2002
Una casa de dios
marzo de 2002


Tiempo Para Compartir

Una casa de dios

“…estableced una casa, sí, una casa de oración, una casa de ayuno, una casa de fe, una casa de instrucción, una casa de gloria, una casa de orden, una casa de Dios” (D. y C. 88:119).

Antes de ir a la Iglesia, te aseas, te peinas y te pones tus mejores ropas. ¿Por qué? Porque quieres mostrar amor y respeto por tu Padre Celestial y por Jesucristo al ser limpio y tener un buen aspecto.

El presidente Boyd K. Packer, Presidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles, relató la experiencia de un viaje de seis días que él y los demás miembros de la tripulación de su avión hicieron durante la Segunda Guerra Mundial. Hacía calor y no pudieron bañarse ni lavar sus uniformes. Cuando entraron en un restaurante, una mujer dijo: “¡Pero que hombres tan sucios!”.

El presidente Packer dijo: “Me sentí muy sucio, incómodo y avergonzado”.

El presidente Packer se sentía incómodo porque sus ropas estaban sucias y él no se había aseado, pero sabe que a nuestro Padre Celestial le gusta mucho más que estemos limpios por dentro. Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y nos bautizamos, nos volvemos limpios. Al guardar los mandamientos y participar de la Santa Cena, renovamos la promesa del bautismo de que seguiremos a Jesucristo. Es como si nos lavásemos de nuevo. Podemos estar limpios por dentro porque Jesucristo pagó el precio por nuestros pecados.

El presidente Packer escribió:

Si tan sólo comprendiéramos

Lo que hemos visto y oído,

Sabríamos que no hay don mayor

Que ser purificados y limpios.

(“Lavados y purificados”, Liahona, julio de 1997, pág. 11).

Antes de que los miembros de la Iglesia vayan al templo, muestran su amor y respeto por nuestro Padre Celestial y por Jesucristo por medio de su limpieza. Cuando seas lo bastante mayor, te sentirás cómodo yendo al templo si estás limpio por dentro y por fuera.

Instrucciones

Pega la página 15 sobre cartulina gruesa y recorta el templo por las líneas de puntos. Dobla las lengüetas por las líneas y pégalas al interior de los muros para formar una caja (véase la ilustración). Recorta los ladrillos con las referencias de las Escrituras. Hay ciertas cosas que puedes hacer para edificar una vida digna de entrar en el templo. Cada día escoge un ladrillo, lee el pasaje y pégalo al exterior del templo.

Ideas para el Tiempo para compartir

  1. 1. Relate la historia de Jesús y la purificación del templo (véase Juan 2:14–17). Explique que el templo es una casa de Dios y que debemos tratarlo con respeto llevando una vida semejante a la de Jesucristo. Pida a los niños que aporten palabras que describan cómo debemos comportarnos para seguir a Jesús y haga una lista con ellas. Túrnense para completar la frase siguiente con las palabras de la lista o con otras que también sean apropiadas: “Voy al templo y seré _________”. Pida al primer niño que rellene el espacio con una palabra; que el segundo niño repita la frase con la primera palabra y que luego añada otra, y así sucesivamente hasta que todos hayan tenido su turno. Canten una canción o un himno sobre seguir a Jesucristo.

  2. 2. Pida a los niños que lean Éxodo 3:1–5 y explique que Moisés fue al monte de Dios y que allí el Señor se le apareció en una zarza ardiente. Pregúnteles qué le pasó a la zarza (lean los versículos 2–3). Pregúnteles qué dijo Dios (lean el versículo 4). Pregunte por qué Dios pidió a Moisés que se quitara el calzado (lean el versículo 5). Muestre el calzado del templo o hablen de él y explique que en el templo nos ponemos un calzado blanco y limpio para mostrar que estamos en un lugar reverente y santo. Cuando vamos a las reuniones de la Iglesia, no nos ponemos el calzado del templo, pero sí nos comportamos de forma reverente. Pregunte a los niños cómo pueden mostrar reverencia en el centro de reuniones. Explique que en el templo somos reverentes de forma muy parecida. Pida a los niños que dibujen cosas que puedan hacer para mostrar reverencia y muestre los dibujos a un miembro del obispado o de la presidencia de la rama.