2010–2019
¡No seáis movidas!
Abril 2013


¡No seáis movidas!

Sean firmes. Sean constantes. “Defiendan la verdad y la rectitud”. Sean testigos. Sean un estandarte para el mundo. Permanezcan en lugares santos.

Esta noche, estoy en un santo lugar ante este púlpito en presencia de profetas, videntes y reveladores y de majestuosas hijas de Dios. Ésta es una magnífica época para estar en la tierra y ser mujer joven. Ustedes son las hijas escogidas de nuestro Padre Celestial. Espero que reconozcan su identidad y lo mucho que las ama nuestro Padre en los Cielos. Él ama a cada una de ustedes, y yo también.

Sobre el escritorio de mi oficina, tengo una réplica de bronce de la escultura de una joven llamada Kristina. La escultura original de tamaño real de Kristina se encuentra en un muelle de Copenhague, Dinamarca, ubicada mirando al mar, hacia Sión. La decisión de unirse a la Iglesia y dejar su hogar no fue fácil, y se puede ver que los vientos contrarios soplan ferozmente contra ella. Ella se mantiene firme, haciendo algo muy difícil, pero que sabe que es correcto. Sus descendientes colocaron la escultura allí, en ese muelle, como tributo a Kristina, porque su decisión ese día fue de importancia eterna para generaciones.

Para mí esa escultura de Kristina representa a cada una de ustedes. Como Kristina, ustedes afrontan resoluciones importantes y toman decisiones a diario, algunas de ellas difíciles y que influirán no sólo en su futuro, sino en el destino de generaciones. Ustedes también hacen frente a impetuosos vientos de oposición, adversidad, presión social y contaminación moral. Aun así, permanecen inamovibles y viven el Evangelio a pesar de las furiosas tormentas de nuestra sociedad. Como Kristina, son guiadas por el Espíritu Santo; están tomando decisiones correctas; son leales y pertenecen a la realeza.

No se me ocurre ningún consejo de un Padre Celestial amoroso más importante que Su admonición a cada una de ustedes de “[permanecer] en lugares santos y no [ser movidas]”1. Él les dice: Sean firmes. Sean constantes2. “Defiendan la verdad y la rectitud”3. Sean testigos4. Sean un estandarte para el mundo. Permanezcan en lugares santos. Por eso, mi mensaje para ustedes es sencillo: “No seáis [movidas]”.

Primero: No sean movidas al escoger lo correcto. En estos últimos días, no hay decisiones insignificantes. Las decisiones que toman ahora son de vital importancia. El albedrío, o la capacidad de escoger, es uno de los dones más grandes de Dios a Sus hijos; es parte del plan de felicidad que ustedes y yo escogimos y defendimos en la vida premortal. Vivan de modo que escuchen y oigan al Espíritu Santo, y Él las ayudará a tomar decisiones correctas. De hecho, Él les dirá “todas las cosas que [deben] hacer”5.

Hace varias semanas regresé a mi antigua escuela secundaria (del bachillerato) por primera vez en años. Fui a una conferencia de estaca que se realizó en el auditorio de la escuela. Al caminar por los pasillos, muchos recuerdos me vinieron a la mente. Recordé exactamente cómo me sentía cuando iba a esa escuela en mi juventud: insegura, con poca confianza en mí misma, acomplejada y sumamente deseosa de caer bien. Entré en el auditorio; de nuevo me inundaron los recuerdos. Cada detalle de ese auditorio me era familiar; sólo una cosa había cambiado: yo.

Ese día tuve la oportunidad de estar en el escenario, como lo había hecho muchas veces en calidad de oficial estudiantil. Incluso, divisé a ex compañeros de clase en la congregación, ¡y con algunos de ellos había salido en citas! Pero en esa ocasión, en vez de dirigir una asamblea, tuve el privilegio, en el auditorio de mi escuela, de “ser [testigo]”6 y expresar mi testimonio de nuestro Salvador Jesucristo.

