2004
No había quedado sin hogar
septiembre de 2004


No había quedado sin hogar

Encontré un hogar en el Evangelio verdadero de Jesucristo gracias a las buenas obras de un miembro.

Mi madre falleció cuando yo tenía 12 años, dejando a mi padre al cargo de sus seis hijos. Había pocas opciones educativas en nuestra zona y muchos se contentaban con una educación muy básica; pero yo no; me aferré al sueño de terminar mis estudios.

Mi oportunidad llegó cuando me trasladé a la ciudad de Santarém, Brasil, a los 17 años. Mi padre hizo los arreglos para que me alojara con unos conocidos suyos y empecé a tomar algunas clases, aunque mi empleo apenas me daba para los materiales escolares que necesitaba.

Durante mi primer año, las personas con las que me alojaba me pidieron que me uniera a su iglesia, pero yo rehusé repetidas veces. Llegó el tercer año y aún no me había unido a su iglesia; entonces un día me pidieron que buscara otro sitio donde vivir. Estaba desolado.

Al día siguiente no fui ni al trabajo ni a la escuela. Me acordé de la amiga de mi madrastra que vivía cerca y decidí hablar con ella.

Al llegar, María José me invitó a pasar; una vez que le expliqué la situación, ella me dijo que fuera por mis cosas y que me alojara en su hogar. Su amabilidad me pareció algo extraordinaria.

Pasados unos días, mientras preparaba la comida, me dijo que los misioneros de su iglesia iban a ir a la casa a almorzar. Era tal su amabilidad que empecé a sentir curiosidad por conocer sus creencias.

Conversé con los élderes Riggs y Marcio durante el almuerzo y fijamos una cita para que recibiera una charla al día siguiente. Para entonces ya había leído el Libro de Mormón y orado al respecto, pero no había sentido nada fuera de lo normal. Antes de comenzar con la charla, los misioneros me prometieron que, si tenía un corazón receptivo, sabría que las cosas que me iban a enseñar eran verdaderas.

No hacía falta que dijeran nada más, pues mientras me hablaban, gracias a un fuerte sentimiento, supe que ésta era la Iglesia verdadera de Jesucristo. Tres semanas más tarde me hice miembro de la Iglesia.

Más tarde serví en una misión de tiempo completo en la Misión Brasil Curitiba. Amo el Evangelio y la oportunidad que se me concedió de hacer por otras personas la misma labor que los misioneros hicieron por mí.

No pude unirme a otra iglesia, aunque con esa decisión quedara sin hogar; pero al encontrar un hogar y una amiga cristiana, hallé la verdadera Iglesia de Jesucristo.

Loucas Soares Nobre es miembro de la Rama Tapajós, Distrito Pará, Santarém, Brasil.