2010–2019
¡Pregúntenles a los misioneros; ellos pueden ayudarlos!
Octubre 2012


¡Pregúntenles a los misioneros; ellos pueden ayudarlos!

Todos los misioneros, jóvenes y mayores, prestan servicio con el único propósito de mejorar la vida de otras personas.

Mis queridos hermanos, hermanas y amigos, extendemos nuestro amor y saludos a cada uno de ustedes. Estamos muy felices con el anuncio del presidente Thomas S. Monson esta mañana que establece la edad mínima para el servicio misional en 18 años para los hombres jóvenes y 19 años para las mujeres. Por medio de esta opción, más jóvenes podrán disfrutar de la bendición de una misión.

Hace dos años, como ha sido firmemente reafirmado esta mañana, el presidente Monson declaró: “Todo joven digno y capaz debe prepararse para servir en una misión. El servicio misional es un deber del sacerdocio, una obligación que el Señor espera de nosotros, a quienes se nos ha dado tanto”1. Una vez más explicó que para las hermanas, una misión es una opción que aceptamos con gusto, pero no una responsabilidad; y también volvió a invitar a las parejas mayores a que sirvieran.

La preparación para una misión es importante. Una misión es un acto de servicio voluntario hacia Dios y hacia la humanidad. Los misioneros se mantienen con sus ahorros. Los padres, parientes y donantes al fondo misional general también ayudan. Todos los misioneros, jóvenes y mayores, prestan servicio con el único propósito de mejorar la vida de otras personas.

La decisión de servir en una misión moldeará el destino espiritual del misionero, de su esposa o esposo y de su posteridad por generaciones futuras. El deseo de servir es consecuencia natural de la conversión, la dignidad y la preparación.

En esta gran audiencia mundial, muchos de ustedes no pertenecen a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y saben muy poco de nosotros y de los misioneros. Están aquí o participando de otro modo porque quieren saber más acerca de los mormones y de lo que enseñan nuestros misioneros. Al conocernos mejor, verán que compartimos muchos de los mismos valores. Los alentamos a retener todo lo bueno y verdadero, y a ver si podemos agregar más a ello. En este mundo lleno de desafíos, de vez en cuando necesitamos ayuda. La religión, la verdad eterna y los misioneros son una parte esencial de esa ayuda.

Nuestros jóvenes misioneros interrumpen la escuela, el trabajo, el noviazgo y cualquier otra cosa que los jóvenes adultos hacen a esa edad. Por 18 o 24 meses dejan todo pendiente debido a su deseo profundo de servir al Señor2. Algunos misioneros sirven más tarde cuando son mayores; sé que las familias de ellos son bendecidas. En nuestra familia, ocho personas sirven en misiones actualmente: tres hijas con sus esposos, una nieta y un nieto.

Algunos de ustedes se preguntarán el porqué del nombre mormón; es un sobrenombre. Aunque se nos conoce comúnmente como mormones, no es nuestro verdadero nombre. El término deriva de un libro de Escrituras sagradas que se llama El Libro de Mormón.

El verdadero nombre de la Iglesia es La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; es la Iglesia original de Cristo que ha sido restablecida. Cuando Él estuvo sobre la tierra, organizó Su Iglesia; llamó a apóstoles, setentas y otros líderes a quienes les dio el sacerdocio, la autoridad de actuar en Su nombre3. Después de que Cristo y Sus apóstoles murieron, los hombres cambiaron las ordenanzas y la doctrina; la Iglesia original y el sacerdocio desaparecieron. Tras los años de oscuridad, y bajo la dirección del Padre Celestial, Jesucristo volvió a establecer Su Iglesia. Ahora existe nuevamente, está restaurada y funciona bajo Su guía divina4.

Seguimos al Señor Jesucristo y enseñamos acerca de Él. Sabemos que después de su glorioso triunfo sobre la muerte, el Señor resucitado apareció a Sus discípulos en muchas ocasiones; comió con ellos y caminó con ellos. Antes de Su ascensión final les mandó: “…id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”5. Los apóstoles siguieron esa instrucción y también llamaron a otros para que los ayudaran a cumplir el mandato del Señor.

Hoy en día, bajo la dirección de apóstoles y profetas modernos, se ha extendido el mismo mandato a los misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Estos misioneros sirven en más de 150 países. Como representantes del Señor Jesucristo, tratan de cumplir con ese mandato divino —que ha sido renovado en nuestros días por el Señor mismo— de llevar la plenitud del Evangelio al mundo y de bendecir la vida de las personas en todas partes6.

