2005
Ahora me encantan los domingos
diciembre de 2005


Ahora me encantan los domingos

De joven me puse la meta de titularme en deportes. Oré mucho, pidiéndole al Señor que los entrenamientos fueran los sábados, aunque mi equipo quedó programado para entrenar los domingos. Tuve que tomar una decisión: abandonar mi meta o dejar de ir a la iglesia. Como ambas eran importantes para mí, llegué a un acuerdo; iría a los entrenamientos durante dos domingos y al tercero iría a la Iglesia. Lamentablemente, esa pequeña desviación de mi fe me condujo al pecado, lo que me provocó un gran sufrimiento.

No tardé en darme cuenta de mi error, así que solicité el traslado a otro equipo, pero ya era demasiado tarde; el mal estaba hecho. Había entreabierto la puerta y Satanás la había abierto de par en par. Con el tiempo abandoné los deportes de competición.

Aprendí dos lecciones importantes. La primera es que corremos un grave peligro cuando queremos hacer un arreglo con el Señor, según nuestra propia conveniencia. La segunda es que había cometido el error de creer que mi fe era lo bastante fuerte como para arreglármelas sin las reuniones dominicales. Nuestro espíritu necesita alimentarse, al igual que el cuerpo. Si sólo comiésemos una comida y dejáramos de comer las dos siguientes, no podríamos mantener nuestra buena salud.

Ahora me encantan los domingos. El Señor me ha bendecido en los estudios y mi salud es excelente.

Lucile Sautron es miembro del Barrio Basilea, Estaca Berna, Suiza.