2004
Sintamos el amor del Señor por medio del servicio
diciembre de 2004


Mensaje de las maestras visitantes

Sintamos el amor del Señor por medio del servicio

Por medio de la oración, seleccione y lea de este mensaje los pasajes de las Escrituras y las enseñanzas que satisfagan las necesidades de las hermanas a las que visite. Comparta sus experiencias y su testimonio e invite a las hermanas a las que enseñe a hacer lo mismo.

¿De qué modo el servicio nos acerca más al Salvador y a Su amor?

D. y C. 76:5–6: “Porque así dice el Señor: Yo, el Señor… me deleito en honrar a los que me sirven en rectitud y en verdad hasta el fin. Grande será su galardón y eterna será su gloria”.

Presidente Thomas S. Monson, Primer Consejero de la Primera Presidencia: “Al amar a nuestro Dios, al amar a nuestro prójimo, recibimos el amor de nuestro Padre Celestial. De todas las bendiciones que he recibido en mi vida, una de las más gratas es el sentimiento que el Señor proporciona cuando sé que por mi intermedio Él ha contestado la oración de otra persona. Al amar al Señor, al amar a nuestro prójimo, nos damos cuenta de que nuestro Padre Celestial contestará las oraciones de otras personas por medio de nuestro ministerio” (“¿Cómo podemos demostrar amor?”, Liahona , febrero de 1998, pág. 7).

¿Qué significa servir con el corazón y la mente?

Élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Cuando pensamos en servir, nos inclinamos a pensar en lo que podemos hacer con las manos… No basta servir a Dios con toda nuestra alma y fuerza . El que escudriña nuestros corazones y conoce nuestros pensamientos exige más que eso. A fin de aparecer sin culpa ante Dios en el último día, también debemos servirle con todo nuestro corazón y mente . El servir con todo nuestro corazón y mente supone un gran cometido para todos nosotros. Ese servicio debe estar desprovisto de ambición egoísta; debe ser motivado únicamente por el amor puro de Cristo” (“¿Por qué servimos?”, Liahona , enero de 1985, págs. 10, 12).

Kathleen H. Hughes, primera consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro: “[Nuestro Padre Celestial] es un gran Dios amoroso que siempre ha tenido la intención de apoyarnos… Hemos aceptado [el] reto de llevar las cargas de los demás, aunque suene más como una tarea, pero resulta sorprendente lo aliviadas que nos sentimos cuando ponemos manos a la obra. Piensen por un instante por qué es así. Cuando llevamos las cargas de los demás, actuamos como agentes de Cristo, con lo cual venimos a Cristo… Cuán bendecidas y agradecidas debemos estar de que nuestro Padre Celestial supiera lo que íbamos a necesitar y luego nos proporcionara los medios —la Sociedad de Socorro— para atender esas necesidades por medio del corazón y las manos de otras personas a las que amamos” (“Serving and Supporting One Another”, en The Rock of Our Redeemer: Discursos de la Conferencia de la Mujer de BYU de 2002, 2003, págs. 53–54).

Élder Henry B. Eyring, del Quórum de los Doce Apóstoles: “El llamamiento a servir debe ser, principalmente, un asunto del corazón… Se le ha llamado para representar al Salvador. Cuando usted testifica, su voz es la de Él, sus manos que auxilian son las de Él… El Padre y Su Hijo Amado enviarán el Espíritu Santo para ser su compañero y guiarle; sus esfuerzos se magnificarán en la vida de la gente a la que usted sirva y, cuando mire hacia atrás a lo que ahora pueden parecer momentos difíciles de servicio y sacrificio, el sacrificio se habrá convertido en una bendición y usted sabrá que ha visto el brazo de Dios dando ayuda a los que usted ha servido en Su nombre, y ayudándole también a usted” (“Elévense a la altura de su llamamiento”, Liahona , noviembre de 2002, págs. 75–78).