2006
Regocijémonos en el Evangelio
Octubre de 2006


Regocijémonos en el Evangelio

Santos de los Últimos Días de todo el mundo comparten su testimonio del Evangelio de Jesucristo.

El poder del sacerdocio

“Mi madre cayó gravemente enferma una mañana y yo estaba solo con ella. Su estado empeoró; mi querida madre sufría. Sus lágrimas y temores eran más de lo que podía soportar.

“Nuestros vecinos acudieron rápidamente y me sugirieron que la llevara a un hospital, pero ninguno de ellos podía ayudarme. Ni mi presidente de estaca ni mi obispo estaban en casa. Me hallaba totalmente confuso.

“En lo más recóndito de mi corazón reflexionaba en qué hacer. Le pedí a mi Padre Celestial que me librara de aquella situación. En ese momento, mi madre me llamó y me preguntó: ‘¿Has sido ordenado al sacerdocio mayor?’.

“Le contesté que sí.

“ ‘Entonces dame una bendición’, dijo.

“Me quedé muy sorprendido porque cuando los misioneros le enseñaron sobre el sacerdocio, ella no creyó que fuera verdad. En aquel momento yo era el único allí comisionado por Jesucristo para actuar en nombre de Dios. Hice examen de conciencia y me consideré digno de realizar tan inmensa tarea. Me excusé por un instante y ofrecí una breve oración a mi Padre Celestial para que curara a mi madre.

“Al terminar la oración, sentí algo en mi interior. De inmediato supe que era el poder de Dios, así que volví y ayudé a mi madre a reclinarse. Puse mis manos sobre su cabeza y la bendije. Poco después de la ordenanza, se quedó dormida. Durmió unas ocho horas. Nunca más volví a oírla gritar ni quejarse.

“Cuán grande fue mi gozo cuando se despertó. Le pregunté cómo se encontraba y me contestó: ‘Estoy muy bien, hijo mío. Creí que el sacerdocio no era real, pero al estar sufriendo y orar pidiendo ayuda, de repente me di cuenta de que es verdadero. Así que pedí la bendición y logré dormir’ ”. —Amos Kwame Tofah, Ghana

Ayuda para criar seis hijos

“Mi esposa, Sachiko, falleció hace seis años a causa de cáncer. A algunos les preocupaba que nuestra familia de seis hijos se viniera abajo al no contar con una madre, pero así es como piensa el mundo. Sabíamos que hay una gran fortaleza en el Evangelio, así que seguimos efectuando la noche de hogar, la oración familiar y el estudio de las Escrituras. Esas decisiones nos han permitido fortalecer nuestros lazos familiares.

“Dado que teníamos el Evangelio en nuestro hogar, nuestros hijos sabían dónde estaba su madre. El Evangelio los bendijo y sentían la necesidad de compartir esos sentimientos con otras personas. Los niños, uno tras otro, han servido en una misión”. —Masahiro Yonamine, Japón

Arriesgué mi carrera

“Durante la entrevista para mi cargo actual como vicepresidente ejecutivo de una importante compañía internacional, le hablé a mi director gerente de mis creencias religiosas sobre la bebida. Le dije que no podría aceptar el trabajo si el abstenerme de tomar alcohol iba a suponer un problema para el cumplimiento de mis responsabilidades.

“Por aquel entonces, beber durante las reuniones y los eventos sociales era importante en la cultura empresarial y se consideraba una buena terapia antiestrés. Se daba por sentado que tomar alcohol en público formaba parte de una carrera de éxito. Mi superior, aunque decepcionado porque no podría estar con él en muchos círculos ejecutivos sociales, me ofreció el puesto y mostró respeto por mis creencias.

