2005
Regocijémonos en la expiación de Jesucristo
diciembre de 2005


Mensaje de las maestras visitantes

Regocijémonos en la expiación de Jesucristo

Por medio de la oración, seleccione de este mensaje los pasajes de las Escrituras y las enseñanzas que satisfagan las necesidades de las hermanas a las que visite y léalos. Comparta sus experiencias y su testimonio e invite a las hermanas a las que enseñe a hacer lo mismo.

El profeta José Smith: “Los principios fundamentales de nuestra religión son el testimonio de los apóstoles y profetas en cuanto a Jesucristo: que Él murió, que fue sepultado y que se levantó al tercer día, y que ascendió a los cielos; todas las demás cosas que pertenecen a nuestra religión son tan sólo apéndices de eso” (History of the Church, tomo III, pág. 30).

¿Cómo nos regocijamos en la Expiación?

Romanos 5:10–11: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación”.

Presidente Heber J. Grant (1856–1945): “Me regocijo en saber que Jesucristo es el Redentor del mundo, nuestro Hermano mayor, y en que Su nombre y sólo Su nombre es el único debajo del cielo por el cual podemos obtener la salvación y volver a morar con nuestro Padre Celestial y con nuestro Salvador, así como con nuestros seres queridos que han fallecido” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Heber J. Grant, 2002, pág. 244).

Élder Neal A. Maxwell (1926– 2004), del Quórum de los Doce Apóstoles: “¡La gloriosa Expiación de Jesús es el acto central de toda la historia humana! Nos proporciona la resurrección universal; hace posible el arrepentimiento personal y nuestro perdón… debemos cambiar nuestros pensamientos y luego nuestro comportamiento hasta que nos hayamos alejado de nuestros pecados… el arrepentimiento es un proceso continuo en el que cada uno de nosotros precisa aferrarse a la Expiación en busca de alivio, perdón y progreso verdaderos… ahora nos toca a nosotros… reclamar las bendiciones de la gran Expiación” (“El testificar de la grande y gloriosa Expiación”, Liahona, abril de 2002, págs. 7–8, 13).

¿Cómo podemos reclamar las bendiciones de la Expiación?

Élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Hay ordenanzas esenciales en el Evangelio que simbolizan la Expiación. El bautismo por inmersión es simbólico de la muerte, sepultura y resurrección del Redentor. El participar de la Santa Cena renueva los convenios bautismales y también renueva nuestro recuerdo del cuerpo quebrantado del Salvador y la sangre que derramó por nosotros. Las ordenanzas del templo simbolizan nuestra reconciliación con el Señor y sellan a las familias para siempre. La obediencia a los convenios sagrados hechos en el templo nos hace merecedores de la vida eterna” (“La Expiación”, Liahona, enero de 1997, pág. 39).

Anne C. Pingree, segunda consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro: “…es esencial que Cristo esté en el centro de nuestra vida. En estos ‘tiempos peligrosos’, ¡cuánto lo necesitamos! Él es la fuente de fortaleza y seguridad; Él es luz, Él es vida; Su paz ‘sobrepasa todo entendimiento’. Siendo nuestro Salvador y Redentor personal, Él nos invita, una a una, con los brazos extendidos, a ‘[venir] a él’… Testifico que Él siempre está a nuestro alcance, con Sus amorosos y misericordiosos brazos extendidos” (“Escojan, por tanto, a Cristo el Señor”, Liahona, noviembre de 2003, págs. 110 y 112).