2004
Amor por la eternidad
octubre de 2004


Amor por la eternidad

En un tiempo, para muchos miembros de la Iglesia de todo el mundo, el realizar el sueño de casarse en el templo parecía estar totalmente fuera de su alcance. Los templos solían estar tan lejos que considerar seriamente el casarse parecía algo de un cuento de hadas. Pero con cada templo que se construye, cada vez son más las parejas que pueden iniciar su vida de casados con las bendiciones de un sellamiento en el templo.

Sin embargo, antes de la boda hay un noviazgo. ¿Dónde se conocen estos jóvenes y jovencitas Santos de los Últimos Días? ¿Qué hacen a medida que se preparan para ir al templo?

Las siguientes son historias de parejas jóvenes que recientemente contrajeron matrimonio en el templo. Sus historias de dónde y cómo se conocieron, cómo lucharon por el sueño común de casarse en el templo y cómo hallaron felicidad en sus esfuerzos sirven de inspiración a otras personas que anhelan casarse en el templo en el futuro.

Todas estas historias tienen varias cosas en común. En primer lugar, la mayoría de las parejas se conocieron en una actividad de la Iglesia y, por lo general, tuvieron que realizar un gran esfuerzo por asistir a dichas actividades. En segundo lugar, se fijaron la meta de casarse en el templo; y en tercer lugar, llevaron una vida digna y se prepararon para ir al templo.

Justin y Tiffany Walker, Estados Unidos

Aunque actualmente Justin y Tiffany residen en Utah mientras terminan sus estudios, crecieron a cientos de kilómetros el uno del otro. Tiffany se crió en Columbus, Ohio, y la familia de Justin vivía en Roanoke, Virginia, ambos en entornos en su mayor parte ajenos a los Santos de los Últimos Días. Probablemente nunca se habrían conocido de no haber sido porque ambos decidieron hacer todo lo que estuviera a su alcance por asistir a una universidad donde hubiera otros miembros de la Iglesia. Ambos eligieron asistir a la Universidad Brigham Young—Idaho y se les asignaron asientos contiguos en la clase de geología. Al principio, Justin, un ex misionero de la Misión Inglaterra Londres Sur, era reservado (él insiste en que sólo intentaba concentrarse), pero no tardaron en entablar unas conversaciones animadas.

Conforme se desarrollaba su amistad, ésta se transformó en noviazgo, pero como durante los veranos tenían que estar apartados el uno del otro, ese noviazgo duró más de dos años y medio, tiempo durante el que ambos descubrieron que compartían un fuerte deseo de casarse en el templo. Tiffany dice: “Comencé a desarrollar el deseo de casarme en el templo cuando me di cuenta de que había convenios especiales que yo podía concertar allí, pero que no podían hacerse en ningún otro lugar. Sabía que si me casaba en el templo, no habría ningún otro lugar que fuera más adecuado”.

Aries y Lowenna Janssens, Inglaterra

La primera vez que Aries y Lowenna se vieron fue en un baile de jóvenes adultos solteros. Fue sólo una mirada; ni siquiera se hablaron. Seis meses más tarde, Aries y un par de amigos viajaron 190 kilómetros para acudir a una actividad de los jóvenes adultos solteros, la que tenía como motivo dar la bienvenida a los nuevos inquilinos de la residencia estudiantil de Lowenna. Él dice: “Supongo que el hacerlo era algo normal, dado que los jóvenes adultos viven tan distanciados unos de otros”.

Ambos se reconocieron del baile y Aries no perdió ni un segundo en invitar a Lowenna y a su hermana a acompañarlo a una actividad de esquí náutico con tabla [wakeboarding]. Lowenna y su hermana no fueron a causa de que habría sido muy difícil para Aries recogerlas y volverlas a llevar a una distancia considerable, pero siguieron viéndose un par de veces al mes en bailes y otras actividades. Llegaron a ser buenos amigos. A medida que sus sentimientos el uno por el otro aumentaban, se llamaban con regularidad y conversaban por teléfono.

Como dice Lowenna: “Nuestros sentimientos eran más fuertes que los que habíamos experimentado con otros chicos y chicas. Ambos deseábamos ser lo mejor que pudiéramos ser para el otro”.

Aries decidió proponerle matrimonio, compró un anillo en secreto y venció la aterradora tarea de pedir el permiso del padre de Lowenna. La pareja planeó un paseo hasta una bella catarata en un lugar al que Aries iba mucho cuando era pequeño. Cuando Aries se arrodilló para buscar el anillo en la mochila, Lowenna, creyendo que él deseaba tomarse la relación con más calma, le dijo: “¿Hay algo que deseas cambiar en nuestra relación?”.

Aries contestó: “De hecho, sí. Me gustaría cambiar muchas cosas”. Y sacó la cajita con el anillo.

La pareja comenzó a trazar planes de inmediato y se casaron diez semanas más tarde en el Templo de Preston, Inglaterra, siendo el abuelo de Lowenna el que efectuó el sellamiento.

Lowenna dice: “El Espíritu se sintió muy fuerte durante todo aquel día y sirvió de excelente introducción al Evangelio para nuestros familiares y amigos que no eran miembros de la Iglesia. Sentíamos que no había nada más importante en esta vida que nuestro matrimonio eterno. Estamos muy agradecidos por la fortaleza que nos aportamos mutuamente durante el noviazgo, lo cual nos permitió entrar dignamente en la casa de nuestro Padre para hacer convenios sagrados que hoy día nos guían en nuestra vida matrimonial”.

