas de la virtud.

¿Qué es la virtud y qué es un guardián? “La virtud es un modelo de pensamientos y de conducta basado en elevadas normas morales, e incluye la castidad y la pureza [moral]”3. ¿Y qué es un guardián? Un guardián es alguien que protege, ampara y defiende4. Por lo tanto, como guardianas de la virtud protegerán, ampararán y defenderán la pureza moral, porque el poder de crear vida mortal es un poder sagrado y exaltado, y debe preservarse hasta que se casen. La virtud es un requisito para tener la compañía y la guía del Espíritu Santo y necesitarán esa guía para navegar exitosamente por el mundo en que viven. El ser virtuosas es un requisito para entrar en el templo y es un requisito para ser dignas de estar en la presencia del Salvador; ustedes se están preparando ahora para ese momento. El Progreso Personal y las normas que se hallan en Para la Fortaleza de la Juventud son importantes. El vivir los principios que se encuentran en cada uno de esos libritos las fortalecerá y las ayudará a ser “más [dignas] del reino”5.

El verano pasado, un grupo de mujeres jóvenes de Alpine, Utah, decidió que llegarían a ser “más [dignas] del reino”. Determinaron enfocarse en el templo, y para ello caminaron desde el Templo de Draper, Utah, al Templo de Salt Lake, una distancia total de 35 kilómetros, tal como lo había hecho uno de los pioneros, John Roe Moyle. El hermano Moyle era cantero a quien el profeta Brigham Young había llamado a trabajar en el Templo de Salt Lake. Todas las semanas caminaba 35 kilómetros desde su casa al templo. Una de sus asignaciones era tallar las palabras “Santidad al Señor” en el lado este del Templo de Salt Lake. No fue fácil, y tuvo que superar muchos obstáculos. En cierta ocasión, una de sus vacas lo pateó en la pierna y, puesto que no sanaba, tuvieron que amputársela. Pero eso no impidió que cumpliera su compromiso con el profeta y con su trabajo en el templo. Talló una pierna de madera y después de muchas semanas volvió a caminar los 35 kilómetros al templo para realizar el trabajo que se había comprometido a hacer6.

Las jóvenes del Barrio Cedar Hills 6 decidieron caminar la misma distancia en honor a un antepasado y también por alguien que fue su inspiración para permanecer dignas de entrar en el templo. Entrenaron todas las semanas durante la Mutual y compartían lo que aprendían y lo que sentían sobre los templos mientras caminaban.

Comenzaron su caminata al templo temprano por la mañana con una oración. Cuando empezaron, yo estaba muy impresionada por la confianza que tenían. Se habían preparado bien y sabían que estaban listas. Tenían la mira fija en la meta. Cada paso que daban simbolizaba a cada una de ustedes que también se están preparando ahora para entrar en el templo. La preparación ha comenzado con sus oraciones personales a diario, la lectura diaria del Libro de Mormón y al trabajar en el Progreso Personal.

A medida que las jóvenes seguían caminando, se topaban con distracciones en el camino; pero se mantuvieron centradas en su meta. Unas comenzaron a tener ampollas y a otras les empezaron a doler las rodillas, pero siguieron adelante. Cada una de ustedes tiene muchas distracciones, sufrimientos y obstáculos en su camino al templo; pero también están decididas y siguen adelante. La ruta que tomaron las jovencitas fue trazada por los líderes que habían caminado y recorrido el sendero, y determinaron el curso más seguro y directo. Una vez más, ustedes tienen el curso trazado y pueden tener la seguridad de que el Salvador no sólo ha recorrido el sendero, sino que volverá a hacerlo junto a ustedes en cada paso del camino.

A lo largo del viaje al templo había padres, madres, familiares y líderes del sacerdocio que servían de guardianes. La responsabilidad de ellos era asegurarse de que todas estuvieran a salvo y protegidas de los peligros. Se aseguraron de que cada jovencita se mantuviese bien hidratada y estuviese suficientemente alimentada para mantener sus fuerzas. Había puestos de asistencia establecidos por los líderes del sacerdocio con lugares para descansar y beber agua. Jovencitas: sus padres, sus madres, sus obispos y muchos otros serán sus guardianes en su camino hacia el templo. Les darán advertencias y dirigirán su curso, y si se lastiman o hieren, o si se desvían de la ruta, ellos las ayudarán.

Me sorprendió ver que en los kilómetros finales de la caminata, los hermanos de las jóvenes, así como otros muchachos y amigos vinieron a apoyar a esas resueltas jovencitas y a alentarlas. Un muchacho alzó a su hermana que tenía grandes ampollas en los pies y la cargó en su espalda por el último trecho hasta el templo. Cuando estas increíbles muchachas alcanzaron su destino, se derramaron lágrimas a medida que cada una tocaba el templo, y hacía un compromiso en silencio de siempre ser digna de entrar en él.

La caminata al templo es una alegoría de la vida. Los padres y los líderes del sacerdocio estuvieron de guardia a lo largo del camino; proporcionaron apoyo y asistencia. Las jóvenes se protegieron y alentaron la una a la otra. Los jóvenes admiraron la fortaleza, el compromiso y la resistencia de las jovencitas. Los hermanos cargaron a sus hermanas que estaban lastimadas. Las familias se regocijaron por sus hijas al concluir la caminata hasta el templo y las llevaron a casa a salvo.

