2010–2019
Enciendan su luz
Octubre de 2017


Enciendan su luz

Los profetas nos llaman, mis hermanas. ¿Serán rectas ustedes? ¿Expresarán su fe con claridad? ¿Encenderán su luz?

Quizás no sepan esto, pero el presidente y yo somos gemelos. El mismo día en que nací —a la misma hora— en el norte de California, Thomas Monson, de 36 años, fue sostenido como el apóstol más nuevo. Me encanta el vínculo especial y personal que tengo con el profeta de Dios, el presidente Monson.

Los profetas están hablando sobre las mujeres1; en esta reunión escucharán algunas de sus palabras. Para mi texto voy a remontarme casi 40 años atrás a una notable profecía escrita por el presidente Spencer W. Kimball. Septiembre de 1979 era solo la segunda vez que las mujeres de la Iglesia mundial se reunían en su propia reunión general. El presidente Kimball había preparado su discurso, pero cuando llegó el día de la conferencia, él estaba internado en el hospital, así que le pidió a su esposa, Camilla Eyring Kimball, que leyera el discurso en su lugar2.

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La hemana Camilla Kimball hablando en el estrado

La hermana Kimball leyó las palabras del profeta, que recalcaron la influencia de las mujeres SUD en las buenas mujeres del mundo antes de la segunda venida del Salvador. Cerca del final, se dio un mandato electrizante a las mujeres de la Iglesia del cual hemos estado hablando desde entonces.

Permítanme citar algo de lo que dijo el presidente Kimball:

“Finalmente, mis hermanas, quisiera decirles algo que no se ha dicho hasta ahora, o por lo menos no en esta forma. Gran parte del progreso y crecimiento que tendrá la Iglesia en estos últimos días se deberá a que muchas mujeres en el mundo… se sentirán atraídas a la Iglesia en grandes cantidades. Eso sucederá en la medida en que las mujeres de la Iglesia reflejen rectitud y se expresen bien en sus vidas, y al grado en que a las mujeres de la Iglesia se las considere como distintas y diferentes —de maneras favorables— de las mujeres del mundo.

“Entre las verdaderas heroínas del mundo que entrarán en la Iglesia hay mujeres que se preocupan más por ser justas que por ser egoístas. Esas heroínas reales tienen verdadera humildad, lo que otorga un mayor valor a la integridad que a la visibilidad…

“Serán los ejemplos femeninos de la Iglesia quienes constituirán una fuerza significativa tanto en el crecimiento numérico como en el espiritual de la Iglesia en los últimos días”3.

Qué gran declaración profética. En resumen:

  • Las buenas relaciones de las mujeres serán las que desencadenarán gran parte del crecimiento que se producirá en la Iglesia en los próximos años.

  • Las amistades que las mujeres de la Sociedad de Socorro, las mujeres jóvenes y las jovencitas de la Primaria edifiquen con mujeres y jovencitas sinceras, fieles y devotas de otras fes y creencias, serán una fuerza significativa en cuanto a la manera en que la Iglesia crezca en los últimos días.

  • El presidente Kimball llamó a esas mujeres de otras procedencias “heroínas”, quienes se preocuparán más por ser justas que egoístas, que nos mostrarán que la integridad es más valiosa que la apariencia.

He conocido a muchas de esas buenas mujeres al hacer mi trabajo alrededor del mundo. Sus amistades son preciadas para mí. Ustedes también las conocen entre sus amigas y vecinas. Tal vez sean o no miembros de la Iglesia en este momento, pero conectamos con ellas por la amistad que es muy importante. Entonces ¿Cómo desempeñamos nuestro papel? ¿Qué debemos hacer? El presidente Kimball menciona cinco cosas:

La primera es ser rectas. Ser rectas no significa ser perfectas o nunca cometer errores. Significa desarrollar una conexión interna con Dios, arrepentirnos de nuestros pecados y errores, y ayudar libremente a los demás.

Las mujeres que se han arrepentido cambian el curso de la historia. Tengo una amiga que estuvo en un accidente automovilístico cuando era joven y, de eso, se volvió adicta a la medicación para el dolor. Posteriormente, sus padres se divorciaron. Ella quedó embarazada de una breve relación, y sus adicciones continuaron; pero una noche, vio el caos y el desorden de su vida y pensó: “Basta”. Clamó al Salvador Jesucristo para que la ayudara. Dijo que aprendió que Jesucristo era más fuerte que incluso las circunstancias en las que ella se encontraba y que podía confiar en la fuerza de Él mientras caminaba por el sendero del arrepentimiento.

