2003
Preparémonos para comparecer ante Dios
octubre de 2003


Mensaje de las maestras visitantes

Preparémonos para comparecer ante Dios

Por medio de la oración, seleccione y lea de este mensaje los pasajes de las Escrituras y las enseñanzas que mejor satisfagan las necesidades de las hermanas a las que visite. Comparta sus experiencias y su testimonio, e invite a las hermanas a las que enseñe a hacer lo mismo.

Alma 34:32: “…esta vida es cuando el hombre debe prepararse para comparecer ante Dios; sí, el día de esta vida es el día en que el hombre debe ejecutar su obra”.

Élder Marvin J. Ashton (1915–1994), del Quórum de los Doce Apóstoles: “Las diez vírgenes [véase Mateo 25:1–13] representan a los miembros de la Iglesia de Jesucristo, y no al mundo en general… La responsabilidad de tener aceite en nuestras lámparas personales es un requisito y una oportunidad individuales. Es imposible compartir el aceite de la preparación individual… En la parábola, el aceite se adquiere en el mercado; pero en el diario vivir, se acumula gracias a una vida recta, gota a gota” (“A Time of Urgency”, Ensign, mayo de 1974, pág. 36).

Presidente Harold B. Lee (1899– 1973): “¿Desde hace cuánto tiempo han postergado el día del arrepentimiento de sus propias infracciones? El juicio que enfrentaremos será ante el Juez Justo que tendrá en cuenta tanto nuestra capacidad como nuestras limitaciones, nuestras oportunidades y nuestras desventajas. El que peca y se arrepiente, y desde entonces en adelante llena su vida con un esfuerzo impulsado por la determinación, puede no perder tanto en ese día de juicio justo como el que, aun cuando no haya cometido un pecado grave, falle de modo lamentable por no haber hecho lo que tuvo capacidad para hacer y oportunidad de hacer, pero no lo hizo” ( Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Harold B. Lee, 2000, pág. 254).

Élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles: “El juicio final no es simplemente una evaluación de la suma total de las obras buenas y malas, o sea, lo que hemos hecho . Es un reconocimiento del efecto final que tienen nuestros hechos y pensamientos, o sea, lo que hemos llegado a ser . No es suficiente que cualquiera tan sólo actúe mecánicamente. Los mandamientos, las ordenanzas y los convenios del Evangelio no son una lista de depósitos que tenemos que hacer en alguna cuenta celestial. El Evangelio de Jesucristo es un plan que nos muestra cómo llegar a ser lo que nuestro Padre Celestial desea que lleguemos a ser” (“El desafío de lo que debemos llegar a ser”, Liahona , enero de 2001, pág. 40).

Alma 5:28: “…¿os halláis despojados del orgullo? Si no, yo os digo que no estáis preparados para comparecer ante Dios”.

Moroni 7:47: “…la caridad es el amor puro de Cristo… y a quien la posea en el postrer día, le irá bien”.

Anne C. Pingree, Segunda Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro: “Podemos alterar la faz de la tierra, una familia y un hogar a la vez , mediante la caridad, nuestros actos pequeños y sencillos de amor puro… Poco a poco, nuestros actos caritativos cambian nuestra naturaleza, definen nuestro carácter y, al final, nos convierten en mujeres que tienen el valor y la dedicación para decir al Señor: ‘Heme aquí, envíame’ ” (“Caridad: Una familia y un hogar a la vez”, Liahona noviembre de 2002, págs. 108–109).

Presidente Spencer W. Kimball (1895–1985): “Para aquellos que escuchen las advertencias y hagan los preparativos, para los que se encuentren en la medianoche con sus lámparas llenas del aceite de justicia, para aquellos que tengan paciencia, que perseveren en sus sufrimientos y que tengan una dedicación total, la promesa es que se sentarán en el banquete con su Señor” (véase La fe precede al milagro , 1983, pág. 258).

  • ¿Cómo podemos aumentar el aceite de nuestras lámparas (véase D. y C. 45:56–57)?

  • ¿Qué podemos hacer para ser más caritativas y menos orgullosas?