2003
Su historia familiar: Cómo empezar
agosto de 2003


Su historia familiar: Cómo empezar

Hace varios años, mi esposa y yo decidimos que ya era hora de ordenar nuestros registros. Sin embargo, debido a la presión de mis responsabilidades en la Iglesia con los viajes por todo el mundo, las obligaciones para con nuestra gran familia y el mantenimiento tanto interior como exterior de nuestro hogar, no disponíamos de tiempo suficiente. A pesar de ello, sentíamos inquietud en cuanto a esta responsabilidad de la historia familiar y terminamos por decidir que habría que hacer algo para disponer de más tiempo durante el día.

Empezamos durante las vacaciones de Navidad, cuando tuvimos un poco de tiempo extra. Luego, al volver al horario habitual una vez que pasaron las fiestas navideñas, adoptamos la práctica de levantarnos todos los días una o dos horas más temprano.

Reunimos todo lo que teníamos y en unas semanas quedamos sorprendidos por todo lo que habíamos logrado. Sin embargo, lo más impresionante fue que empezamos a tener experiencias que nos indicaban que, de algún modo, estábamos siendo guiados, que había seres al otro lado del velo que estaban interesados en lo que estábamos haciendo; todo empezó a encajar en su lugar.

Al visitar a los miembros de la Iglesia en todo el mundo y prestar especial atención a este asunto, han ido surgiendo muchos testimonios. Otras personas que están trabajando en sus registros también están teniendo experiencias similares; era como si el Señor hubiera estado esperando que empezáramos.

Encontramos datos que habíamos estado buscando por mucho tiempo; parecía como si ahora aparecieran con gran facilidad. Es más, comenzaron a aparecer cosas cuya existencia desconocíamos. Empezamos a aprender por experiencia propia que esta investigación familiar es una labor inspirada; llegamos a saber que quienes empiezan a trabajar en esa obra serán recompensados con inspiración. Todo era cuestión de empezar.

Una vez que comenzamos, encontramos el tiempo; de alguna forma éramos capaces de cumplir con las demás responsabilidades. Parecía haber una mayor inspiración en nuestra vida gracias a esta obra.

El camino se vislumbra al comenzar

Pero la decisión, la acción, debe empezar con la persona; el Señor no va a interferir en nuestro albedrío. Si deseamos tener un testimonio de la obra familiar y del templo, debemos hacer algo con respecto a dicha obra. El siguiente es un ejemplo de lo que puede sucedernos, si lo hacemos.

En una ocasión asistí a una conferencia en la Estaca Hartford, Connecticut. Se había asignado a la presidencia de estaca con tres meses de antelación que hablara sobre la historia familiar. Uno de ellos había sido consejero de dicha presidencia, pero en la conferencia fue llamado como patriarca de la estaca. Él relató este interesante incidente.

Este hermano no había logrado comenzar la obra de historia familiar, aunque estaba “convertido” a ella. Simplemente, no sabía dónde empezar. Al recibir la asignación de preparar una especie de biografía basándose en sus propios registros, le fue imposible encontrar nada de su infancia y juventud, a excepción de su certificado de nacimiento. Era uno de once hijos nacidos a emigrantes italianos, y el único miembro de la familia que pertenecía a la Iglesia.

Para cumplir con la asignación, intentó recopilar todo lo que pudiese encontrar sobre su vida. Al menos estaba haciendo el intento de dar comienzo, pero parecía que no había lugar a dónde ir. Podría componer la historia de su vida valiéndose de su propia memoria y de los pocos registros con los que contaba.

Entonces sucedió algo interesante. Su madre, entrada ya en años y que residía en un asilo de ancianos, sintió un gran anhelo por regresar una vez más a su Italia natal. Llegó a obsesionarse tanto con ese deseo, que los médicos pensaron que no se ganaría nada con negarle su petición, así que la familia decidió concederle su último deseo. Por alguna razón, todos los familiares decidieron que este hermano —el único que era miembro de la Iglesia— debería acompañar a su madre a Italia.

De repente, se encontró volviendo al hogar de sus antepasados. ¡Se estaba abriendo una puerta! Ya en Italia, visitó las parroquias donde sus padres fueron bautizados. Conoció a muchos parientes; se enteró que los registros de las parroquias se remontaban 500 años. Visitó la casa consistorial para indagar en los registros y halló a personas que estaban muy dispuestas a cooperar. El secretario municipal le dijo que el verano anterior habían estado allí un seminarista y una monja buscando registros de la familia de este hermano y que estaban recopilando datos genealógicos de su familia. Le dio los datos para localizar a esas personas y pudo seguir esa pista. Se enteró también que en Italia hay una ciudad que lleva el mismo apellido de la familia.

Pero eso no es todo. Cuando vino a Salt Lake City para asistir a la conferencia general, regresó a su casa pasando por Colorado, donde viven muchos familiares suyos, y con muy poca persuasión se creó una organización familiar y se planeó una reunión familiar, la cual se celebró poco después.