Al regresar al Señor y a Sus caminos, ella cambió el curso de su historia, y la de su hijo y la de su nuevo esposo. Ella es recta y tiene un corazón muy grande para dar cabida a otros que han cometido errores y que quieren cambiar. Al igual que todas nosotras, no es perfecta, pero sabe cómo arrepentirse y cómo seguir adelante.

La segunda es expresarse bien. Expresarse bien quiere decir expresar claramente lo que sienten acerca de algo y por qué. A principios de este año, en mi página de Facebook alguien publicó un comentario que desacreditaba el cristianismo. Lo leí y me sentí un tanto molesta, pero lo ignoré. Sin embargo, una conocida que no es miembro de nuestra fe respondió con su propio comentario. Ella escribió: “[Eso es] exactamente lo opuesto a lo que Jesús representaba; en su época Él era… radical porque Él… trató a todos en el mundo por igual… [Habló a las] prostituta[s], [comió] con el recaudador de impuestos… extendió Su amistad a mujeres y niños indefensos… [y] nos dio el relato del Buen Samaritano… Se deduce que… los verdaderos cristianos se esforzarían por ser la gente MÁS amorosa del mundo”. Cuando leí eso, pensé: “¿Por qué no fui yo la que lo escribió?”.

Cada una de nosotras necesita expresar mejor las razones de nuestra fe. ¿Cómo se sienten acerca de Jesucristo? ¿Por qué permanecen en la Iglesia? ¿Por qué creen que el Libro de Mormón es Escritura? ¿De dónde obtienen su paz? ¿Por qué importa que el profeta tenga algo que decir en 2017? ¿Cómo saben que él es un profeta verdadero? Utilicen su voz y su poder para expresar lo que sienten y saben, en los medios sociales, en conversaciones tranquilas con sus amigos, en charlas con sus nietos. Díganles por qué creen, cómo se sienten, si alguna vez dudaron, cómo salieron adelante, lo que Jesucristo significa para ustedes. Tal como dijo el apóstol Pedro: “… no os amedrentéis… sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para responder… a cada uno que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”4.

La tercera es ser diferentes. Permítanme contarles una historia que ocurrió en julio pasado en la playa de Panama City, en Florida5. Al caer la tarde, Roberta Ursrey vio a sus dos hijos gritando auxilio a una distancia de 90 m en el océano. Los había atrapado una fuerte corriente que los llevaba mar adentro. Un matrimonio cercano trató de rescatarlos, pero ellos también quedaron atrapados en la corriente. Los miembros de la familia Ursrey se lanzaron para rescatar a los nadadores, y rápidamente nueve personas quedaron atrapadas en la contracorriente.

No había cuerdas ni salvavidas. La policía había mandado pedir un bote de rescate, pero la gente en el mar había estado luchando durante 20 minutos; estaban exhaustos y se estaban hundiendo. Entre los espectadores en la playa estaba Jessica Mae Simmons; ella y su esposo tuvieron la idea de formar una cadena humana. Gritaron a la gente de la playa que los ayudara y docenas de personas entrelazaron los brazos y marcharon hacia el mar. Jessica dijo al periódico: “Ver a personas de diferentes razas y géneros entrar en acción para ayudar a personas TOTALMENTE desconocidas [fue] absolutamente increíble!”6. Una cadena de 80 personas se extendió hacia los nadadores. Miren la imagen de ese increíble momento.

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Nadadores creando una cadena humana

Todos en la playa solo podían pensar en soluciones comunes y estaban paralizados, pero un matrimonio, en una fracción de segundo, pensó en una solución diferente. La innovación y la creación son dones espirituales. Cuando guardamos nuestros convenios, quizás nos haga diferentes de los demás en nuestra cultura y sociedad, pero nos da acceso a la inspiración para que podamos pensar en soluciones, métodos y aplicaciones diferentes. No siempre encajaremos en el mundo, pero ser diferente en formas positivas puede ser una cuerda salvavidas para otros que estén luchando.

La cuarta es ser distintas. Distintas significa ser claramente bien definidas. Permítanme volver a la historia de Jessica Mae Simmons en la playa. Una vez que la cadena humana se extendía hacia los nadadores, ella sabía que podía ayudar. Jessica Mae dijo: “¡Puedo contener la respiración y dar la vuelta a una piscina olímpica con facilidad! [Sabía cómo salir de la contracorriente]. Sabía que podría llevar [a cada nadador] hasta la cadena humana”7. Ella y su marido agarraron las pequeñas tablas de surf y nadaron al lado de la cadena hasta que llegaron donde estaban los nadadores y los llevaron, uno a uno, hasta la cadena que los trasladó a la seguridad de la playa. Jessica tenía una destreza distinta: sabía nadar contra la corriente.

