2005
Lleguemos a conocer al Élder M. Russell Ballard
agosto de 2005


Testigo especial

Lleguemos a conocer al Élder M. Russell Ballard

Para saber más en cuanto al élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, haz coincidir las imágenes de arriba con las pistas que figuran a continuación.

  1. El élder Ballard dice que, al ir creciendo, estas personas fueron sus amigos y le enseñaron a trabajar con ahínco.

  2. Cuando sirvió como misionero en este país, fue llamado a ser consejero de dos presidentes de misión.

  3. Conoció a su esposa Barbara en un baile. “Le digo en broma que el haberla convencido de que se casara conmigo fue el mejor argumento que jamás he presentado”, afirma el élder Ballard. Se casaron en este lugar.

  4. En 1974 fue llamado a ser presidente de misión en este país.

  5. Este Presidente de la Iglesia es tío bisabuelo del élder Ballard.

  6. Le encanta estar con sus hijos. Cuando su hijo Clark era pequeño, el élder Ballard lo llevaba con él al estado de Nevada a visitar una mina; por razones de seguridad, tenían que usar éstos.

  7. De adulto, uno de sus trabajos era vender éstos a la gente. Más tarde, estuvo al frente de la compañía que su padre había iniciado.

  8. Como hombre de negocios, aconsejaba a la gente a ahorrar esto siempre que fuera posible, y que no contrajeran deudas. “Pero nunca estén tan ocupados en los negocios que se sientan incapaces de aceptar un llamamiento en la Iglesia”, afirma él.

  9. Ha trabajado bajo la dirección del presidente Gordon B. Hinckley a fin de “elevar el nivel” —de las normas— para estos miembros de la Iglesia.

  10. Cuando le preguntan qué es lo que lo ha ayudado a prepararse para ser un líder de la Iglesia, dice que este acontecimiento “es la clave para el éxito de cualquier hombre”.

Adaptado de Kathleen Lubeck, “Elder M. Russell Ballard: True to the Faith”, Ensign, marzo de 1986, págs. 6–11; “Respuesta al llamamiento”, Liahona, enero de 1986, pág. 60; “Elder Melvin Russell Ballard, Jr., of the First Quorum of the Seventy”, Ensign, mayo de 1976, págs. 134–135.