2003
Jamás te des por vencido
marzo de 2003


Jamás te des por vencido

Era la década de 1970, y mi padre, Horacio Lacayo, era un niño pobre de 13 años. Un día su madre se enfadó con él y le dijo que jamás llegaría a ser nada. Él se inquietó y sabía que tenía que portarse mejor, por lo que decidió que haría ciertos cambios.

Poco después conoció a dos misioneros que empezaron a hablarle del Evangelio verdadero de Jesucristo. Horacio tenía un gran deseo de aprender más y de bautizarse, pero cuando se lo dijo a su padre, éste se enojó. Le dijo que ya tenían una religión y que nunca le permitiría ser miembro de otra iglesia.

Así que Horacio le pidió a su hermana María que hablara con su padre a favor de él, ya que su padre solía escuchar el consejo de ella. Una vez que Horacio le habló a María sobre la Iglesia y le explicó que quería bautizarse, ella accedió a ayudarle. Llevó el formulario de permiso a su padre y le dijo con firmeza: “Firmar este papel es lo mejor que puedes hacer por tu hijo”.

El padre terminó por darle permiso, y Horacio se bautizó. Al poco tiempo, su padre empezó a arrepentirse de su decisión y le prohibió que fuera a la Iglesia. Cuando Horacio le suplicó que lo considerara, su padre le dijo enojado que se fuera de casa y no volviera nunca más, por lo que se fue a vivir con su tía.

Una noche, aproximadamente un año más tarde, Horacio soñó que su padre estaba enfermo y que le llamaba. A la mañana siguiente, antes de ir a la Iglesia, le habló a su tía sobre el sueño, pero ella le aseguró que no era más que un sueño y que no se preocupara.

Al volver él de la iglesia, su tía estaba algo alterada y le dijo: “No sé cómo lo supiste, pero tu padre se lastimó en un accidente y te está llamando”. Cuando Horacio fue a ver a su padre, éste se disculpó por lo que había hecho y le dijo que ya no se opondría más a su actividad en la Iglesia.

Con el tiempo, muchos familiares y amigos de Horacio se unieron a la Iglesia. Hoy día, Horacio, su esposa Aida y sus cuatro hijos son miembros activos de la Iglesia. Dos de ellos están sirviendo en una misión y otro acaba de regresar de la suya.

¿Cómo pudo Horacio mantener su fe siendo un niño? Jamás olvidó que el Señor estaba a su lado y que no lo abandonaría. Mi padre nunca se dio por vencido.

Sé que el Señor nos fortalecerá en nuestras batallas espirituales, tal como lo hizo con mi padre, Horacio Lacayo.

Jason Lacayo es miembro del Barrio Camorim, Estaca Jacarepaguá, Río de Janeiro, Brasil, y actualmente sirve en la Misión Chile Osorno.