Y, como siempre sucede, algunos parientes —sus tías y tíos, sus hermanos y hermanas— empezaron a facilitarle fotos y datos sobre su vida que él desconocía. Y, como ocurre en estos casos, este hermano aprendió que ésta es una obra de inspiración.

El Señor le bendecirá a usted una vez que comience esta obra, algo que ha sido muy evidente para mi familia. Desde el momento en que decidimos que comenzaríamos desde donde pudiéramos y con lo que tuviéramos, nos han sucedido muchas cosas.

En una ocasión llevé a la Sociedad Genealógica ochos enormes volúmenes de manuscritos de historia familiar que contenían 6.000 registros de grupo familiar realizados de manera muy profesional y pertenecientes a la familia Packer. Todos esos registros fueron recopilados por Warren Packer, oriundo de Ohio, maestro de escuela y luterano. Ha dedicado 30 años a la realización de ese proyecto sin saber ciertamente por qué; y ahora tiene dos volúmenes más. Ahora comienza a percibir por qué ha estado tan inmerso en esta labor con el paso de los años y disfruta en abundancia del espíritu de la obra.

También hemos disfrutado de la oportunidad de localizar y visitar el hogar ancestral de los Packer en Inglaterra. Muchas de aquellas casas señoriales inglesas se han abierto recientemente al público, pero no sucede así con ésta. Está a unos 15 minutos de distancia en auto del Templo de Londres y se halla edificada en el sitio de un antiguo castillo y tiene un foso alrededor. Se yergue tal y como cuando se terminó de construir a principios del siglo XVII. Los retratos de nuestros antepasados cuelgan de los lugares donde se colocaron hace 300 años. La propiedad dispone de una pequeña capilla en la que hay una vidriera en la que aparece el escudo de armas de los Packer desde 1625.

La información empezó a aflorar una vez que empezamos a poner manos a la obra. De ningún modo somos expertos en investigación genealógica, pero sí estamos dedicados a nuestra familia. Testifico que si empezamos donde nos encontramos en este momento —cada uno con su información personal y con los registros de los que dispongamos— y empezamos a ponerlos en orden, las cosas encajarán en su lugar, tal como se debe.

Cómo empezar

La cuestión es empezar. Usted llegará a conocer el principio que sabía Nefi cuando dijo: “…iba guiado por el Espíritu, sin saber de antemano lo que tendría que hacer” (1 Nefi 4:6).

Si no sabe por dónde empezar, empiece por usted mismo . Si no sabe qué registros solicitar ni cómo obtenerlos, empiece con los que ya tenga.

Hay dos instrucciones muy simples para aquellos que estén aguardando un lugar en el que puedan empezar; podrían hacer lo siguiente:

Consiga una caja de cartón; cualquier caja servirá; póngala en un lugar donde estorbe, bien sea en el sofá o en el mesado de la cocina, cualquier lugar donde no pase desapercibida. A continuación, durante varias semanas, reúna y ponga en la caja cada registro de la vida de usted, como la partida de nacimiento, el certificado de su bendición, el de bautismo, el de la ordenación en el sacerdocio y el de graduación. Reúna diplomas, todas las fotografías, logros académicos, diarios que haya escrito, cualquier cosa que tenga que ver con su vida; cualquier cosa escrita, grabada o registrada que testifique que usted está vivo y lo que haya hecho.

No intente hacerlo todo en un día; dedíquele tiempo. La mayoría de nosotros tenemos esas cosas desperdigadas por ahí. Algunas están embaladas en una caja en el garaje, debajo de una pila de periódicos; otras están guardadas en los cajones, en el desván o en cualquier otro lugar. Puede que incluso algunas estén entre las páginas de la Biblia o en cualquier otro lugar.

Reúna todos esos documentos y póngalos en una caja. Guárdelos ahí hasta que haya recuperado todo lo que crea tener. Luego haga sitio en una mesa, o en el suelo, y ordénelo todo. Divida su vida en tres periodos… así es como lo hace la Iglesia. Todos los programas de la Iglesia se dividen en tres categorías generales: niños, jóvenes y adultos.

Comience por la sección de la niñez y empiece por la partida de nacimiento. Ordene cada registro en orden cronológico: las fotos, el certificado de bautismo, etc., hasta la edad de 12 años.

A continuación, reúna todas las cosas relacionadas con su juventud, desde los 12 hasta los 18 años, o hasta cuando se casaron. Póngalo todo en orden cronológico. Organice los registros —certificados, fotografías, etc.— y póngalos en otra caja o en un sobre, y haga lo mismo con los registros del resto de su vida.

Una vez que lo haya hecho, tendrá todo lo necesario para completar su historia personal. Sencillamente tome su partida de nacimiento y comience a escribir: “Nací el 10 de septiembre de 1924 en Brigham City, Utah. Mi padre fue Ira W. Packer y mi madre Emma Jensen Packer. Fui el décimo hijo y el quinto varón de la familia”.

