2004
Sintamos el amor del Señor por medio de la humildad
octubre de 2004


Mensaje de las maestras visitantes

Sintamos el amor del Señor por medio de la humildad

Por medio de la oración, seleccione y lea de este mensaje los pasajes de las Escrituras y las enseñanzas que mejor satisfagan las necesidades de las hermanas a las que visite. Comparta sus experiencias y su testimonio, e invite a las hermanas a las que enseñe a hacer lo mismo.

Élder Marlin K. Jensen, de los Setenta: “El Salvador nos ha dado un modelo para cultivar la humildad. Cuando Sus discípulos fueron a Él y le preguntaron: ‘¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?’, Él respondió poniendo a un niño en medio de ellos… El volverse como un niño es un proceso gradual de desarrollo espiritual durante el cual obtenemos ayuda por medio del Espíritu Santo y nuestra confianza en la expiación de Cristo. Durante ese proceso, adquiriremos finalmente los atributos de un niño: mansedumbre, humildad, paciencia, amor y sumisión espiritual. La verdadera humildad nos llevará inevitablemente a decir a Dios: ‘Hágase tu voluntad’. Y, debido a que lo que somos afecta a lo que hacemos, nuestra sumisión se reflejará en nuestra reverencia, gratitud y disposición para aceptar llamamientos, consejo y corrección” (“Humillarte ante tu Dios”, Liahona, julio de 2001, pág. 10).

D. y C. 112:10: “Sé humilde; y el Señor tu Dios te llevará de la mano”.

Presidente James E. Faust, Segundo Consejero de la Primera Presidencia: “La humildad tiene que ver con la moderación. Por ejemplo, cuando reciban una felicitación, recíbanla con gentileza, pero no permitan que las vuelva orgullosas… La persona humilde es dócil; de hecho, el Señor ha prometido: ‘porque se envía mi Espíritu al mundo para iluminar a los humildes y a los contritos’ [D. y C. 136:33]” (“Las virtudes de las hijas rectas de Dios”, Liahona, mayo de 2003, pág. 109).

Bonnie D. Parkin, Presidenta General de la Sociedad de Socorro: “Nuestras debilidades pueden dirigir nuestro corazón hacia nuestro Padre Celestial y Su voluntad para con nosotras. ¡Tal vez resulte difícil! ¡Es doloroso! ¡Es sobrecogedor! Pero también nos hace humildes, y cuando somos lo suficiente humildes para reconocer nuestra dependencia del Señor para vencer nuestras debilidades, Él hace rebosar nuestro corazón de Su amor sempiterno y convierte nuestras debilidades en fortalezas. Es la humildad lo que nos hace buscar dirección adicional a fin de conocer Su voluntad para nosotras. Una manera poderosa de hacerlo es por medio de la bendición patriarcal, la cual nos brinda una comprensión más profunda de Su amor por nosotras, ya que nos habla de nuestros dones, de Sus admoniciones y de Sus promesas para cada una de nosotras”.

Santiago 4:10: “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará”.

Obispo Richard C. Edgley, Primer Consejero del Obispado Presidente: “Cuando nos sometemos con humildad a la voluntad del Padre, se nos otorga el poder de Dios, o sea, el poder de la humildad, el cual es el poder para enfrentarnos a las adversidades de la vida, el poder de la paz, el poder de la esperanza, el poder de un corazón que late con fervor con el amor y el testimonio del Salvador Jesucristo, a saber, el poder de la redención. Por eso, el Salvador es nuestro ejemplo supremo del poder de la humildad y de la sumisión. Después de todo, al someter Su voluntad al Padre, llevó a cabo el más grande y aun el más poderoso acontecimiento de toda la historia. Tal vez, unas de las palabras más sagradas en las Escrituras son sencillamente: ‘…pero no se haga mi voluntad, sino la tuya’ (Lucas 22:42)” (“El poder que otorga la humildad”, Liahona, noviembre de 2003, pág. 99).

  • ¿Qué ejemplos de la humildad le han ayudado a sentir el amor del Señor?

  • ¿De qué modo la humildad en el diario vivir le acerca más al Señor?