2002
Me negué a escuchar
mayo de 2002


Me negué a escuchar

Siempre he tenido fe en nuestro Padre Celestial y en Jesucristo, pero la Iglesia era harina de otro costal. Creía que era como cualquier otra iglesia, una entre muchas capaces de conducirme a la salvación.

Entonces, ¿por qué era miembro? Había estado buscando una iglesia que encajara en mis principios religiosos; cuando encontré La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, sabía que había encontrado una “religión buena”, una que coincidía con lo que ya creía de mi estudio de la Biblia, y decidí que ese conocimiento me bastaba.

Pero al asistir a las reuniones y escuchar los discursos y los testimonios, comenzó a surgir en mí el deseo de descubrir por mí misma si la Iglesia era en realidad la Iglesia restaurada de Jesucristo, la única Iglesia verdadera sobre la faz de la tierra. Decidí leer el Libro de Mormón, algo que no había hecho hasta entonces. Me di cuenta, claro está, de que al leer las revistas de la Iglesia no iba a obtener un testimonio si no estudiaba con fe y con un corazón receptivo para recibir la confirmación de nuestro Padre Celestial. Así que estudié y recibí un testimonio de que el Libro de Mormón es verdadero.

Aún así, tenía dudas sobre la Iglesia y deseaba recibir una afirmación clara y definitiva de Dios, algo extraordinario que me diera seguridad. Sabía que no debía pedir una señal, pero la idea predominó en mi mente y es muy probable que me haya privado de obtener el testimonio que buscaba. Cuanto más buscaba una confirmación de esa forma, más rebelde me sentía, y empecé a perder la esperanza.

Un día, en una clase de instituto, el maestro nos mostró un video sobre una persona como yo: insegura de su testimonio. La persona acudía a su obispo en busca de ayuda y éste le explicaba que nuestro Padre Celestial busca ocasiones en las que puede dar respuesta a nuestras oraciones, pero que debemos estar atentos y ser receptivos al Espíritu Santo. El obispo del video decía también que el aprender a reconocer la voz del Espíritu Santo requiere tiempo y un corazón humilde.

Esas palabras me conmovieron profundamente y reconocí que jamás había prestado atención a la voz del Espíritu respecto a la Iglesia porque no había estado dispuesta a hacerlo. Desde el momento en que comencé a orar por un testimonio de la Iglesia, las respuestas habían llegado apaciblemente, poco a poco, pero yo me había negado a escuchar.

Durante la lección de instituto, sentí un cambio en mi corazón que no podía entender y la pesada carga de la duda que había llevado durante nueve años me abandonó. Ahora aceptaba lo que previamente había dudado.

Pero incluso entonces me vi tentada a luchar contra el Espíritu; me dije a mí misma que lo que estaba sintiendo era simplemente una impresión pasajera, una reacción emocional a la película. Esta guerra proseguía en mi interior al abandonar el aula, por lo que busqué un lugar para estar a solas; allí recibí con mayor claridad la presencia del Espíritu Santo, quien finalmente me liberó de mis dudas. Rebosaba de una dicha incomparable. Se me había quitado un gran peso de encima.

Ahora puedo decir con una convicción plena que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la única Iglesia verdadera, restaurada en los últimos días por Jesucristo a través del profeta José Smith. Este testimonio me es muy preciado y con él me siento preparada espiritualmente para recibir la luz y el conocimiento adicionales que el Señor y Su Iglesia tienen que ofrecer.

Isabel Berrios es miembro del Barrio Linde, Estaca Cobija, Cochabamba, Bolivia.