2005
¿Eres mormona?
octubre de 2005


¿Eres mormona?

Durante mi segundo año en la universidad, trabajé en la biblioteca como auxiliar. Un día de diciembre, se me asignó a trabajar con otro estudiante auxiliar. No lo conocía, así que, mientras trabajábamos, traté de iniciar una conversación con él. Hablamos de los estudios, del trabajo y de nuestras familias.

Más adelante esa misma tarde, él empezó a cantar canciones que hablaban de Dios, por lo que le pregunté sobre su religión. Yo esperaba que él me hiciera la misma pregunta, así podríamos conversar sobre la Iglesia, y así sucedió. Yo estaba muy animada porque se presentaba una gran oportunidad misional. Con una gran sonrisa le dije que era miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Él me miró sorprendido y, con un tono de voz no muy agradable, me dijo: “¿Los mormones? ¿Eres mormona? Ésos no creen en Jesucristo”.

Casi no pude soportar sus palabras. Me esperaba cualquier cosa excepto oír que no creía en Jesucristo. Había oído historias de ese tipo, pero ahora me estaba sucediendo a mí. ¿Qué debía decir? ¿Qué podía contestar a semejante comentario? Lo único que se me ocurría era: “¡Pero si es la Iglesia de Jesucristo!”.

Sabía que debía repetir en mi mente el lema de las Mujeres Jóvenes —“Defender la verdad y la rectitud”— y ponerlo en práctica pero, ¿cómo?

Procedí a decirle al otro auxiliar que nuestra Iglesia es la Iglesia de Jesucristo, que creíamos en Él como nuestro Salvador y que yo entendía el amor que Él tiene por los hijos de Dios. Le dije desde lo más profundo de mi corazón que creía en Jesucristo, que era miembro de Su Iglesia y que se me había enseñado a amarlo y a seguir Su ejemplo.

Mi compañero de trabajo no quiso escuchar más. Me respondió en tono de reproche a lo que le decía aunque yo seguía intentando explicarle. También me habló del Libro de Mormón del mismo modo que había hablado de la Iglesia. Era obvio que no quería escuchar, y yo tampoco quería escucharle a él porque trataba de contender conmigo. Sabía que debía cesar de explicarle, así que compartí mi testimonio. Le dije que sabía que lo que le decía era verdad y que podía sentirlo en mi corazón.

Al salir de la biblioteca, me preguntaba cómo podía haber alguien que hablara así de la Iglesia. Reflexioné en lo que había sentido mientras le testificaba y me preguntaba si debí haberle permitido expresarse como lo hizo. Sentía ira y temor y no dejaba de pensar en lo que pude haberle dicho. Me sentía frustrada y dudaba de mi propio nivel de espiritualidad porque no le había hecho cambiar de opinión. ¿Había fracasado?

De camino a casa, oré; quería librarme de los pensamientos negativos y sentir la seguridad de lo que se me había enseñado durante toda mi vida; deseaba que mi Padre Celestial estuviera complacido conmigo por lo que había hecho. La oración era el mejor instrumento con el que contaba. La oración y el Espíritu Santo me habían ayudado a saber qué decir y cómo testificarle a mi compañero de trabajo, y a saber que mi Padre Celestial estaba complacido conmigo.

Esa experiencia me ayudó a saber con mayor certeza que ésta es la Iglesia verdadera de Jesucristo y que, tal como Él había sido perseguido, lo mismo sucede con Su Iglesia. Aprendí la importancia de tener un testimonio firme del Evangelio de Jesucristo y de Su Iglesia.

Creo que todo miembro joven de la Iglesia debe procurar obtener un firme testimonio a fin de testificarle a los demás, sin importar si logramos o no que alguien cambie de opinión. Cuando expresamos nuestro testimonio, éste se verá fortalecido y podremos plantar por lo menos una semilla en el corazón de la gente. Aun cuando no muestren interés de momento, al menos conocerán un poco mejor nuestras creencias.

Ana Lee Graniela López pertenece al Barrio Cabo Rojo 2, Estaca Mayagüez, Puerto Rico.

¡Extra! ¡Extra!

Si desea saber más sobre este tema, puede consultar los siguientes artículos en inglés en Gospel Library, www.lds.org: Richard C. Edgley, “A Disciple, a Friend” (Ensign, mayo de 1998); Stephen E. Robinson, “Are Mormons Christians?” (New Era, mayo de 1998); y Robert E. Wells, “We Are Christians Because…” (Ensign, enero de 1984).

Cómo responder

Recuerda que el Señor ha dicho: “No intentes declarar mi palabra, sino primero procura obtenerla, y entonces será desatada tu lengua; luego, si lo deseas, tendrás mi Espíritu y mi palabra, sí, el poder de Dios para convencer a los hombres” (D. y C. 11:21).

Después de estudiar y conocer las doctrinas básicas de la Iglesia sobre el Salvador, a continuación aparecen unas cuantas sugerencias sobre cómo explicar a los demás que perteneces a una Iglesia cristiana.

  • Explica que el nombre completo de la Iglesia es La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Los demás nombres son simplemente apodos.

  • Diles que los miembros de la Iglesia creen en la Biblia y muéstrales pasajes del Libro de Mormón que testifican de Jesucristo.

  • Explica la restauración del Evangelio, que José Smith fue un gran profeta que restauró la Iglesia de Cristo en la tierra.

  • De ser posible, invítales a ir a un centro de visitantes local para que vean los cuadros y las estatuas del Salvador y conversen con los misioneros.

  • Invítales a ir a la Iglesia contigo para que vean por sí mismos que los miembros de la Iglesia creen en el Salvador.

  • Dirígelos al vínculo “Teología”, en la sección “Preguntas frecuentes” de www.mormon.org, donde encontrarán una buena explicación de las doctrinas básicas de la Iglesia.

  • Si no se mostraran receptivos a tus palabras, no discutas. Da testimonio del Salvador y diles lo que sabes que es verdadero.

  • No te sientas rechazado si la gente no cree en tu testimonio. Recuerda, las cosas que sabes siguen siendo verdaderas y ésta es la Iglesia verdadera de Dios. Permite que tu manera de vivir testifique que eres cristiano.

¿Qué es un cristiano?

“Algunas personas creen erróneamente que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y sus miembros no son cristianos. Se nos hace difícil entender por qué habría alguien que aceptara y promoviera esa idea que está tan lejos de la verdad…

“En el diccionario se define a un cristiano como alguien ‘que cree en la fe de Cristo… que pertenece a la religión de Cristo’, y cuya acción demuestra el ‘amor a Dios, la caridad, la humildad, el amor al prójimo’. Así, vemos que hay dos características que identifican a los cristianos: 1) su creencia en el Salvador, y 2) sus acciones en armonía con las enseñanzas del Salvador. Los miembros fieles de la Iglesia, a los que se les llama santos o Santos de los Últimos Días, tienen ambas características; tanto en nuestra creencia como en nuestras acciones demostramos que en nuestra religión “la principal piedra del ángulo[Efesios 2:20] [es] Jesucristo mismo”.

Élder Joseph B. Wirthlin, del Quórum de los Doce Apóstoles, “Cristianos en creencia y en acción”, Liahona, enero de 1997, pág. 79.