Ven, sígueme
Usted ha sido llamado como maestro de la Iglesia de Jesucristo


“Usted ha sido llamado como maestro de la Iglesia de Jesucristo”, Ven, sígueme — Para la Escuela Dominical Nuevo Testamento 2019 (2019)

“Usted ha sido llamado como maestro de la Iglesia de Jesucristo”, Ven, sígueme — Para la Escuela Dominical 2019

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El Sermón del Monte

Usted ha sido llamado como maestro de la Iglesia de Jesucristo

Usted ha sido llamado por Dios para enseñar a Sus hijos a la manera del Salvador y fue apartado para este llamamiento por la autoridad de Su santo sacerdocio. Aun cuando no tenga experiencia como maestro, al vivir dignamente, orar a diario y estudiar las Escrituras, el Padre Celestial le concederá la influencia y el poder del Espíritu Santo (véase 2 Nefi 33:1).

Las personas confiadas a su cuidado son hijos de Dios y Él sabe lo que necesitan y cuál es la mejor manera de llegar a ellos. El Espíritu Santo le guiará durante su preparación y cuando esté enseñando. Él le revelará lo que debe decir y hacer.

El propósito esencial del aprendizaje del Evangelio es cambiar vidas. Su meta como maestro es ayudar a las personas a las que enseña a hacer todo lo que puedan para convertirse al evangelio de Jesucristo, una meta que se extiende más allá de la hora de clase. Invite a las personas a las que enseña a participar activamente en su propio aprendizaje de los principios y la doctrina de Jesucristo, y a actuar de conformidad con lo que aprendan. Aliéntelos a que hagan de su estudio individual y familiar el objetivo principal de su aprendizaje del Evangelio. A medida que actúen con fe estudiando de forma individual y familiar, invitarán al Espíritu a sus vidas y serán bendecidos más profundamente que con cualquier cosa que pueda hacer el maestro.

Enseñe solo la doctrina del evangelio restaurado de Jesucristo tal y como se halla en las Escrituras y las palabras de los profetas de los últimos días. La doctrina pura —la verdad eterna e inmutable impartida por Dios y Sus siervos— invita al Espíritu y tiene el poder de cambiar vidas.

El llamamiento de enseñar es una responsabilidad sagrada y es normal sentirse agobiado de vez en cuando. Sin embargo, recuerde que Dios le ha llamado y que nunca le abandonará. Esta es Su obra y si sirve con “todo [su] corazón, alma, mente y fuerza” (D. y C. 4:2), Él aumentará sus habilidades, dones y talentos, y su servicio bendecirá la vida de las personas a las que enseña.