2007
Seamos un instrumento en las manos de Dios al velar por el pobre y el necesitado
Abril de 2007


Mensaje de las maestras visitantes

Seamos un instrumento en las manos de Dios al velar por el pobre y el necesitado

Por medio de la oración, lea este mensaje y seleccione los pasajes de las Escrituras y las enseñanzas que satisfagan las necesidades de las hermanas a las que visite. Comparta sus experiencias y su testimonio e invite a las hermanas a las que enseñe a hacer lo mismo.

¿Qué dice el Señor respecto al velar por el pobre y el necesitado?

Élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Nuestro Padre Celestial se preocupa por [el pobre y el necesitado], pues son Sus hijos… Los pobres —especialmente las viudas, los huérfanos y los extranjeros— siempre han contado con el interés de Dios y de los rectos… Se prometieron bendiciones a los que atendían a los pobres” (véase “En cuanto lo hicisteis a uno de estos…”, Liahona, julio de 1986, págs. 22–24).

Mateo 25:37–40: “Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?

“¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?

“¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?

“Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.

¿Cómo puedo ser un instrumento para velar por mi prójimo?

Mosíah 4:26: “…quisiera que de vuestros bienes dieseis al pobre, cada cual según lo que tuviere, tal como alimentar al hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo, y ministrar para su alivio, tanto espiritual como temporalmente”.

Élder Henry B. Eyring, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Nunca veré a la orientación familiar ni a las maestras visitantes sólo como un programa… una obra así no es una carga, sino una oportunidad. Todo miembro ha hecho un convenio de hacer obras bondadosas, tal como lo haría el Salvador. Por lo tanto, cualquier llamado para ser testigo y para cuidar a los demás, no es una petición de servicio extra, sino que es una bendición designada por un Padre Celestial amoroso y por su Hijo Jesucristo… Cada una es una oportunidad de demostrar las bendiciones que recibimos por ser el pueblo del convenio y cada una es una oportunidad por la que ustedes aceptaron ser responsables” (“Testigos de Dios”, Liahona, enero de 1997, pág. 34).

Obispo H. David Burton, Obispo Presidente: “El profeta José Smith enseñó que tenemos la responsabilidad de ‘alimentar al hambriento, vestir al desnudo, proveer para la viuda, secar las lágrimas del huérfano y consolar al afligido, sean estos miembros de esta Iglesia, de otra cualquiera o de ninguna, y dondequiera que se encuentren’ (Times and Seasons, 15 de marzo de 1842, pág. 732). Seamos generosos con nuestro tiempo y al dar nuestros donativos para el cuidado de los que sufren” (véase “Vé, y haz tú lo mismo”, Liahona, julio de 1997, pág. 87).

Bonnie D. Parkin, Presidenta General de la Sociedad de Socorro: “El almacén del Señor —donde hay ‘suficiente y de sobra’— es [simbólicamente] aquello que el Señor nos ha dado a cada uno de nosotros (D. y C. 104:17). Es una mujer que da ayuda a otra mujer; es una hermana que se ofrece para escuchar o hablar con una hermana que se sienta sola; es una hermana que cultiva una amistad cercana con la hermana a la que visita como maestra visitante; es usted y yo con nuestra fortaleza, con nuestras aptitudes y con nuestros talentos, que bendicen la vida de otra persona” (véase “Bienestar: el principio que corona la vida cristiana”, BYU Women’s Conference, 1 de mayo de 2003, pág. 3).