El Evangelio restaurado está claramente bien definido, pero tenemos que ser claros acerca de cómo lo seguimos. Al igual que Jessica practicaba la natación, nosotros tenemos que practicar vivir el Evangelio antes de la emergencia para que, sin temor, seamos lo suficientemente fuertes para ayudar cuando a otras personas las arrastre la corriente.

Y, por último, la quinta es hacer de la uno a la cuatro de manera feliz. Ser feliz no significa poner una sonrisa fingida en la cara sin importar lo que esté sucediendo, pero sí significa guardar las leyes de Dios, y edificar y animar a los demás8. Cuando edificamos y levantamos la carga de los demás, eso bendice nuestras vidas en maneras que las dificultades no lo pueden evitar. He puesto una cita del presidente Hinckley donde la puedo ver todos los días. Él dijo: “Es imposible edificar sobre el pesimismo o el cinismo.Se ven las cosas con optimismo, se trabaja con fe, y las cosas suceden9.

Como ejemplo de ese espíritu feliz y optimista, conozco a una niña de 13 años llamada Elsa, cuya familia se está mudando a Baton Rouge, Luisiana, a 2.900 kilómetros de sus amigas. No es muy fácil mudarse a un nuevo lugar cuando se tienen 13 años. Lógicamente, Elsa se sentía insegura en cuanto a la mudanza, así que su papá le dio una bendición. En el mismo momento de la bendición, el teléfono de su madre recibió un texto. Las jóvenes que vivían en el barrio en Luisiana habían enviado esta foto con el subtítulo: “Por favor, ¡múdate a nuestro barrio!”10.

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Mujeres Jóvenes sosteniendo un letrero de bienvenida

Esas jovencitas eran optimistas de que les gustaría Elsa sin ni siquiera conocerla. Su entusiasmo creó optimismo en Elsa sobre la mudanza que se avecinaba y contestó su oración en cuanto a si las cosas saldrían bien.

Hay una energía que se deriva de la felicidad y del optimismo que no solo nos bendice, sino que edifica a todos los que nos rodean. Cualquier cosa pequeña que hagan para iluminar la verdadera felicidad en los demás demuestra que ya empuñan la antorcha que el presidente Kimball encendió.

Yo tenía 15 años cuando se dio el discurso del presidente Kimball. Nosotras, las que somos mayores de 40 años, hemos estado llevando desde aquel día el mandato del presidente Kimball. Ahora, al ver a las personas de 8, 15, 20 y 35 años, les voy a pasar esa antorcha a ustedes. Ustedes son las futuras líderes en esta Iglesia, y de ustedes dependerá llevar adelante esa luz y ser el cumplimiento de esa profecía. Nosotras, las que somos mayores de 40 años, entrelazamos nuestros brazos con los suyos y sentimos su fuerza y energía. Las necesitamos.

Escuchen este pasaje que se encuentra en D. y C. 49:26–28. Quizás se escribió bajo diferentes circunstancias, pero esta noche, mediante el Espíritu Santo, espero que lo tomen como su llamamiento personal a esta sagrada obra.

“He aquí, os digo, id como os he mandado; arrepentíos de todos vuestros pecados; pedid y recibiréis; llamad y se os abrirá.

“He aquí, iré delante de vosotros y seré vuestra retaguardia; y estaré en medio de vosotros y no seréis confundidos.

“He aquí, soy Jesucristo, y vengo pronto”11.

Apelo a cada una de ustedes a que se pongan en un lugar donde puedan sentir el generoso amor que Dios tiene por ustedes. No pueden ponerse más allá del alcance de ese amor. Cuando sientan Su amor, cuando lo amen a Él, se arrepentirán y guardarán Sus mandamientos. Cuando guardamos Sus mandamientos, Él puede utilizarnos en Su obra. Su obra y Su gloria es la exaltación y la vida eterna de las mujeres y los hombres.

Los profetas nos llaman, mis hermanas. ¿Serán rectas? ¿Expresarán su fe con claridad? ¿Soportarán ser distintas y diferentes? A pesar de sus pruebas, ¿atraerá su felicidad a las demás mujeres que sean buenas y nobles y que necesitan su amistad? ¿Encenderán su luz? Testifico que el Señor Jesucristo irá delante de nosotras y estará en medio de nosotras.

