2010–2019
Sus lugares santos
Abril 2013


Sus lugares santos

Ya sean [sus lugares santos] sitios geográficos o momentos en una época, son igualmente sagrados y tienen un increíble poder fortalecedor.

El lema de la Mutual de 2013 viene de la sección 87 de Doctrina y Convenios. Esta instrucción se encuentra en tres secciones distintas; obviamente, la amonestación es importante. Explica cómo podemos recibir protección, fortaleza y paz en tiempos inquietantes; la instrucción inspirada es la de “[permanecer] en lugares santos y no [ser] movidos”1.

Al meditar en ese tema, no puedo evitar preguntarme: “¿Cuáles son los ‘lugares santos’ a los que se refiere el Padre Celestial?” El presidente Ezra Taft Benson aconsejó: “Entre los lugares santos están nuestros templos, nuestras capillas, nuestros hogares y las estacas de Sión, que son ‘para defensa y para refugio’”2. Además de ellos, creo que cada una puede hallar muchos otros lugares. Tal vez consideremos la palabra lugar como un entorno físico o ubicación geográfica; sin embargo, un lugar se puede referir a una condición, posición o estado mental definidos3. Eso significa que los lugares santos también pueden incluir momentos en el tiempo, momentos en que el Espíritu Santo nos testifica, momentos en que sentimos el amor del Padre Celestial o recibimos respuestas a las oraciones. Es más, creo que cada vez que demuestran el valor de defender lo correcto, especialmente en situaciones cuando nadie más está dispuesto a hacerlo, crean un lugar santo.

En la vida corta pero magnífica de José Smith, él verdaderamente “[permaneció] en lugares santos” y no fue movido. Como adolescente, le preocupó la agitación religiosa en su comunidad y quería saber cuál de todas las iglesias era la verdadera. La arboleda cerca de su hogar se convirtió en un lugar santo cuando él se arrodilló entre los árboles y ofreció su primera oración en voz alta. Su oración fue contestada, y hoy los Santos de los Últimos Días nos referimos a ese lugar como la Arboleda Sagrada.

Las mujeres jóvenes alrededor del mundo también permanecen en lugares santos en la naturaleza en los campamentos de Mujeres Jóvenes. Una líder me relató la experiencia de una jovencita. La joven era menos activa, y dudaba de que fuera a tener una experiencia espiritual en el bosque. Después del primer día, le dijo a la líder: “La estoy pasando muy bien, pero por favor ¿podríamos dejar de hablar acerca del Espíritu? ¡Estoy aquí para acampar, disfrutar de la naturaleza, estar con mis amigas y divertirme!”. Sin embargo, en la última reunión de testimonios, la misma joven confesó con lágrimas: “No quiero ir a casa. ¿Cómo puedo tener conmigo lo que siento ahora, el Espíritu, en todo momento?” Ella había descubierto un lugar santo.

Otro lugar santo en la vida de José Smith fue su dormitorio. Quizás sea difícil de creer, pero al igual que muchas de ustedes, él compartía el cuarto con sus hermanos; se convirtió en un lugar santo cuando oró con gran fe, humildad y necesidad. Él explicó: “…después de haberme retirado a la cama, me puse a orar, pidiéndole a Dios Todopoderoso perdón de todos mis pecados e imprudencias”4. No habían sido fáciles los tres años transcurridos desde la visión en la Arboleda Sagrada. Tenía diecisiete años y había soportado interminables burlas, mofas y acoso; pero esa noche en su cuarto, el ángel Moroni se apareció en respuesta a sus súplicas. José recibió conocimiento y consuelo. Esa noche, el dormitorio de José se convirtió en un lugar santo.

Al ver un Mensaje Mormón para la Juventud, fui testigo de otro cuarto que se convirtió en un lugar santo. En el video vemos a Ingrid Delgado, una jovencita de El Salvador, expresando sus sentimientos sobre el templo. Ella dice: “Es algo tan especial el saber que tenemos un lugar donde podemos alejarnos de las cosas del mundo… y poder efectuar ordenanzas sagradas y poder ayudar a las demás personas que no pudieron en esta vida”. Mientras ella habla, el video muestra a Ingrid leyendo las Escrituras, rodeada de pósters mormones, citas, un librito del Progreso Personal, fotografías de su familia y del templo, y también sus animales de peluche favoritos5. Quizás sin darse cuenta, ella ha creado su lugar santo lejos de las cosas del mundo. Me pregunto cuántas veces Ingrid ha leído las Escrituras, sentido el Espíritu y recibido respuesta a sus oraciones en su lugar santo.

Otro lugar santo inesperado en la vida de José Smith fue la cárcel de Liberty. El élder Jeffrey R. Holland dijo: “No hubo época más difícil en la vida de José que esa encarcelación cruel, ilegal e injustificada”; luego explicó que se ha llamado a la cárcel de Liberty una “prisión-templo” por las experiencias sagradas que el profeta José Smith tuvo allí6.

Tal vez algunas de ustedes jovencitas estén pasando por su propia cárcel de Liberty, un lugar donde enfrentan humillación, donde no sienten bondad amorosa, donde son objeto de burlas, se las acosa, e incluso se les hace daño físicamente. A ustedes, jovencitas, les ofrezco las palabras del élder Holland: “Pueden tener experiencias sagradas, reveladoras y profundamente instructivas con el Señor en las circunstancias más miserables de la vida, al sufrir las injusticias más dolorosas, al afrontar las dificultades y la oposición más insuperables de la vida”7. En otras palabras, al igual que el profeta José Smith, ustedes pueden crear y permanecer en lugares santos, aun en los momentos más difíciles.