A fin de mantenerse en el sendero hacia el templo deben proteger su virtud personal y la virtud de las demás personas con quienes se relacionen. ¿Por qué? Mormón enseñó en el Libro de Mormón que la virtud y la castidad es algo “más caro y precioso que todas las cosas”7.

¿Qué puede hacer cada una de ustedes para ser guardiana de la virtud? Ello comienza por creer que pueden marcar la diferencia; empieza con establecer un compromiso. Cuando yo era una mujer joven, aprendí que ciertas decisiones sólo tienen que tomarse una vez. Escribí en una libreta una lista de cosas que siempre haría y cosas que nunca haría. Contenía cosas como: obedecer la Palabra de Sabiduría, orar a diario, pagar los diezmos y el compromiso de nunca faltar a la Iglesia. Tomé esas decisiones una vez, y cuando tenía que hacer la elección sabía exactamente qué hacer porque ya lo había decidido con antelación. Cuando mis amigos de la escuela me dijeron: “Un sólo trago no hace daño”, me reí y dije: “Decidí no tomar cuando tenía doce años”. Tomar decisiones por adelantado las ayudará a ser guardianas de la virtud. Espero que cada una de ustedes escriba una lista de cosas que siempre harán y cosas que nunca harán. Luego, vivan según su lista.

Ser guardianas de la virtud significa que siempre serán modestas, no sólo en la forma de vestir sino en la forma de hablar, de actuar y en la manera en que utilicen los medios sociales. Ser guardianas de la virtud significa que nunca enviarán mensajes de texto a los jóvenes con palabras o imágenes que les hagan perder el Espíritu, perder el poder del sacerdocio o perder su virtud. Significa que comprenden la importancia de la castidad porque también entienden que su cuerpo es un templo y que no se debe experimentar con los sagrados poderes de la procreación antes del matrimonio. Ustedes comprenden que tienen un poder sagrado que implica la responsabilidad santa de traer otros espíritus a la tierra para que reciban un cuerpo en el cual albergar su espíritu eterno; este poder afecta a otra alma sagrada. Son guardianas de algo “más [precioso] que las piedras preciosas”8. Sean fieles. Sean obedientes; prepárense ahora para ser merecedoras de recibir todas las bendiciones que les esperan en los santos templos del Señor.

A las madres que escuchan esta noche: ustedes son el ejemplo más importante de modestia y virtud para sus hijas, gracias. Nunca duden en enseñarles que son hijas majestuosas de Dios y que su valor no depende de su atractivo sensual, y permítanles ver las creencias de ustedes representadas correcta y constantemente en su modo de actuar y en su apariencia personal9. Ustedes también son guardianas de la virtud.

Esta semana volví a subir el monte Ensign Peak. Era temprano por la mañana y al mirar hacia abajo desde ese monte al Monte de la Casa del Señor —el Templo de Salt Lake— una vez más lo comprendí claramente. Los pioneros dieron todo lo que tenían para venir a las cimas de las montañas para que ustedes y yo pudiésemos recibir las bendiciones del templo y sellarnos como familias eternamente. Cuarenta años de sacrificio, de trabajo minucioso y de caminar desde Alpine al templo; ¿por qué? Porque al igual que ustedes ¡ellos creían!, creían en el profeta; creían que él había visto y hablado con Dios y con Su Hijo Amado; creían en el Salvador; creían en el Libro de Mormón. Por eso podían decir: “Todo lo creemos, todo lo esperamos; hemos sufrido muchas cosas, y esperamos poder sufrir todas las cosas”10. Ellos soportaron muchas cosas y también nosotras podemos hacerlo. El decimotercer artículo de fe es lo que creemos porque ésas son precisamente las cosas que nos califican para ser dignas de entrar en el templo y de estar algún día en la presencia de nuestro Padre Celestial, probadas, puras y selladas. Esto requerirá que sean “más [dignas] del reino” y que se preparen ahora y obtengan la confianza de que pueden hacer cosas difíciles.

Mujeres jóvenes: ¡están embarcadas en una gran obra!, ¡y no están solas! Al resguardar su virtud y pureza recibirán fortaleza. Al guardar los convenios que han hecho, el Espíritu Santo las guiará y las protegerá; huestes celestiales de ángeles las rodearán. El presidente Monson nos dice: “Recuerden que no estamos corriendo solos en esta gran carrera de la vida; tenemos derecho a la ayuda del Señor”11. Prepárense para ese día que en que irán al templo del Señor dignas y preparadas para hacer convenios sagrados. Como guardianas de la virtud querrán buscar al Salvador en Su santa casa.

Testifico que Dios vive y que Su Hijo Amado, nuestro Redentor Jesucristo, vive; y gracias al poder redentor y habilitante de Su expiación infinita, cada una de ustedes recibirá guía y protección en su sendero hacia el templo y de regreso a la presencia de Ellos. Ruego que cada una de ustedes reciba fortaleza para realizar esa labor que será su momento culminante. Vivan en pos de ese día del que se habla en el libro de Apocalipsis en el que “andarán… en vestiduras blancas, porque son dignas”12. En el nombre de Jesucristo. Amén.