2006
Sólo cinco minutos más
Junio de 2006


Sólo cinco minutos más

Nuestra familia disfruta de la naturaleza. Pasamos fuera casi todos los sábados realizando caminatas, campamentos, paseos en bicicleta o visitando lugares de interés durante el verano; y deslizándonos en trineo, esquiando o en caminatas sobre la nieve durante el invierno. Ésos son momentos maravillosos, junto con la familia, que nos dan a mi esposo y a mí la oportunidad de conversar con nuestros tres hijos.

Un día de verano, fuimos en una caminata alrededor de un lago en un bosque cercano. El tiempo era perfecto: soleado y cálido con una brisa refrescante procedente del lago. Al descender por el sendero, nos señalamos unos a otros las flores silvestres y los árboles. Hablamos sobre lo mucho que nuestro Padre Celestial nos debe de amar para crear tanta belleza a fin de que la disfrutemos. Intentamos decidir cuál era el lugar más hermoso que habíamos visto. Uno de los niños sugirió el Parque Nacional de Yellowstone; alguien más sugirió una de las áreas favoritas para acampar. Pensamos en cuanto a nuestro viaje al mar, y la belleza de esquiar a campo traviesa por un sendero con árboles cubiertos de nieve brillante.

Nuestro hijo menor, Jacob, de 7 años de edad, quien había estado escuchando silenciosamente nuestra conversación, dijo: “Creo que el lugar más bonito del mundo es donde están todas las cosas sobre Jesús”. ¿Todas las cosas sobre Jesús? En mi mente busqué la conexión y me di cuenta de que Jacob se refería a la Manzana del Templo en Salt Lake City. La Manzana del Templo es sin duda un lugar hermoso con el espléndido templo, los árboles, las fuentes y los jardines de flores. Pero para Jacob, la Manzana del Templo tiene un significado que va más allá de la belleza exterior de la naturaleza.

Jacob nació con un complicado defecto congénito del corazón. Ha tenido tres cirugías del corazón, numerosos exámenes médicos y se preven más cirugías. Su médico viene con frecuencia a Idaho, pero debemos viajar al hospital Primary Children’s Medical Center en Salt Lake City para las cirugías de Jacob y algunos exámenes. Durante esos viajes, sentimos ansiedad y preocupación debido a la salud de Jacob, y nos hemos dado cuenta de que una visita a la Manzana del Templo nos ayuda a calmar los nervios y nos hace recordar el plan de nuestro Padre Celestial y la necesidad que tenemos de confiar en Él.

La noche antes de la intervención quirúrgica más reciente y más complicada de Jacob, lo llevamos al centro de visitantes de la Manzana del Templo, en donde nos sentamos juntos para observar esa gloriosa estatua del Salvador, el Christus. Jacob se sentó con una tranquilidad, fuera de lo común para un niño de su edad, sobre nuestras piernas y, al sentir la paz, la calidez y la seguridad, no quería irse y pidió permanecer “sólo cinco minutos más”, hasta que el tiempo que estuvimos allí fue más de una hora. Cuando finalmente llegó el momento de irnos, todos nos sentíamos en paz y listos para sobrellevar lo que fuese que se nos presentara ante la cirugía.

Sé que la Manzana del Templo es hermosa para Jacob, no por lo que ve allí sino por lo que siente allí. Los dones de paz, esperanza y consuelo de nuestro Padre Celestial son más hermosos que cualquier otra cosa que Jacob recuerde haber visto con sus ojos físicos.

El comprender el plan de nuestro Padre Celestial y aceptar y confiar en Su voluntad nos trae una paz y un gozo indescriptibles. Cuando nos sentimos desalentados, molestos o con temor, hay un lugar al que podemos acudir, no a un lugar hermoso en particular, sino a nuestro Salvador Jesucristo. Y pienso que Jacob tiene razón: No hay nada más bello que eso.