Una joven adulta, Kirsten, me habló de su dolorosa experiencia. La escuela secundaria había sido su cárcel de Liberty. Afortunadamente, el salón de la banda de música le proporcionaba alivio. Ella dijo: “Cuando entraba a ese salón, era como entrar a un refugio. No había comentarios degradantes ni denigrantes, ni palabras profanas, sino que escuchábamos palabras de ánimo y amor. Ejercitábamos la bondad; era un lugar feliz. El salón de la banda estaba lleno del Espíritu al practicar y tocar música. Y era así en gran medida por la influencia del director de la banda que era un buen cristiano. Al mirar atrás, la secundaria fue un lugar de refinamiento. Fue difícil, pero aprendí a ser resistente. Siempre estaré agradecida por mi refugio, mi lugar santo: el salón de la banda”8.

Esta noche, ¿han pensado en sus lugares santos? He pedido a cientos de mujeres jóvenes que me hablaran de sus “lugares santos”. Ya sean sitios geográficos o momentos en una época, son igualmente sagrados y tienen un increíble poder fortalecedor. Éstas son nueve de sus tiernas respuestas:

  • Uno: “Estaba en el hospital, con mi nuevo hermanito en los brazos”.

  • Dos: “Cada vez que leo mi bendición patriarcal, siento que mi Padre Celestial me conoce y me ama”.

  • Tres: “El día que cumplí 12 años, las mujeres jóvenes del barrio vinieron y ‘llenaron de corazones’9 mi casa. ¡Me sentí amada, aceptada y feliz!”.

  • Cuatro: “Un día, al leer las Escrituras, una frase captó mi atención; había encontrado la respuesta a mis oraciones”.

  • Cinco: “Entré a una fiesta donde la gente bebía alcohol y participaban en otras actividades inaceptables. El Espíritu me dijo que me fuera y volviera a casa. Lo hice y sí, hubo ‘consecuencias sociales’; no obstante, ese momento me dio la confianza que necesitaba para saber que podía vivir el Evangelio”.

  • Seis: “Durante la Santa Cena estaba pensando en la Expiación y me di cuenta de que debía perdonar a alguien con quien estaba enojada. El escoger perdonar fue una acción positiva que incorporaría la Expiación en mi vida diaria”.

  • Siete: “Después de ir a Nuevos Comienzos con mi mamá, ella me dio un beso en la mejilla y me dijo que me quería. Ésa fue la primera vez que recuerdo que lo haya hecho”.

  • Ocho: “Con la certeza que habló mi obispo, supe que la promesa que se ofrece en las Escrituras era verdad: ‘…aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos’10. Sentí esperanza y supe que podía comenzar mi largo camino al arrepentimiento”.

  • Por último: “Una noche, me armé de valor y compartí mis sentimientos acerca del Evangelio y del Libro de Mormón con mi mejor amiga. Tiempo después tuve el privilegio de ir a su bautismo. Ahora vamos juntas a la capilla”.

Permítanme compartir con ustedes uno de mis lugares santos. En una ocasión me sentía abrumada, con miedo y totalmente sola. En silencio oré: “Padre Celestial, no sé cómo hacer esto. ¡Por favor, ayúdame!”. Al poco rato, una persona se me acercó inesperadamente, puso su mano sobre mi hombro y me ofreció palabras sinceras de aliento. En ese momento, sentí paz; me sentí aceptada; todo había cambiado. Acudieron a mi mente las palabras del presidente Spencer W. Kimball: “Dios nos tiene en cuenta y vela por nosotros; pero, por lo general, es por medio de otra persona que atiende a nuestras necesidades”11. Para mí, ese momento, ese lugar se había vuelto santo.

Queridas mujeres jóvenes, hay muchos otros lugares santos de los que desearía que hablásemos. Al regresar a casa esta noche, las insto a que escriban en sus diarios personales esos lugares que están reconociendo y recordando. No tengo duda de que miles de ustedes permanecen en lugares santos. Esos lugares les proporcionan protección, fortaleza y paz en momentos inquietantes. Su testimonio se está fortaleciendo porque defienden la verdad y la rectitud de maneras gloriosas.

Ustedes, las nobles jóvenes de la Iglesia, son mis heroínas. Las amo. Siento el increíble amor que el Padre Celestial tiene por ustedes y les testifico que el evangelio de Jesucristo es verdadero. Él está a la espera, listo para apoyarlas cuando “[permanecen] en lugares santos y no [son] [movidas]”. Amo y sostengo al presidente Thomas S. Monson, nuestro profeta verdadero y que nos da aliento. Digo estas cosas en el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. Doctrina y Convenios 87:8; véanse también Doctrina y Convenios 45:32; 101:22.

  2. Ezra Taft Benson, “Prepare Yourself for the Great Day of the Lord”, New Era, mayo de 1982, pág. 50; véase también Doctrina y Convenios 115:6.

  3. Véase Diccionario Merriam-Webster en línea, “place”, merriam-webster.com/dictionary/place.

  4. Véase José Smith—Historia 1:29.

  5. “Las bendiciones del Templo de El Salvador”, lds.org/youth/video.

  6. Jeffrey R. Holland, “Lessons from Liberty Jail”, Ensign, septiembre de 2009, pág. 26.

  7. Jeffrey R. Holland, “Lessons from Liberty Jail”, pág. 28.

  8. Conversación personal con la autora.

  9. En Estados Unidos a veces esto se conoce como un “heart attack” (ataque al corazón).

  10. Isaías 1:18.

  11. , pág. 4.