2005
Lunes por la noche en Manila
septiembre de 2005


Lunes por la noche en Manila

A primera vista, el lunes por la noche en Manila no parece ser muy diferente de cualquier otra noche. El tráfico se asemeja a un millón de hormigas que tratan de caminar por la misma ramita del árbol en dos sentidos a la vez, excepto que estas hormigas tienen claxon.

Intentábamos llegar a la casa de los Velasco para que yo pudiera ver una noche de hogar filipina en acción, pero la hora punta no nos ayudaba en absoluto. Finalmente, nuestro guía nos dijo que iba a tomar un atajo y nos metimos por una callejuela abarrotada de gente que compraba y vendía mercancías en unos puestecillos al borde de la calle. Los compradores se divertían, se reían y se llamaban unos a otros, y prestaban poca atención a nuestro pequeño automóvil que se abría camino lentamente por entre su centro comercial al aire libre.

Cuando por fin llegamos a la casa de los Velasco, al otro extremo del mercadillo, el contraste era asombroso. Al entrar en la casa, el griterío del gentío pareció simplemente esfumarse.

Aún no se habían sentado para presentar la lección, pero la noche de hogar ya había comenzado. Stephen, de 6 años, se sentaba en el regazo de la hermana Velasco, mientras ella y su esposo conversaban con los abuelos. Kevin y Kirby, ambos de 14 años, se reían de algo que había dicho Naomi, de 15 años. Katrina, de 11 años, estaba preparando las Escrituras y el himnario.

Después de presentarnos unos a otros, la familia se sentó junta. El abuelo ofreció la primera oración y el hermano Velasco nos habló de los talentos. Durante la charla, la familia habló en inglés o tagalo, según la conveniencia de un idioma o del otro. Katrina y Naomi se turnaron para leer la parábola de los talentos en Mateo 25:14–30. El hermano Velasco sacó la guitarra y compartió su talento para cantar y luego se la pasó a Kirby, quien también tocó una canción. La hermana Velasco ayudó a Stephen a decir la última oración y todos nos dirigimos a la cocina para disfrutar de una especial y deliciosa pizza casera.

Mientras comíamos, tuve la oportunidad de preguntarles su opinión en cuanto a la noche de hogar.

“¿Qué parte te gusta más?”, le pregunté a Kirby. Lamentablemente ya le había dado una mordida a la pizza. “El refrigerio”, dijo casi con la boca llena. Todos se rieron.

“Las risas”, dijo Naomi cuando todos se calmaron.

“¿Cómo ha beneficiado a su familia?”

“Nos ha unido”, dijo Kevin. “Es lo que pasa cuando compartes tus pensamientos y tus sentimientos”.

Fue una buena respuesta, pero quería asegurarme de que no lo hubiera dicho porque yo estaba allí. “¿De verdad?”, les pregunté.

Todos asintieron. “Estamos más unidos debido a la noche de hogar”, contestó Naomi. “Somos más amables unos con otros”.

Eso era obvio, al igual que lo eran las bendiciones de la noche de hogar. Y aunque me costó mucho hacerlo, me despedí y regresé a la vorágine de un mundo ajetreado.