2006
Bendecido por el sacerdocio
Julio de 2006


Entre amigos

Bendecido por el sacerdocio

“…tomó a sus niños pequeños, uno por uno, y los bendijo” (3 Nefi 17:21).

Mientras mi esposa y yo prestamos servicio en Europa oriental, vivimos en Rusia. Un día pasé aproximadamente una hora en el famoso Museo del Ermitage, de San Petersburgo. Nuestro guía nos dijo: “Tengan cuidado de no tocar ninguno de estos importantes tesoros, porque en el Ermitage se encuentra la gran riqueza de Rusia”.

El día siguiente era domingo, y durante la reunión sacramental, una jovencita fue confirmada miembro de la Iglesia. Cuando yo y otros poseedores del Sacerdocio de Melquisedec nos pusimos de pie a su lado y colocamos nuestras manos sobre la cabeza de ella, acudió a mi mente este pensamiento: “La riqueza de Rusia no está en el Ermitage; la riqueza de Rusia se halla en sus hijos. En calidad de poseedores del sacerdocio, se nos permite ponernos a su lado, colocar nuestras manos sobre la cabeza de ellos y bendecir a los niños”.

Hace años, nuestro hijo menor tuvo un grave tumor óseo en la parte inferior de la espalda. Cuando se encontraba en el hospital para someterse a una cirugía, oí a los médicos conversar en el pasillo en cuanto a su condición; dijeron que era muy posible que no hubiera nada que se pudiera hacer para salvarle la vida a nuestro hijo.

Al volver a la habitación de mi hijo, traté de alentarlo; le dije que estaba recibiendo la mejor atención médica posible, a lo cual respondió: “Papi, no confío en los doctores; confío en mi bendición. Tú me pusiste las manos en la cabeza y me diste una bendición; tengo fe en que la bendición se cumplirá”.

Mi hijo fue sanado. Su vida es un ejemplo del poder de una bendición del sacerdocio. Una de las lecciones que he aprendido a lo largo de mi servicio en la Iglesia es que nuestro Padre Celestial ama a los niños; le gusta bendecirlos, y muchas veces los bendice por medio de Sus siervos en el sacerdocio.