Jovencitas, asegúrense de que sus relaciones con los demás sean tales que, dentro de 40 años, no se avergüencen. No hay presión social, ni aceptación, ni popularidad que valga la pena transigir en sus principios. La influencia que ustedes tengan en los jovencitos los ayudará a ellos a mantenerse dignos del poder del sacerdocio, de los convenios del templo y de servir en una misión. Y quién sabe, quizás dentro de cuarenta años uno de ellos se les acerque en el auditorio de su escuela y les agradezca el haberlo ayudado a permanecer digno de cumplir con su deber del sacerdocio de servir honorablemente en una misión. Incluso tal vez reciban una carta de la esposa de uno de ellos en la que les agradezca a ustedes la influencia que, durante el bachillerato, tuvieron en su esposo y en la futura familia de él. Sus decisiones importan. Las decisiones que tomen ahora no sólo las afectan a ustedes, sino que también afectan a otras personas. Son de importancia eterna. ¡No sean movidas!

Segundo: No sean movidas en su deseo y compromiso de mantenerse virtuosas y sexualmente puras. Valoren la virtud. Su pureza personal es una de sus más grandes fuentes de poder. Al venir a la tierra, se les dio el precioso don del cuerpo. Su cuerpo es el instrumento de su mente y es un don divino con el que ejercen su albedrío. Este don le fue negado a Satanás y es por eso que él dirige casi todos sus ataques hacia el cuerpo de ustedes. Él quiere que lo desprecien, lo maltraten y abusen de él. La inmodestia, la pornografía, la inmoralidad, los tatuajes y las perforaciones, el abuso de drogas y las adicciones son todos tipos de intentos de posesionarse de este don precioso —su cuerpo— y hacer que resulte difícil para ustedes usar su albedrío. Pablo pregunta: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”7.

Su cuerpo es un templo. ¿Por qué? Porque tiene la capacidad de albergar no sólo su espíritu eterno, sino también los espíritus eternos de otras personas que vendrán a la tierra como parte de su familia eterna. El élder Dallin H. Oaks enseñó: “El poder de crear vida es [un poder] exaltado”8. La función de ustedes es exaltada. ¡Dios les ha confiado algo sagrado! Se están preparando para ser futuras madres de las generaciones que vendrán. Manténganse puras y dignas y protejan aquello que es “más caro y precioso que todas las cosas”: su virtud y castidad9. El sabio consejo del Padre Celestial a ustedes personalmente, Sus hijas escogidas, es el de “[andar] por las sendas de la virtud”10.

La virtud es la llave de oro (o llave principal) para entrar al templo. De modo que, tercero: no sean movidas y sean dignas de hacer y guardar convenios sagrados. El convenio que hacen al bautizarse las afirmará en el camino de la virtud y de la felicidad si lo renuevan cada semana al participar de la Santa Cena. Al guardar su convenio bautismal, su apariencia será diferente, se vestirán de modo diferente y actuarán diferente del mundo. Guardar ese convenio les permitirá ser guiadas por el Espíritu Santo. Permanezcan en lugares santos y ni siquiera se acerquen a esos ambientes, música, medios de comunicación o relaciones que puedan causar que pierdan la compañía del Espíritu Santo11; y, al guardar sus convenios, permanecerán dignas y estarán preparadas para entrar en los santos templos del Señor.

Por último: No sean movidas en aceptar la expiación del Salvador. La Expiación es para ustedes y para mí. Es un poder habilitador y redentor. Si no se sienten dignas de estar en lugares santos, no lleven a cuestas ese peso ni un día más. En esta vida, todos cometeremos errores. Tengan la seguridad de que el Salvador las ama tanto que les proporcionó lo necesario para cambiar y arrepentirse si cometen un error. Satanás no quiere que piensen que pueden cambiar12. Él tratará de convencerlas de que todo está perdido; eso es mentira. Pueden volver; pueden arrepentirse. Pueden ser puras y santas gracias a la expiación infinita del Salvador.