Los misioneros de 19 o 20 años son jóvenes desde el punto de vista del mundo; pero son bendecidos con dones, tal como el poder del Espíritu Santo, el amor de Dios y un testimonio de la verdad, los cuales los convierten en poderosos mensajeros del Señor. Comparten las buenas nuevas del Evangelio que traerán verdadero gozo y felicidad duradera a todos los que presten atención al mensaje; y en muchos casos, lo hacen en un país y un idioma desconocidos para ellos.

Los misioneros procuran seguir a Jesucristo en palabras y en hechos; predican sobre Jesucristo y Su expiación7; enseñan sobre la restauración literal de la antigua iglesia de Cristo por medio del primer profeta de Dios en los últimos días: José Smith.

Puede que se hayan encontrado con nuestros misioneros, y tal vez los ignoraron. Mi esperanza es que no les tengan temor, sino que aprendan de ellos; pueden ser un recurso enviado del cielo para ustedes.

Eso es lo que le sucedió a Jerry, un hombre protestante de unos sesenta y pico de años que vive en Mesa, Arizona. El padre de Jerry era ministro bautista y su madre ministra metodista. Un día, su buena amiga Pricilla compartió con él el dolor que sentía por la muerte de su hijo al nacer y el amargo divorcio que ocurrió poco después. Pricilla afronta las dificultades de una madre sola con cuatro hijos: tres hijas y un hijo. Al abrir su corazón a Jerry, ella confesó que había pensado en quitarse la vida. Con todo el amor y la fortaleza que encontró, Jerry trató de hacerle entender que la vida de ella era valiosa. La invitó a ir a la iglesia, pero Pricilla le dijo que ya había perdido toda esperanza en Dios.

Jerry no sabía qué hacer. Más tarde, mientras regaba las plantas de su jardín, este hombre de fe oró a Dios pidiendo guía. Al orar, oyó una voz en la mente que le decía: “Detén a los jóvenes en bicicleta”. Jerry, asombrado, se preguntó qué querría decir eso. Mientras reflexionaba en ello, miró hacia la calle y vio a dos jóvenes de camisa blanca y corbata que venían hacia su casa en bicicleta. Atónito por la “coincidencia”, miró cómo pasaban de largo. Entonces, dándose cuenta de que tenía que actuar, gritó: “¡Eh, ustedes, por favor deténganse, necesito hablarles!”.

Sorprendidos, pero muy contentos, los jóvenes se detuvieron. Al acercarse, Jerry notó que tenían placas que los identificaban como misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Los miró y les dijo: “Esto puede sonarles raro, pero estaba orando y se me dijo que ‘detuviera a los jóvenes en bicicleta’; miré hacia la calle y allí estaban ustedes. ¿Pueden ayudarme?”.

Los misioneros sonrieron y uno dijo: “Seguro que podemos”.

Jerry les explicó su preocupación por Pricilla. Poco después, los misioneros se reunieron con Pricilla, sus hijos y Jerry. Hablaron del propósito de la vida y del plan eterno de Dios para ellos. Jerry, Pricilla y los hijos de ella aumentaron su fe mediante la oración, el estudio del Libro de Mormón y la amorosa camaradería de los miembros de la Iglesia. La firme fe de Jerry en Jesucristo se fortaleció aun más; las dudas de Pricilla y sus pensamientos de suicidio se convirtieron en esperanza y felicidad. Se bautizaron y llegaron a ser miembros de la Iglesia restaurada de Cristo8.

Sí, los misioneros pueden ayudar de muchas maneras. Por ejemplo, algunos de ustedes tal vez quieran saber más de sus antepasados. Quizás sepan los nombres de sus padres y de sus cuatro abuelos; pero, ¿y los de sus ocho bisabuelos? ¿Les gustaría saber más de ellos? ¡Pregúntenle a los misioneros; ellos pueden ayudarlos!9; tienen amplio acceso a los registros de historia familiar de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Algunos de ustedes son miembros pero no participan activamente; aman al Señor y con frecuencia piensan en volver a Su redil, pero no saben cómo empezar. ¡Les sugiero que pregunten a los misioneros!10; ¡ellos pueden ayudarlos! También pueden ayudarlos enseñando a sus seres queridos. Nosotros y los misioneros los amamos y queremos traer el gozo y la luz del Evangelio de nuevo a sus vidas.

Algunos de ustedes probablemente quieran saber cómo librarse de una adicción o vivir más tiempo y disfrutar de buena salud. ¡Pregúntenles a los misioneros; ellos pueden ayudarlos! Estudios independientes han mostrado que, como grupo, los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días son sanos. El índice de mortalidad entre ellos está entre los más bajos y viven más años que cualquier otro grupo bien definido que se haya estudiado por un largo período en los Estados Unidos11.

