2004
Pautas Para Una Vida
enero de 2004


Pautas Para Una Vida

“Escudriñad diligentemente, orad siempre, sed creyentes, y todas las cosas obrarán juntamente para vuestro bien” (D. y C. 90:24).

El departamento de las revistas de la Iglesia pidió al élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce Apóstoles, que compartiera algunos pensamientos sobre D. y C. 90:24, el lema de la Mutual de los Hombres y las Mujeres Jóvenes para el año 2004.

Parece que este pasaje estuviese dividido en cuatro partes. ¿Qué significa la primera parte: “Escudriñad diligentemente?”.

Élder Perry: El Señor dice que, a fin de obtener respuestas, no sólo debemos escudriñarlas, sino que debemos hacerlo diligentemente , es decir, hay que hacer un esfuerzo, hay que realmente dedicarse a ello. Uno de los mejores lugares para buscar respuestas se encuentra en las Escrituras, y escudriñar diligentemente significa leerlas una y otra vez, con oración y fe, hasta que la respuesta sea obvia.

A menudo pienso en lo que sucedió en el Libro de Mormón, en 1 Nefi 3–4, cuando Lehi envió a sus hijos de regreso a Jerusalén para obtener de Labán el registro conocido como las planchas de bronce. Se trataba de un registro muy importante que la gente necesitaba para no degenerar en la incredulidad.

En su primer intento, los hijos de Lehi dejaron que la suerte decidiera cómo obtendrían el registro. Echaron suertes y Lamán fue el escogido. Éste fue a hablar con Labán, quien se enfadó y lo expulsó de su presencia. Si los jóvenes dejan el estudio de las Escrituras a la casualidad (sólo a lo que ocasionalmente aprendan en la Mutual, en seminario o en la clase de la Escuela Dominical) no obtendrán el profundo significado que resulta del estudio personal y familiar. No se puede dejar al azar un tesoro tan importante como es el conocimiento del Evangelio.

Luego los hijos de Lehi intentaron comprar las planchas de bronce a cambio de las cosas del mundo. Pero Labán envió a sus siervos para que los mataran y, a fin de escapar, tuvieron que abandonar sus bienes. Los jóvenes de hoy día pueden verse tentados a buscar la felicidad por medio de las cosas del mundo, pues ese tipo de ideas se les presentan en todo momento mientras permanecen sentados ante el televisor o navegan por Internet. Sin embargo, tarde o temprano, descubrirán que esas ideas no les conducirán a la felicidad que andan buscando.

Por último, Nefi decidió que la única manera de obtener los registros era mediante la fe. Una vez tomada esa decisión, fue guiado por el Espíritu para saber qué hacer y recibió grandes bendiciones. Obtuvo las Escrituras y la familia de Lehi pudo viajar por el desierto con el sagrado registro para guiarles. Del mismo modo, si los jóvenes obran con fe, recibirán un conocimiento que les guiará.

¿Son las Escrituras lo único que debemos escudriñar diligentemente?

Élder Perry: Debemos buscar la verdad recordando la palabra diligentemente . No se puede hacer con un esfuerzo a medias, sino con todas nuestras fuerzas. También es importante guardar los mandamientos para que podamos percibir los susurros del Espíritu, pues parte del ser diligente es el ser digno.

Mientras escudriñamos, ¿qué podemos encontrar que nos sea de utilidad?

Élder Perry: Las Escrituras nos dan la orientación que precisamos; son la palabra del Señor que nos ha sido revelada por medio de los profetas. Las Escrituras han sido reveladas en épocas, momentos y años diferentes, lo que nos da la gran oportunidad de tener una amplia visión de lo que ha acaecido y de que las verdades han sido restauradas. Cuando se estudian con regularidad, podemos hallar la pauta para nuestra propia vida y ver la forma en que la obediencia nos traerá bendiciones.

La parte siguiente del versículo dice “orad siempre”. ¿Cómo se hace eso?

Élder Perry: Teniendo una oración en el corazón. No es necesario expresarla siempre en voz alta, pero hay muy pocas horas al día en las que no se precisa guía y dirección sobre el curso que debemos seguir. Es maravilloso y satisfactorio saber que el Señor está ahí las 24 horas del día, siete días de la semana. Él siempre está ahí para nosotros.

