2003
La Noche de hogar para la familia
marzo de 2003


Mensaje de la Primera Presidencia

La Noche de hogar para la familia

Una noche a la semana: el lunes por la noche

“En toda la Iglesia se celebra el programa de la noche de hogar para la familia una vez a la semana [los lunes por la noche], en la cual los padres se sientan con sus hijos y estudian las Escrituras, hablan de los problemas familiares, planean actividades juntos y otras cosas por el estilo. No vacilo en decir que si cada familia la llevara a la práctica, veríamos una gran diferencia en la solidaridad de las familias del mundo” (entrevista, Boston Globe, 14 de agosto de 2000).

“[El Señor] espera que tengamos la noche de hogar para la familia, una noche a la semana para reunirnos con nuestros hijos y enseñarles el Evangelio. Isaías dijo: ‘Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová’. Ése es el mandamiento: ‘Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová’. Y la bendición es: ‘Y se multiplicará la paz de tus hijos’ [Isaías 54:13]” (reunión, Nouméa, Nueva Caledonia, 17 de junio de 2000).

Recuerdos de la infancia

“En 1915, el presidente Joseph F. Smith pidió a los miembros de la Iglesia que efectuaran la noche de hogar para la familia. Mi padre dijo que lo haríamos, que calentaríamos la sala donde estaba el piano de mi madre y haríamos lo que nos pedía el Presidente de la Iglesia.

“Cuando éramos niños, a mis hermanos y a mí no nos gustaba hacer nada enfrente de los demás. Una cosa era hacer algo mientras jugábamos, pero pedirnos que cantáramos solos enfrente de los demás era como pedirle al helado que no se derritiera con el calor de la cocina. Al principio nos reíamos y hacíamos comentarios tontos, pero mis padres insistieron y aprendimos a cantar y orar juntos, a escuchar con atención cuando mamá nos leía cuentos de la Biblia y del Libro de Mormón. Papá nos contaba cuentos de memoria…

“De esas humilde reuniones en la sala de nuestra vieja casa surgió algo indescriptible: se fortaleció el amor que sentíamos por nuestros padres y nuestros hermanos; aumentó el amor que sentíamos por el Señor y creció en nuestro corazón el agradecimiento que sentíamos por las cosas simples y buenas. Esas cosas maravillosas sucedieron porque nuestros padres obedecieron el consejo del Presidente de la Iglesia” (véase “Lecciones que aprendí en la niñez”, Liahona , mayo de 1993, págs. 65–66).

Un orden de prioridad

“Deben establecer en su vida cierto orden de prioridad de las cosas, de hacer hincapié en lo importante y poner a un lado lo que no lo sea y que no conducirá a nada. Establezcan un sentido de justicia, de lo que es bueno y de lo que no lo es, de lo que es importante y de lo que no lo es, lo cual puede llegar a ser una magnífica y maravillosa bendición en la vida” (reunión espiritual, Misión Utah Salt Lake City, 15 de diciembre de 2001).

Un tiempo sagrado para la familia

“Deseo hablar… [de] la noche de hogar. Sentimos temor de que ese programa tan importante esté decayendo en muchos aspectos. Hermanos, no hay nada más importante que su familia. Ustedes lo saben. Este programa comenzó en 1915, hace 88 años, cuando el presidente Joseph F. Smith instó a los Santos de los Últimos Días a apartar una noche a la semana para dedicarla específicamente a la familia. Sería un tiempo dedicado a la enseñanza, a la lectura de las Escrituras, a cultivar los talentos o a hablar sobre asuntos familiares. No debía ser un tiempo para asistir a eventos deportivos ni a ninguna actividad por el estilo. Claro está que, si de vez en cuando hay una actividad familiar de ese tipo, estaría bien. Sin embargo, en virtud de la frenética rapidez de nuestra vida, cada vez en mayor aumento, es muy importante que los padres y las madres se sienten con sus hijos, oren juntos, los instruyan en las vías del Señor, consideren los problemas familiares y permitan que los hijos expresen sus talentos. Estoy convencido de que ese programa se recibió por revelación del Señor en respuesta a las necesidades de las familias de la Iglesia.

“Si existía la necesidad hace 88 años, esa necesidad es por cierto mucho más grande ahora.

“Se tomó la decisión de dedicar la noche del lunes a esta actividad familiar. En las áreas donde hay gran número de miembros de la Iglesia, los funcionarios de las escuelas y otros aceptaron el programa y no programaron eventos para esa noche.