Algunos tal vez sientan que la vida es ajetreada y frenética, pero en lo profundo sienten un vacío punzante, se sienten sin rumbo ni propósito. ¡Pregúntenles a los misioneros; ellos pueden ayudarlos! Pueden ayudarlos a aprender más del propósito de la vida, de por qué están aquí y adónde irán después de la muerte. Aprenderán cómo el evangelio restaurado de Jesucristo puede bendecir sus vidas más allá de lo que se puedan imaginar.

Si tienen preocupaciones sobre su familia, ¡pregúntenles a los misioneros; ellos pueden ayudarlos! El fortalecer a los matrimonios y a las familias es de suma importancia para los Santos de los Últimos Días. Las familias pueden estar unidas por la eternidad. Pidan a los misioneros que les enseñen cómo puede ser posible para su familia.

Los misioneros también pueden ayudarlos en su deseo de adquirir mayor conocimiento. El espíritu humano ansía esclarecimiento. Ya sea que la verdad provenga de un laboratorio científico o de una revelación de Dios, ¡nosotros la procuramos! Verdaderamente la gloria de Dios es la inteligencia12.

Aprender más incluye tanto el conocimiento espiritual como el temporal. Hacemos hincapié en la importancia de comprender las Escrituras sagradas. Un estudio independiente recientemente encontró que los Santos de los Últimos Días eran los que más conocimiento tenían en cuanto al cristianismo y a la Biblia13. Si quieren comprender la Biblia y el Libro de Mormón mejor y obtener una comprensión mayor de la hermandad entre los seres humanos y de la paternidad de Dios, ¡pregúntenles a los misioneros; ellos pueden ayudarlos!

Muchos de ustedes tienen el profundo deseo de ayudar a las personas necesitadas. Porque seguimos a Jesucristo, a los Santos de los Últimos Días también nos induce ese insaciable deseo14. Cualquier persona puede unirse a nosotros para ayudar al necesitado y socorrer a las víctimas de desastres en todo el mundo. Si desean participar, ¡pregúntenles a los misioneros; ellos pueden ayudarlos!

Y si quieren saber más acerca de la vida después de la muerte, acerca de los cielos o del plan de Dios para ustedes; si quieren saber más del Señor Jesucristo, de Su expiación y de la restauración de Su Iglesia como se estableció originalmente, ¡pregúntenles a los misioneros; ellos pueden ayudarlos!

Sé que Dios vive; Jesús es el Cristo; Su Iglesia ha sido restaurada. Oro fervientemente que Dios bendiga a cada uno de ustedes y a cada uno de nuestros preciados misioneros. En el nombre de Jesucristo. Amén

Notas

  1. Thomas S. Monson, “Al encontrarnos reunidos de nuevo”, Liahona, noviembre de 2010, págs. 4–6.

  2. Véase D. y C. 4:3.

  3. Véase Mateo 10:1; Lucas 6:13; 10:1; Efesios 4:11–12.

  4. Véase D. y C. 1:30.

  5. Mateo 28:19.

  6. Véase D. y C. 68:8; 84:62; 112:28.

  7. Véase 1 Corintios 2:2; 2 Nefi 25:26.

  8. Comunicación personal de W Tracy Watson, ex presidente de la Misión Arizona, Mesa.

  9. Donde he mencionado la frase invitándolos a “preguntar a los misioneros”, también se podría aplicar el preguntarle a algún miembro de la Iglesia para que los ayude.

  10. Los parientes y amigos activos, así como los líderes de la Iglesia también ayudarán con gusto.

  11. Véase James E. Enstrom y Lester Breslow, “Lifestyle and Reduced Mortality among Active California Mormons, 1980–2004”, Preventive Medicine, Tomo 46, 2008, pág. 135.

  12. Véase Doctrina y Convenios 93:36.

  13. Véase U.S. Religious Knowledge Survey (Pew Forum on Religion and Public Life, 28 de septiembre de 2010, pág. 7.

  14. Véase Ram Cnaan, Van Evans, y Daniel W. Curtis, Called to Serve: The Prosocial Behavior of Active Latter-day Saints, (Normas y prácticas sociales en la facultad de la Universidad de Pennsylvania, 2012); “Mormon Volunteerism Highlighted in New Study” (Mar. 16, 2012); véase también http://www.mormonnewsroom.org/article/mormon-volunteerism-report; Mormons in America; Certain in Their Beliefs, Uncertain of Their Place in Society, (Pew Forum on Religion and Public Life, 12 de enero de 2012, pág. 43; Robert D. Putnam y David E. Campbell, American Grace: How Religion Divides and Unites Us, 2010, págs. 444–454.