Concluyo con las palabras de nuestro bien amado profeta, Thomas S. Monson: “Mis queridas hermanas, este es su día, este es su tiempo”12. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. Presidente Brigham Young: “Dispongan que [las hermanas] organicen Sociedades de Socorro [Femeninas]… en los diversos barrios. Contamos con muchas mujeres talentosas y deseamos que nos ayuden en esto. Algunos podrían pensar que esto es algo trivial, pero no lo es; y descubrirán que las hermanas serán la parte esencial de esta causa” (en Hijas en Mi reino: La historia y la obra de la Sociedad de Socorro, 2011, pág. 47).

    Presidente Lorenzo Snow: “Siempre se les ha hallado al lado del sacerdocio, prestas para… hacer su parte con el fin de ayudar al avance de los intereses del reino de Dios; y así como han compartido estas labores, así también compartirán muy ciertamente en el triunfo de la obra y en la exaltación y la gloria que el Señor dará a Sus hijos fieles” (en Hijas en Mi reino, pág. 7).

    Presidente Spencer W. Kimball: “En esta organización [de la Sociedad de Socorro] radica un poder que aún no ha sido completamente aprovechado para fortalecer los hogares de Sion y edificar el reino de Dios; ni lo será, hasta que tanto las hermanas como los hermanos comprendan la misión que le ha sido encomendada” (en Hijas en Mi reino, pág. 157).

    Presidente Howard W. Hunter: “… hay una gran necesidad de reunir a las mujeres de la Iglesia para que se unan a los hermanos y traten de oponerse a la corriente del mal que nos rodea y de hacer avanzar la obra de nuestro Salvador… Las exhortamos a ministrar con su gran influencia para bien a fin de fortalecer a nuestras familias, a la Iglesia y a la comunidad” (en Hijas en Mi reino, pág. 175).

    Presidente Gordon B. Hinckley: “… las mujeres de la Iglesia son poseedoras de gran fortaleza y capacidad. En ellas hay liderazgo y dirección, un cierto espíritu de independencia, y al mismo tiempo una notoria satisfacción al sentirse parte de este, el reino del Señor, y al trabajar hombro a hombro con el sacerdocio para hacerlo avanzar” (en Hijas en Mi reino, pág. 158).

    Presidente Thomas S. Monson, al citar a Belle Smith Spafford, Presidenta General de la Sociedad de Socorro: “‘Nunca ha tenido la mujer una influencia tan grande como en el mundo de hoy; nunca han estado tan abiertas las puertas de la oportunidad para ella. Este es un período atractivo, emocionante, desafiante y exigente para la mujer;es un tiempo rico en recompensas si mantenemos un equilibrio, si aprendemos los verdaderos valores de la vida y si determinamos nuestras prioridades con sabiduría’ [A Woman’s Reach, 1974, pág. 21]. Mis queridas hermanas, este es su día, este es su tiempo” (“La fortaleza extraordinaria de la Sociedad de Socorro”, Liahona, enero de 1998, pág. 114).

    Presidente Russell M. Nelson: “¡Así que hoy suplico a mis hermanas de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que den un paso al frente! Como nunca antes, ocupen sus puestos en el hogar, en la comunidad y en el Reino de Dios que les corresponden y que son necesarios. Les suplico que den cumplimiento a la profecía del presidente Kimball y les prometo, en el nombre de Jesucristo, que al hacerlo, ¡el Espíritu Santo magnificará su influencia de un modo sin precedentes!” (“Una súplica a mis hermanas”, noviembre de 2015, pág. 97).

  2. Véase el video de la hermana Camilla Kimball leyendo el discurso del presidente Spencer W. Kimball en conference.lds.org; véase también Spencer W. Kimball, “Vuestro papel como mujeres justas”, Liahona, enero de 1980, págs. 167–171.

  3. Véase Spencer W. Kimball, “Vuestro papel como mujeres justas”, pág. 171; cursiva agregada.

  4. 1 Pedro 3:14–15.

  5. Véase McKinley Corbley, “80 Beachgoers form Human Chain to Save Family Being Dragged Out to Sea by Riptide”, 12 de julio de 2017, goodnewsnetwork.org.

  6. Jessica Mae Simmons, en Corbley, “80 Beachgoers Form Human Chain”.

  7. Jessica Mae Simmons, en Corbley, “80 Beachgoers Form Human Chain”.

  8. Véanse Alma 41:10; 34:28; Doctrina y Convenios 38:27; Lucas 16:19–25.

  9. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Gordon B. Hinckley (2016), pág. 74.

  10. Nota de la familia de Virginia Pearce.

  11. Doctrina y Convenios 49:26–28.

  12. Thomas S. Monson, “La fortaleza extraordinaria de la Sociedad de Socorro”, Liahona, enero de 1998, pág. 112.