1–3 Juan; Judas

Pida a los niños que nombren cosas que producen luz. Ayúdelos a entender los beneficios de la luz, como ayudar a las plantas a crecer, permitirnos ver y darnos calor. Invite a los niños a tomar turnos para alumbrar una imagen de Jesucristo con una linterna a medida que digan “Dios es luz” (1 Juan 1:5). Testifique que el Padre Celestial y Jesucristo pueden brindar luz a nuestra vida cuando obedecemos los mandamientos.

Oscurezca el salón e invite a los niños a sugerir formas en que se podría iluminar el salón. Ayúdeles a pensar en maneras de llevar la luz de Jesucristo a nuestra vida. Mientras ellos den sus respuestas, prenda linternas o corra las cortinas de las ventanas a fin dejar que la luz entre gradualmente al salón.

Lea 1 Juan 4:11 a los niños y canten una canción que hable del amor de Dios, tal como “Mi Padre Celestial me ama” (Canciones para los niños, págs. 16–17). Pida a algunos niños que compartan cómo saben que el Padre Celestial los ama. Después de cada respuesta, invite a los niños a abrazarse a sí mismos y a decir: “Dios es amor y Dios me ama”.

Lea 1 Juan 4:21 a los niños. Invítelos a compartir o a hacer una dramatización de diferentes maneras de demostrar amor a un amigo, tales como darle un abrazo o hacerles una tarjeta. ¿Cómo hacen sentir esas cosas a nuestros amigos? ¿Cómo se siente el Padre Celestial cuando hacemos cosas amables por los demás?

Lea 1 Juan 5:3 y pida a los niños que presten atención a fin de determinar lo que ese versículo dice sobre la forma en que podemos demostrar que amamos a Dios. Invite a los niños a nombrar tantos mandamientos como puedan. ¿Cómo se siente el Padre Celestial cuando obedecemos Sus mandamientos?

Invite a los niños a hacer un dibujo que muestre una forma en que puedan expresar su amor por el Padre Celestial. Por ejemplo, podrían hacer un dibujo de sí mismos guardando uno de los mandamientos. Canten juntos una canción que hable sobre la obediencia, tal como “Escojamos lo correcto” (Canciones para los niños, págs. 82–83). ¿Cómo nos sentimos cuando obedecemos?

Pida a los niños que imaginen que una persona nueva ha empezado a asistir a su escuela o barrio y que todavía no conoce a nadie en ese lugar. ¿Cómo podría sentirse esa persona? Invite a un niño a leer 1 Juan 4:7–8. ¿Qué sugiere ese versículo en cuanto a la forma en que debemos de tratar a esa persona? Comparta situaciones hipotéticas similares o pida a los niños que piensen en situaciones en las que podrían tener oportunidades de demostrar amor.

Pida a los niños que lean 1 Juan 4:7–8, 20–21, e invite a cada uno a escribir una oración que resuma lo que piensen que sea la lección más importante de esos versículos. Una vez que hayan compartido la oración que formularon, podría contarles la historia de Chy Johnson del discurso del hermano David L. Beck, titulado “Tu sagrado deber de ministrar” (Liahona, mayo de 2013, pág. 55). ¿Cómo pueden los niños seguir el ejemplo de los jóvenes del relato que demostraron amor a Chy? Invite a los niños a compartir otras formas en que puedan demostrar amor a quienes les rodean.

Invite a los niños a hacer una lista en la pizarra de formas en que pueden demostrarle a Dios que lo aman. Luego lean juntos 1 Juan 2:5–6; 5:2–5 para obtener ideas adicionales. ¿En qué forma el obedecer los mandamientos demuestra que amamos al Padre Celestial?

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Familia orando de rodillas

Lea 1 Juan 4:17 y explique a los niños que tener “confianza en el día del juicio” significa sentir tranquilidad y paz cuando estén ante Dios para ser juzgados. ¿Qué enseña ese versículo que debemos hacer para tener esa confianza? ¿Cuáles son algunas de las cosas que podemos hacer desde ahora para tener confianza ante Dios?

Pida a los niños que compartan ocasiones en las que alguien se hayan burlado de ellos por hacer lo correcto. Invite a los niños a leer Judas 1:18–22 en busca de la forma en que podemos permanecer fieles cuando se nos ridiculice o cuando alguien se burle de nosotros. Anote lo que encuentren en la pizarra y hablen sobre diferentes formas de seguir ese consejo.

A fin de resumir el sueño de Lehi (véase 1 Nefi 8:1–35), pida a algunos niños que lean versículos de 1 Nefi 8:26–28, 33. Analicen en qué sentido las personas que estaban en el edificio grande y espacioso eran como los burladores de los que habló Judas. ¿Qué podemos hacer a fin de no dejarnos influenciar por los que se burlen de nosotros o que no estén de acuerdo con lo que creemos? (véase 1 Nefi 8:30, 33).