“En la actualidad, parece haber una creciente tendencia a planear otros eventos para la noche del lunes. Respetuosamente, solicitamos a los funcionarios de nuestras escuelas públicas y a los demás que nos permitan tener esa noche a la semana para llevar a cabo ese importante y tradicional programa. Les pedimos que no proyecten actividades que requieran la participación de los niños el lunes por la noche. Estoy seguro de que se van a dar cuenta de que es más importante que las familias tengan la oportunidad de estar juntas sin preocupaciones de otros compromisos, por lo menos una vez a la semana. Quedaremos sumamente agradecidos si colaboran en ese sentido; e instamos con gran ahínco a los padres y a las madres a que tomen más en serio esa oportunidad y ese desafío de hacer de la noche del lunes un tiempo sagrado para la familia.

“He recibido gran cantidad de invitaciones para participar los lunes en reuniones de la comunidad, sobre una cosa u otra, pero las he rehusado todas con agradecimiento, explicando que tengo reservado el lunes para la noche de hogar. Espero fervientemente que cada uno de ustedes haga lo mismo” (“A los hombres del sacerdocio”, Liahona , noviembre de 2002, pág. 58).

Una vida familiar sana

“Si vivimos el Evangelio, la gente vendrá a la Iglesia. Verán lo virtuoso de nuestra vida, les atraerá el mensaje que tenemos para enseñar y que hace gran hincapié en la familia. La familia se convierte en una parte muy importante de nuestra enseñanza y de nuestra existencia, pues creemos que es la unidad básica de la sociedad. Es imposible tener una comunidad fuerte sin tener familias fuertes. No se puede tener un país fuerte sin familias fuertes, sin un padre, una madre e hijos que formen una unidad que trabaja en unión. Vemos que las familias se están desmoronando en los Estados Unidos, en todo el mundo, pero si tan sólo cultivamos una vida familiar buena y sana entre nuestros miembros, no me preocupo demasiado por el futuro de esta Iglesia” (entrevista con Ignacio Carrión, El País , México, 7 de noviembre de 1997).

Ideas Para los Maestros Orientadores

Una vez que se prepare por medio de la oración, comparta este mensaje empleando un método que fomente la participación de las personas a las que enseñe. A continuación se encuentran algunos ejemplos:

  1. Muestre la página 2 (sin mostrar la página 3) y pregunte a los miembros de la familia de qué trata el mensaje. Hagan una lista de las actividades que podrían interponerse con las noches de hogar de los lunes. Lean juntos algunas de las declaraciones del presidente Hinckley y la carta de la Primera Presidencia. Testifique de las bendiciones de efectuar la noche de hogar para la familia cada semana.

  2. Lean en alto “Un orden de prioridad”. Mientras los miembros de la familia se turnan para leer el mensaje, pídales que digan por qué el presidente Hinckley hace hincapié en este tema. Diga por qué esas ideas son importantes para usted e invite a los miembros de la familia a hacer lo mismo.

Carta de la Primera Presidencia

4 de octubre de 1999

Para: Los miembros de la Iglesia de todo el mundo.

Estimados hermanos y hermanas:

La noche del lunes está reservada en la Iglesia para la Noche de Hogar. Animamos a los miembros a que aparten ese tiempo para fortalecer los lazos familiares y enseñar el Evangelio en su hogar.

A principios de año hicimos un llamado a los padres para que dedicaran sus mejores esfuerzos a enseñar y criar a sus hijos en los principios del Evangelio, los cuales les mantendrán cerca de la Iglesia. También aconsejamos a los padres y a los hijos que dieran la más alta prioridad a la oración familiar, a la Noche de Hogar, al estudio y la instrucción del Evangelio y a las actividades familiares sanas.

Instamos a los miembros, donde sea posible, a evitar la celebración de recepciones de boda u otras actividades semejantes los lunes por la noche. Donde sea práctico, los miembros podrían también animar a los líderes comunitarios y educativos a evitar programar actividades que requieran que los niños o los padres estén fuera de casa en la noche del lunes.

Los edificios y propiedades de la Iglesia deben estar cerrados los lunes por la noche. No se deben planificar actividades de barrio o de estaca, y se debe evitar cualquier otra interrupción posible de la Noche de Hogar.

Atentamente,

Gordon B. Hinckley

Thomas S. Monson

James E. Faust