2002
El poder de un firme testimonio
Enero de 2002


El poder de un firme testimonio

“Tu seguridad personal y tu felicidad dependen de la fortaleza de tu testimonio, ya que éste guiará tus acciones en tiempos de prueba o incertidumbre”.

En este mundo incierto, hay cosas que nunca cambian: el amor perfecto de nuestro Padre Celestial por cada uno de nosotros; la seguridad de que Él existe y que nos escuchará siempre; la existencia de las verdades absolutas e inalterables; el hecho de que hay un plan de felicidad; la seguridad de que el éxito en la vida se obtiene por medio de la fe en Jesucristo y la obediencia a Sus enseñanzas, en virtud del poder redentor de Su expiación; la certeza de la vida después de la muerte; la realidad de que la condición que tengamos allá la establece la forma en que vivamos aquí. El que alguien acepte o no esas verdades, no altera su realidad. Estas verdades constituyen el cimiento esencial de un testimonio viviente. Un firme testimonio es el cimiento inquebrantable de una vida segura y significativa donde la paz, la confianza, la felicidad y el amor pueden florecer. Está cimentado en la convicción de que un Dios, que todo lo sabe, está al frente de Su obra. Él no fracasará. Él cumplirá Sus promesas.

Un firme testimonio es el poder sustentador de una vida de éxito. Está centrado en una comprensión de los divinos atributos de Dios, nuestro Padre, de Jesucristo y del Espíritu Santo; y se afirma por medio de una confianza voluntaria en Ellos. Un testimonio poderoso se funda en la seguridad personal de que el Espíritu Santo puede guiar e inspirar para bien nuestros hechos diarios.

Un testimonio se fortalece mediante impresiones espirituales que ratifican la validez de una enseñanza, de un hecho recto o de la advertencia de un peligro eminente. Con frecuencia, esa guía va acompañada de emociones poderosas que dificultan el habla y llenan los ojos de lágrimas. Pero un testimonio no es emoción, es la esencia misma del carácter entretejido con hebras que han resultado de incontables decisiones correctas. Esas elecciones se han hecho teniendo fe segura en las cosas que se creen y que, al menos al principio, no se ven1. Un firme testimonio brinda paz, consuelo y seguridad; genera la convicción de que, a medida que se obedecen las enseñanzas del Salvador de manera constante, la vida será hermosa, el futuro sólido y tendremos la capacidad para vencer las dificultades que atraviesen nuestro camino. Un testimonio crece de la comprensión de la verdad que destila de la oración y de la meditación de la doctrina de las Escrituras. Se nutre al vivir esas verdades, con fe y la segura confianza de que se lograrán los resultados prometidos.

Un testimonio firme ha sostenido a los profetas a través de las épocas y los ha fortalecido para que actúen con valentía y determinación en tiempos difíciles. Un testimonio poderoso puede hacer lo mismo por ti. Al fortalecer tu testimonio personal, tendrás poder para hacer las elecciones correctas, a fin de permanecer inmutable ante las presiones de un mundo cada vez más despiadado. Tu seguridad personal y tu felicidad dependen de la fortaleza de tu testimonio, ya que éste guiará tus acciones en tiempos de prueba o incertidumbre.

Haz una franca evaluación de tu vida personal. ¿Cuán firme es tu testimonio? ¿Es en verdad un poder sustentador en tu vida? o ¿es más como una esperanza de que lo que has aprendido es verdadero? ¿Se parece más a una creencia vaga de que los conceptos y las pautas de la vida que valen la pena parecen ser razonables y lógicos? Esa aceptación mental no te será de ayuda cuando tengas que afrontar los serios desafíos que inevitablemente se te presentarán. ¿Te guía tu testimonio a tomar decisiones correctas? Para que así sea, las verdades fundamentales deben convertirse en parte esencial de cada fibra de tu carácter. Deben ser una parte esencial de tu ser, más preciada aún que la vida misma. Si una evaluación honrada de tu testimonio te confirma que no es tan firme como debiera ser, ¿cómo puedes fortalecerlo?

Tu testimonio se fortalecerá a medida que ejerzas fe en Jesucristo, en Sus enseñanzas y en Su poder ilimitado para realizar lo que Él ha prometido2. Las palabras claves son “ejerzas fe”. La fe verdadera tiene un poder enorme pero, existen principios que debemos seguir para desatar ese poder. Moroni enseñó: “la fe es las cosas que se esperan y no se ven; por tanto, no contendáis porque no veis, porque no recibís ningún testimonio sino hasta después de la prueba de vuestra fe3. Eso significa que debes poner en práctica la verdad o el principio en el cual tienes fe. Al vivirlo de forma constante, recibirás un testimonio de su veracidad por medio del Espíritu Santo. Por lo general, es un sentimiento de paz; podría ser una emoción interior; se podría manifestar mediante la revelación de otras verdades. Si buscas con paciencia una confirmación, la recibirás. Reconoce que el Señor te dará la capacidad para comprender y probar, por medio de la experiencia personal, la veracidad de Sus enseñanzas. Él te confirmará la certeza de que cuando Sus leyes se obedezcan con buena voluntad y constancia, los resultados serán los prometidos.