No le llevará mucho tiempo escribir o dictar a una grabadora el relato de su vida, pero sí será muy preciso porque usted habrá recopilado los registros.

¿Y ahora qué? Después de haber bosquejado su vida hasta la fecha, ¿qué puede hacer con todos los materiales que ha recopilado?

Eso, naturalmente, le lleva al libro de recuerdos. Sólo péguelos ligeramente en las páginas para que los pueda retirar cuando los necesite y tendrá un libro de recuerdos.

Una vez que inicie este proyecto, empezarán a ocurrir cosas muy interesantes e inspiradoras. No se puede hacer mucho sin sumergirse aunque sea un poco en el espíritu de esta obra o sin hablar de ello, al menos en su entorno familiar. Empezarán a sucederle cosas ciertamente interesantes cuando muestre algo de interés en su propia historia familiar. Éste es un principio sólido que cuenta con muchísimos testimonios. Eso le ocurrirá a usted.

La tía Clarita le dirá que tiene una fotografía de usted con su bisabuelo. Usted sabe que no puede ser porque él falleció un año antes de que usted naciera; pero la tía Clarita saca la foto donde aparece el bisabuelo, con usted, de bebé, en sus brazos. Al verificar los registros, usted descubre que el bisabuelo falleció un año después de que usted nació, lo que resulta ser un detalle importante de su historia familiar.

Esta información exacta significa algo, al igual que la inicial que aparece en el reverso de la fotografía. De momento quizás usted no lo sepa, pero es una clave: el comienzo de la obra de las ordenanzas del templo a favor de algunos de sus antepasados.

Usted cree en la resurrección y, por tanto, debe saber que el bautismo por alguien que ha fallecido es tan esencial como el que recibe alguien que está vivo; no hay distinción en su trascendencia. Deben efectuarlo mientras están vivos o se debe hacer por ellos una vez que hayan fallecido.

El Nuevo Testamento por entero se centra en la resurrección del Señor; transmite el mensaje de que todos vamos a resucitar. Cada pasaje y cada motivación que se aplica a la obra misional tiene su aplicación en la obra de las ordenanzas a favor de los muertos.

Ya ha escrito su propia historia familiar y ha preparado un libro de recuerdos. Parece demasiado fácil… bueno, lo es, casi. En realidad significa que tiene que empezar. Al igual que Nefi, usted será “guiado por el Espíritu, sin saber de antemano lo que [tendrá] que hacer” (1 Nefi 4:6).

De modo que busque una caja de cartón, póngala donde estorbe y empiece a llenarla; a medida que sucedan cosas percibirá que está aconteciendo algo espiritual, cosa que no debe extrañarle.

Cuando el corazón se vuelve

La obra de historia familiar tiene el poder de hacer algo por los que han muerto y también por los que viven. La obra de historia familiar de los miembros de la Iglesia ejerce una influencia refinadora, espiritualizante y atenuante sobre los que se dedican a ella. Ellos entienden que están uniendo a su familia, los que viven a los que les han precedido.

En cierta forma, la labor de la historia familiar se justificaría a sí misma aunque no tuviéramos éxito en la preparación ni de un solo nombre para la obra del templo. El proceso de buscar, así como los medios para indagar esos nombres, merecerían todo el esfuerzo que usted pueda dedicarles. ¿Por qué? Porque uno no puede buscar nombres sin saber que éstos representan a personas. Se empiezan a descubrir cosas de otras personas, y al investigar a nuestros antepasados nos interesamos en algo más que en los nombres o el número de ellos que vamos a enviar al templo. Nuestro interés se vuelve al corazón de nuestros padres; anhelamos encontrarles, conocerles y servirles.

Al obrar así, estamos haciéndonos tesoros en el cielo.

Este artículo procede de extractos del libro The Holy Temple, escrito por el presidente Boyd K. Packer.

Fundamentos de la Historia Familiar

Hay varios elementos básicos de la obra de historia familiar y del templo. Con el transcurso del tiempo, puede que sufran alguna modificación en el hincapié que se hace en ellos o en la forma en que se aborde la participación de la Iglesia, pero dichos elementos seguirán siendo los mismos.

  1. Cada uno de nosotros debe recopilar la historia de su vida.

  2. Cada uno de nosotros debe tener un libro de recuerdos.

  3. Tanto en el plano personal como en el familiar, cada uno de nosotros debe buscar a sus antepasados, comenzando por las cuatro generaciones más cercanas de cada línea y luego yendo tan atrás como podamos.

  4. Debemos participar en otros programas, como el de extracción de nombres, cuando se nos pida hacerlo.

  5. Debemos organizar nuestras familias y celebrar reuniones familiares.

  6. Si tenemos acceso a un templo, cada uno de nosotros debe asistir con la máxima frecuencia posible para colaborar en la obra de las ordenanzas, primero por nosotros mismos, luego por nuestros antepasados y después por todos los nombres que se hayan recabado por otros medios ajenos a los nuestros.