Ahora permítanme terminar con una de las mejores historias de amor que se haya contado. Quizá se pregunten: “¿Qué tiene que ver una historia de amor con permanecer en lugares santos?”. Tiene todo que ver con permanecer en lugares santos. Es la historia de una joven llamada Rebeca13.

La historia cuenta que Abraham encarga a su siervo que busque una joven digna para que sea la esposa de Isaac. Debe ser digna de un matrimonio bajo convenio: virtuosa, pura y digna. Así que, envía a su siervo en un viaje largo y peligroso hasta un lugar llamado Harán. La razón por la que tiene que ir allí es clara: un hombre santo necesita una mujer santa a su lado. Al acercarse el criado a la ciudad de Harán, se detuvo en un pozo para que sus camellos tomaran agua y oró para ser guiado a la joven indicada y que la reconociera cuando ella le ofreciera agua para él y sus diez camellos. Les digo, yo he andado en camello y ¡sé que beben mucha agua!

En Génesis leemos que Rebeca no sólo descendió hasta la fuente y buscó agua, sino que “se dio prisa”14, o se apuró, para realizar esa tarea. El siervo entonces le colocó brazaletes y joyas a Rebeca y le preguntó si había lugar en casa de su padre para quedarse. ¡Estoy segura de que las joyas ayudaron! Las Escrituras dicen: “Y la joven corrió e hizo saber en casa de su madre estas cosas”15. ¡Seguramente corrió bien rápido!

El siervo le contó a la familia de Rebeca cuál era el propósito de su largo viaje y Rebeca accedió a ser la esposa de Isaac. El criado deseaba partir al día siguiente con Rebeca, pero su familia la convenció de que permaneciera con ellos al menos diez días más. Entonces le preguntaron a Rebeca qué deseaba hacer y su respuesta fue simple: “…iré”16. ¿No se parece esa respuesta a la respuesta de los miles que dijeron con firmeza: “Iré y haré”17 cuando nuestro profeta, el presidente Thomas S. Monson anunció la oportunidad de que los jóvenes y las jovencitas sirvan en misiones a una edad más temprana?

Ahora la moraleja y el final de esta historia de amor: Rebeca estaba preparada y era digna de hacer y guardar convenios y de ser la esposa del convenio de Isaac; no tuvo que esperar a prepararse. Antes de dejar a su familia, se le dio una bendición cuyas palabras me conmueven, porque se le prometió que se convertiría en “madre de millares de millares”18. Pero la mejor parte de esta historia de amor es cuando Rebeca ve por primera vez a Isaac y él la ve a ella. Aunque no lo dice en la Biblia, ¡yo creo que fue amor a primera vista!, porque “la virtud ama a la virtud; [y] la luz se allega a la luz”19. Cuando Isaac salió al encuentro de la comitiva, Rebeca “descendió del camello”20; y luego dice:”y [él] la amó”21. ¡Aquí es donde suspiro!

Tanto para Kristina como para Rebeca, permanecer en lugares santos no fue fácil. No ser movidas no fue sencillo. Los vientos soplaron con ferocidad, el agua del pozo era pesada y dejar el hogar familiar y abandonar su vida pasada sin duda no fue fácil. Pero ellas tomaron decisiones correctas. Fueron guiadas por el Espíritu Santo; eran virtuosas y se prepararon para hacer y guardar convenios sagrados. El Salvador descendió de Rebeca. ¿Sabía Rebeca entonces que eso sucedería? ¡No! ¿Importan las decisiones que ustedes toman ahora? ¡Sí!

Jovencitas, generaciones dependen de las elecciones que ustedes hagan, de su pureza y de su vida digna. No sean movidas; tienen un gran destino por delante; ¡éste es su momento! ¡Creo firmemente que una jovencita virtuosa, guiada por el Espíritu, puede cambiar el mundo!

¡Testifico que el Salvador vive! Él estará con ustedes y les dará poder. Y en momentos difíciles Sus “ángeles [estarán] alrededor de [ustedes para sostenerlas]”22. En el nombre de Jesucristo. Amén.