Un testimonio poderoso brota de tranquilos momentos de oración y meditación, al reconocer las impresiones que acompañan dicho esfuerzo. La oración humilde y confiable trae consigo consuelo, solaz, dirección y paz, algo que los indignos nunca conocerán.

Algunas verdades relacionadas con la oración pueden ayudarte. El Señor escuchará tus oraciones en tiempos de necesidad e invariablemente las contestará. Sin embargo, Su contestación por lo general no la recibirás mientras te encuentres de rodillas orando, a pesar de que supliques recibir una respuesta inmediata. Existe un modelo que debes seguir. Se te pide que busques una respuesta a tus oraciones y después confirmes que es correcta4. Obedece Su consejo de “estudiarlo en tu mente”5. Muchas veces pensarás en una solución; entonces, busca confirmación de que la respuesta es correcta. Esa ayuda se puede recibir por medio de la oración y la meditación de las Escrituras, en ocasiones por medio de la intervención de otros6, o por tu propia habilidad, mediante la guía del Espíritu Santo.

A veces el Señor deseará que actúes con confianza antes de que recibas una respuesta confirmativa. Sus respuestas se reciben por lo general como envíos de ayuda. Al seguir cada uno de ellos con fe, se unirán para darte la respuesta completa. Ese modelo requiere el ejercicio de la fe. Aunque a veces es muy difícil, da como resultado un significativo progreso personal. En ocasiones, el Señor te dará una respuesta antes de que la pidas. Eso ocurre cuando no eres consciente de un peligro o cuando haces algo que no está bien, pensando que es correcto.

Alma demostró cómo el ayuno y la oración pueden fortalecer tu testimonio. Él declaró:

“…os testifico que yo sé que estas cosas de que he hablado son verdaderas. Y ¿cómo suponéis que yo sé de su certeza?

“He aquí, he ayunado y orado muchos días para poder saber estas cosas por mí mismo. Y ahora sé por mí mismo que son verdaderas; porque el Señor Dios me las ha manifestado por su Santo Espíritu…”7.

Por medio de este ejemplo personal, el presidente Romney enseñó en cuanto al poder fortalecedor de las Escrituras en lo que respecta al testimonio:

“Les exhorto a que se familiaricen con [el Libro de Mormón]. Léanlo a sus hijos; ellos no son demasiado pequeños para entenderlo. Recuerdo que lo estaba leyendo con uno de mis hijos cuando él era muy pequeño… Yo me acostaba en la litera de abajo y él en la de arriba. Nos turnábamos para leer en voz alta los párrafos de esos últimos tres maravillosos capítulos de 2 Nefi. Oí que se le quebraba la voz y pensé que tenía un resfrío… Al terminar, dijo: ‘Papá, ¿lloras alguna vez al leer el Libro de Mormón?’

“‘Sí, hijito… a veces el Espíritu del Señor testifica de tal manera a mi corazón que el Libro de Mormón es verdadero que me hace llorar’.

“Papá, eso mismo me ha sucedido esta noche’”8.

Tu testimonio se fortalecerá mediante la obediencia voluntaria a la ley de los diezmos y por las ofrendas de ayuno, y el Señor te bendecirá abundantemente. Al fortalecerse tu testimonio, Satanás tratará con más ahínco de tentarte. Resiste sus empeños; te volverás más fuerte y la influencia que tenga en ti se debilitará9. El aumento de la influencia de Satanás en el mundo se permite con el fin de crear un ambiente en el cual seamos probados. Aunque él cause estragos y confusión hoy día, el destino final de Satanás quedó establecido por Jesucristo, merced a Su expiación y resurrección. Él no triunfará.

Aun ahora, Satanás debe actuar dentro de los límites establecidos por el Señor. Él no puede quitar ninguna bendición que se haya logrado, ni puede alterar el carácter que se ha formado entretejiendo decisiones correctas. Él no tiene poder para destruir los lazos eternos hechos en un santo templo entre marido, mujer e hijos. Él no puede apagar la fe verdadera; no puede quitarte tu testimonio. Es verdad que esas cosas se pueden perder si se sucumbe a sus tentaciones; pero él no tiene poder para destruirlas.