“Desde que formo parte de la compañía, la cultura corporativa ha cambiado al grado de que el no tomar alcohol ya no supone problema alguno. Tengo un firme testimonio de que tendré éxito en la vida, incluso en mi carrera profesional, si adopto los valores de Jesucristo”. —Yong-In S. Shin, Corea del Sur

La búsqueda de respuestas a las preguntas de la vida

“Nos regocijamos en el Evangelio porque responde a las preguntas de la vida. Después de pasar por el dolor de dos abortos espontáneos, el abrazar a nuestra hijita nos ha traído más gozo del que jamás nos hubiésemos imaginado. El sacerdocio nos ha dado esperanza al permitirnos ver los frutos después de la prueba de nuestra fe.

“Gracias al material que nos proporciona en cuanto a la manera de criar a los hijos en rectitud, la Iglesia ofrece las claves del éxito para familias jóvenes como la nuestra. ¿En qué otra parte podríamos encontrar ese tipo de orientación? El Evangelio nos ha proporcionado una perspectiva eterna de la vida y la muerte, de la enfermedad y la salud, y del amor sempiterno”. —Jeffrey y Analili Burrows, Guatemala

Juntos para siempre

“Cierto día, dos misioneros se subieron a mi taxi”, dice Garry Guanilo, de Perú. “Me preguntaron si sabía que las familias podían ser eternas. Aquella pregunta me hizo reflexionar. También me hablaron del profeta José Smith. Fui a casa y le conté todo a mi esposa, María. Invitamos a los misioneros a nuestro hogar y durante la primera lección cantaron ‘Las familias pueden ser eternas’ (Himnos, Nº 195).

María agrega: “Desde nuestro bautismo, estamos progresando en muchos aspectos. Es como una escalera: Ascendemos más y más alto y vamos despojándonos de aquellas cosas de la vida que carecen de importancia.”

Garry prosigue: “Quiero casarme con mi esposa por la eternidad en el templo y que nuestras hijas se sellen a nosotros. ¡Desconocíamos que existiera tal mundo!” —Garry y María Guanilo, Perú

Cantar nos alentó

“En febrero de 1945, cuando tenía 13 años, recibí un testimonio que cambió mi vida. Nos hallábamos en medio del frente de la Segunda Guerra Mundial y, junto a cuatro familias más, nos vimos en un apuro que puso en peligro nuestra vida. Unos 15 soldados nos apuntaron con sus rifles con la intención de matarnos. En aquella peligrosa situación, mi madre se situó entre las armas y nosotros, sus cinco hijos, y nos dijo: ‘Niños, tómense de las manos’. En seguida comenzó a cantar el himno ‘Conmigo quédate, Señor’ (Himnos, Nº 98).

“Hoy, más de 60 años después, aún oigo aquel himno en mi espíritu. En aquel instante oré a mi Padre Celestial e hice convenio con Él de que si preservaba mi vida, observaría Sus leyes y mandamientos. Aquella promesa me ha dado la fortaleza para alejarme de lo mundano y orientar mi vida hacia el Evangelio de Jesucristo”. —Erich Stank, Alemania

Un cambio de actitud

“Seguir al Salvador me hace feliz. Ha contribuido a cambiar mi actitud y la de mi familia hacia otras personas. Ahora somos más educados y corteses para con todos los demás; más abiertos y amigables”. —Sunil Massey, India

Venir a Cristo

“El mayor cambio de mi vida desde que me uní a la Iglesia es la forma en que trato a la gente. Ya no soy desconfiada; soy más amable y amorosa; comparto con los demás; no tengo malos sentimientos hacia nadie. Es así de sencillo. Vivan la vida y disfruten de ella, porque Cristo está en ella.

“Me regocijo en el Evangelio porque sana mi alma y sé que Cristo vive”. —Darla Lauer, Utah, E.U.A.

Soy maestro orientador

“Me encanta aprender las doctrinas del Evangelio y me gusta cantar los himnos porque me enseñan la doctrina. Quiero servir en una misión. Soy maestro orientador y hago las visitas con mi padre. Con la ayuda del Señor hemos ayudado a dos familias a volver a la actividad en la Iglesia”. —Franklin M. Konduah, Ghana