Pang King Yeung Dono y Bobo Ka Po, Hong Kong

Poco después del bautismo de Ka Po, las misioneras la animaron a asistir a una clase de instituto que se efectuaba los sábados temprano por la mañana. Ka Po recuerda lo mucho que le costaba levantarse y llegar a tiempo a la clase.

Una compañera de clase llamaba a Ka Po cada sábado por la mañana para despertarla y animarla a ir a clase, hasta que un día, dicha compañera pasó esa responsabilidad a King. Ése fue el comienzo de su amistad.

Ka Po dice: “Las actividades de la Iglesia nos ayudaron a conocernos mejor”. La primera vez que salieron juntos fue a una práctica de baile para jóvenes adultos solteros.

Ka Po y King salieron juntos durante cuatro años. King ayudó a Ka Po a compartir el Evangelio con su abuela y su hermano. La noche en que le propuso matrimonio, se encontró a Ka Po en el patio de la escuela a la que asistía para tomar clases nocturnas. Acababa de hacer un difícil examen y estaba extenuada, pero se sintió maravillosamente cuando él la pidió en matrimonio y le entregó el anillo de compromiso.

Se casaron en el Templo de Hong Kong, China. Ka Po dice: “Jamás olvidaré el día en que nos sellamos en el templo. Fue tan hermoso y maravilloso poder estar juntos por la eternidad. No podía dejar de llorar y mi corazón estaba tan rebosante que no me era posible hablar. Amo el templo y la gran bendición de que podamos ir al templo en nuestro propio país.

“Nuestro matrimonio en el templo no sólo influirá en nosotros, sino que también lo hará en nuestros hijos y en los hijos de ellos. Es sumamente importante que tengamos los mismos objetivos y las mismas metas en la tierra. Amo el Evangelio y amo a mi esposo eterno”.

Tururarii y Taiana Teturu, Tahití

“Desde que tenía 12 años”, dice Taiana, “mi deseo de casarme en el templo se hizo cada vez más firme. Era más que un simple objetivo que debía alcanzar. Deseaba ser digna de casarme en el templo y me esforcé por conseguirlo, especialmente por medio del programa “El progreso personal”. Había mucha gente ayudándome: mis padres, las líderes de las Mujeres Jóvenes, así como muchas actividades de la Iglesia que me mantuvieron en el camino correcto”.

Por otro lado, Tururarii no ha sido miembro durante la mayor parte de su vida. Se unió a la Iglesia a los 25 años. “Pero al haber recibido el Evangelio”, dice Tururarii, “y al aprender más y más sobre las bendiciones, inmediatamente me fijé la meta de casarme en el templo”.

Tururarii y Taiana se conocieron durante ensayos del coro para un concierto de Pascua patrocinado por la Iglesia. Ambos cantaron en el coro, se conocieron mejor y comenzaron a salir juntos; pero fue en una conferencia de adultos jóvenes solteros que se llevó a cabo en una isla vecina cuando decidieron que debían casarse. Al regresar de la conferencia, hablaron con sus respectivos obispos y comenzaron a hacer planes para casarse en el Templo de Papeete, Tahití.

Tururarii explica la estrecha relación que sentían por haber trabajado juntos hacia la meta del matrimonio en el templo: “Desde que me uní a la Iglesia, siempre ha sido mi meta y mi deseo casarme en el templo. Cuando conocí a Taiana, se convirtió en nuestra meta y nuestro deseo, juntos”.

Alexander y Rachel Sarafian, Australia

Alexander y Rachel tenían un amigo común que los presentó en una actividad de jóvenes adultos solteros, pero la primera vez que conversaron de verdad fue en una convención de jóvenes adultos solteros que se efectuó en Brisbane. Alexander saludó a Rachel cuando ambos salían del comedor. Rachel tenía muchas cosas en la cabeza y necesitaba alguien con quien hablar, así que se sentaron en el césped próximo a una de las residencias de estudiantes y charlaron.

Alexander le prometió a Rachel que la invitaría a salir el día de su cumpleaños, pero antes de que salieran juntos por primera vez, fue hospitalizado a causa de un accidente de motocicleta. Comenzaron a pasar mucho tiempo juntos, pero como vivían tan lejos el uno del otro, decidieron poner fin a su relación y seguir caminos diferentes.

Más de un año más tarde, Alexander se compró otra motocicleta y mientras regresaba a casa después de ir a la Iglesia, lo atropelló otro vehículo y volvió a ser hospitalizado. La madre de Rachel supo del accidente y se lo comunicó a su hija, quien decidió realizar el largo viaje de Brisbane a Sydney para visitar a Alexander.

Alexander dice: “Aún sentía algo por Rachel y ella debe de haber sentido algo por mí para estar dispuesta a hacer el viaje desde Brisbane sólo para visitarme”. La pareja había hablado de matrimonio cuando salían juntos, pero ahora Alexander creía que había llegado el momento de orar al respecto. A Rachel le sorprendió la pregunta, pero estuvo de acuerdo en orar al respecto.

Alexander ya conocía su respuesta. Cuando Rachel oró para saber si debían casarse, sintió que debía decir sí; Alexander era su mejor amigo.

Con la pierna todavía enyesada, Alexander llevó a Rachel al mismo césped donde habían hablado por primera vez y allí, sentados en un banco desde el que se contempla el océano, le pidió oficialmente que se casara con él.

En tres meses, con la ayuda de familiares y amigos, Rachel se mudó a Sydney e hizo los preparativos para el matrimonio en el templo. Para Alexander y Rachel, su sellamiento en el templo representa un compromiso y una promesa de que trabajarán juntos para crear un matrimonio eterno.