Recuerdo una experiencia que tuve en el cuerpo de los infantes de marina de los Estados Unidos, cuando regresábamos a la base tras una larga y pesada marcha obligatoria; estábamos cansados, hambrientos y muertos de sed. Los cocineros habían preparado una ensalada de pollo para darnos fuerzas hasta la cena. ¡Qué buen aspecto tenía! Un amigo y yo nos deteníamos siempre para bendecir los alimentos antes de comer, y en aquella ocasión oramos mientras los demás empezaban a comer vorazmente. En pocas horas, todos los del grupo resultaron sumamente enfermos, excepto nosotros dos, los únicos que nos habíamos detenido para dar gracias al Señor.

Obviamente, la mayoría de las oraciones no presentan resultados tan espectaculares. Por lo general, la respuesta suele ser un sentimiento tranquilo y apacible sobre lo que es correcto. Ha habido muchas ocasiones en mi vida en las que la oración ha sido fuente de consuelo y seguridad.

Debemos acordarnos siempre de dar gracias. Nuestro Padre Celestial nos concede muchas oportunidades y bendiciones maravillosas. La mayoría de nuestras oraciones debieran ser expresiones de agradecimiento por lo que Él nos ha dado.

¿Cómo podemos cultivar el hábito de tener una oración en nuestro corazón?

Élder Perry: Espero que en gran parte resulte del seguir el ejemplo de buenos padres. Si la oración forma parte de la vida cotidiana de los jóvenes, ellos gozan de un sentimiento cálido y cómodo al acudir al Señor. La oración nos brinda consuelo y es una práctica que todo niño acepta fácilmente.

¿Qué aconsejaría a los que no viven en ese tipo de entorno?

Élder Perry: Ellos tienen la oportunidad de abrazar el Evangelio. La Iglesia concede oportunidad tras oportunidad de orar. Creo que la guía de buenos líderes del sacerdocio, de la Mutual y de los Hombres y las Mujeres Jóvenes puede motivar la práctica de la oración. De ese modo se compensa el no haber tenido a temprana edad la posibilidad de orar, con la oportunidad de hacerlo más tarde, de avanzar y de comprender lo que nos ha dado el Señor.

¿Qué importancia tiene el ser creyentes?

Élder Perry: Creo que siempre he sido creyente. Tuve un padre noble que fue mi obispo durante mis primeros 18 años de vida. Él creía y confiaba en el Señor, y lo seguía en su llamamiento del sacerdocio. Mi madre tuvo siempre unas creencias fuertes y confiaba en su testimonio. La creencia de mis padres originó en mí el deseo de creer, lo cual fue vital para que yo obtuviera mi propio testimonio.

¿Qué hay que hacer para obtener nuestro propio testimonio?

Élder Perry: Todos debemos obtener nuestro propio testimonio, y el ejemplo de los demás es una magnífica forma de empezar. Nos sentimos tranquilos cuando alguien en quien confiamos comparte un testimonio solemne. Existe una afinidad natural que nos impulsa hacia ese deseo de ser creyente.

También es importante que vivamos los mandamientos. Debemos conocer la ley del Señor y esforzarnos por vivirla a fin de probar que funciona y que nos proporciona bendiciones. El Salvador dijo: “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” (Juan 7:17).

Con frecuencia he pensado: “¿Y si me hubiera criado sin el Evangelio? ¿Cómo habría reaccionado si hubiera oído su prédica?”. Espero que habría sido lo bastante sensible para escuchar, sopesar y orar.

No creo que el testimonio proceda de la nada. El testimonio es algo que siempre está creciendo. Al disponer de oportunidades de servir en el reino del Señor y ver cómo Él bendice a Su pueblo, mi testimonio sigue creciendo.

¿Qué otras cosas debemos hacer?

Élder Perry: Nunca olvidemos el valor de participar de la Santa Cena. Recuerdo otra experiencia que tuve durante mi servicio en el ejército. Yo formaba parte de un grupo que pudo permanecer junto por un tiempo. Durante todo el período de mi servicio militar, efectuábamos las reuniones sacramentales cada domingo. A veces el agua se pasaba en el tapón de una cantimplora y el pan era una galleta procedente de nuestras raciones de comida, pero participábamos de la Santa Cena. Aquellos amigos que estaban lejos de nosotros y que durante mucho tiempo no tenían la oportunidad de participar de la Santa Cena parecían no estar tan seguros de su fe a causa de ello.