Esas y otras verdades son ciertas; sin embargo, tu convicción de su certeza debe provenir de tu comprensión de la verdad, de tu aplicación de la ley divina y de tu disposición para buscar el testimonio ratificador del Espíritu. Tu testimonio puede comenzar con el reconocimiento de que las enseñanzas del Señor parecen razonables, pero debe crecer por medio de la práctica de esas leyes. Entonces, tu propia experiencia te atestiguará de su validez y se producirán los resultados prometidos. Esa confirmación no se recibirá en su totalidad a la vez. Un firme testimonio se recibe línea por línea, precepto por precepto; requiere fe, tiempo, obediencia constante y la voluntad de sacrificar.

Un firme testimonio no se puede edificar sobre un cimiento débil; por eso, no pretendas creer en algo de lo cual no estés seguro. Busca recibir una confirmación ratificadora. Esfuérzate en ferviente oración, viviendo rectamente, y pide una confirmación espiritual. Lo bello de las enseñanzas del Señor es que son verdaderas y que puedes confirmarlas por ti mismo. Desarrolla tu susceptibilidad espiritual estando siempre alerta a la guía que se recibe por medio de esa voz apacible y delicada del Espíritu. Permite que tu Padre Celestial conozca tus sentimientos, tus necesidades, tus preocupaciones, tus esperanzas y aspiraciones. Dirígete a Él con total confianza, sabiendo que te escucha y te contesta. Después sigue con paciencia tu vida haciendo aquello que sabes es correcto, andando con esa confianza nacida de la fe y la rectitud, esperando pacientemente la respuesta que vendrá de la manera y en el momento en que el Señor considere más apropiado10.

¿Por qué pudo hacer José Smith aquello que estaba más allá de su capacidad personal? Lo hizo en virtud de su poderoso testimonio, el cual tuvo que ver con su obediencia, su fe en el Maestro y su inquebrantable determinación de hacer Su voluntad. Testifico que a medida que se fortalezca tu testimonio, podrás gozar de inspiración, cuando la necesites y la merezcas, a fin de saber lo que habrás de hacer y, cuando sea necesario, tengas el poder o la capacidad divinos para lograrlo11. José Smith perfeccionó la facultad de seguir la guía del Señor al llevar a la práctica la disciplina personal; no permitió que sus propios deseos, conveniencia o las persuasiones de los hombres interfirieran con esa sumisión. Sigue su ejemplo.

Para obtener paz y seguridad perdurables, en algún momento de tu vida, en instantes de quieta reflexión, debes llegar a saber con seguridad que hay un Dios en los cielos que te ama; que Él está al mando y te ayudará. Esa convicción es la médula de un firme testimonio.

Dentro de unos momentos, el presidente Gordon B. Hinckley impartirá el mensaje final de esta conferencia. Esta mañana lo escuchamos, como profeta del Señor, impartir consejos serios pero a la vez tranquilizadores en cuanto a los desafíos que enfrentamos. Nos suplicó que oráramos con humildad a nuestro Padre Celestial para recibir guía y fortaleza para combatir el mal. Nuestra seguridad se encuentra en Él y en Su Amado Hijo Jesucristo. Sé que el Salvador te ama. Él ratificará tus esfuerzos para fortalecer tu testimonio a fin de que se convierta en un poder consumado para bien en tu vida, un poder que te dará sustento en todos los tiempos de necesidad y te dará paz y seguridad en estos tiempos de incertidumbre.

Como uno de Sus apóstoles autorizado para dar testimonio de Él, testifico solemnemente que sé que el Salvador vive, que Él es un personaje resucitado y glorificado de amor perfecto Él es nuestra esperanza, nuestro. Mediador, nuestro Redentor. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. Véase Éter 12:6; Hebreos 11:1.

  2. Véase Alma 26:22; D. y C. 3:1–10; D. y C. 82:10.

  3. Éter 12:6, cursiva agregada.

  4. Véase D. y C. 6:23, 36; 8:2–3, 10; 9:9.

  5. D. y C. 9:8.

  6. Véase The Teachings of Spencer W. Kimball; editado por Edward L. Kimball, 1982, pág. 252.

  7. Alma 5:45–46.

  8. Véase J. Richard Clarke, “Escudriñad las Escrituras”, Liahona, enero de 1983, pág. 22.

  9. Véase David O. McKay, “Let Virtue Garnish Thy Thoughts,” Improvement Era, junio de 1969; pág. 28.

  10. Véase David O. McKay, “The Times Call for Courageous Youth and True Manhood,” Improvement Era, junio de 1969; pág. 117.

  11. Véase D. y C. 43:16.