Deben buscar compañeros Santos de los Últimos Días que sean rectos y asegurarse de renovar sus votos y convenios con el Señor cada domingo. Eso ayuda a la gente a darse cuenta de que el Señor está obligado a facilitarles las bendiciones que le pidan, si son dignos y hacen su parte.

¿Cómo y cuándo debemos esperar que “todas las cosas [obren] juntamente para [nuestro] bien”?

Élder Perry: El tener que esperar puede ser una gran bendición, pues las recompensas se aprecian más al tener que trabajar por ellas. En cada etapa de la vida entramos en una fase diferente, y al progresar de fase en fase, hallamos satisfacción cada vez mayor al seguir las enseñanzas de la Iglesia.

Hay un gran testimonio del Espíritu Santo en el interior de la persona que hace lo correcto, un testimonio que aporta alegría, paz y satisfacción que no se logran de ninguna otra manera. Si vivimos rectamente, todo lo demás saldrán bien. Tal vez esas cosas no salgan como teníamos planeado, pero serán para nuestro beneficio. Recuerden que las bendiciones se reciben según el horario del Señor.

¿Qué sucede con las tragedias que golpean nuestra vida? ¿Cómo pueden beneficiarnos?

Élder Perry: Yo he perdido a una esposa y a una hija, y si bien ha sido duro, no ha debilitado mi testimonio. He descubierto que se pueden vencer las pruebas de la vida si nos mantenemos en nuestro rumbo. Es posible realizarse a pesar de la tragedia, y esa realización es fuente de gran satisfacción. El perseverar con fe es una experiencia que nos acerca más al Espíritu.

Si ustedes escudriñan diligentemente, oran siempre y son creyentes, será difícil desviarse del camino. Así nos lo ha prometido el Señor. Cuando la gente se aleja del Señor, se produce un deterioro automático de nuestra capacidad de seguir el Espíritu y una pérdida de la oportunidad de experimentar verdadero gozo en la vida. Cuando se sigue al Señor, se prospera, se progresa y, aunque haya dificultades, las buenas cosas de la vida llegan según el plan del Señor.

Qué gran satisfacción se recibe al saber quiénes somos, qué debemos hacer aquí y cuáles son las bendiciones eternas que nuestro Padre Celestial ha prometido a los fieles en las eternidades venideras. ¿Puede haber consuelo mayor que ése?

¿Cómo se sabe que se ha cumplido lo prometido si no percibimos resultados inmediatos?

Élder Perry: Uno de los motivos por los que estamos en la tierra es para aprender a tener paciencia y perseverancia y a vivir en rectitud. Tal vez lleve algún tiempo ver los resultados, pero si vivimos con rectitud, descubriremos la dicha y la felicidad que provienen de una buena vida; en eso consiste la fe.

¿Alguna sugerencia de última hora sobre cómo llevar a la práctica las instrucciones del Señor en D. y C. 90:24?

Élder Perry: Hagan lo que ahí se dice. Es una promesa del Señor; fíjense en lo que les promete: “…todas las cosas obrarán juntamente para vuestro bien”. ¡Qué gran bendición! Se trata de una promesa del Señor para estos maravillosos jóvenes. Él jamás nos ha fallado.

He disfrutado de una vida magnífica, interesante y plena y deseo que todo joven de la Iglesia reciba idénticas bendiciones. Yo no fui un estudiante con notas sobresalientes, ni destaqué jugando al baloncesto; de hecho, creí que de adolescente no era sino mediocre. Pero a pesar de ello, ha sido una vida tan buena y plena que deseo hacer todo lo posible por que los jóvenes sientan lo mismo.

No todos los días he tenido éxito en la vida, pero tampoco creo que haya habido un día en el que el Señor no estuviera conmigo para inspirarme y guiarme. Creo que he concluido cada jornada con un corazón satisfecho y un espíritu entusiasta que me motiva a volver a esforzarme al día siguiente, y sé que ésa es una magnífica forma de vivir.

Entrevista realizada por Richard M. Romney y Janet Thomas.