2007
Convirtámonos en un instrumento en las manos de Dios preparándonos para la adoración en el templo y participando en ella
Agosto de 2007


Mensaje de las maestras visitantes

Convirtámonos en un instrumento en las manos de Dios preparándonos para la adoración en el templo y participando en ella

Por medio de la oración, lea este mensaje y seleccione los pasajes de las Escrituras y las enseñanzas que satisfagan las necesidades de las hermanas a las que visite. Comparta sus experiencias y su testimonio e invite a las hermanas a las que enseñe a hacer lo mismo.

¿Cómo puede la preparación para adorar en el templo ayudarme a ser un instrumento en las manos de Dios?

D. y C. 95:8: “Sí, de cierto os digo, os mandé edificar una casa, en la cual me propongo investir con poder de lo alto a los que he escogido”.

Élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Los convenios divinos nos sirven para filtrar nuestra mente y eliminar de ella las impurezas que podrían hacernos daño. Si escogemos abstenernos de toda impiedad, no perdemos nada de valor y obtenemos la gloria de la vida eterna. Los convenios no nos limitan; nos elevan más allá de los límites de nuestro propio poder y perspectiva… Las ordenanzas del templo están relacionadas con el progreso personal y también con el progreso de los antepasados… El servicio que prestemos en beneficio de ellos nos brindará reiteradas oportunidades de adorar en el templo… En este mundo que adolece de corrupción espiritual, ¿pueden las personas preparadas para recibir las bendiciones del templo ejercer una buena influencia? ¡Sí! Esos santos son ‘el pueblo del convenio del Señor… y [tienen] por armas su rectitud y el poder de Dios en gran gloria’ [1 Nefi 14:14]. El ejemplo de ellos puede elevar la vida de toda la humanidad” (“La preparación personal para recibir las bendiciones del templo”, Liahona, julio de 2001, págs. 39–40).

¿Por qué el participar en la adoración en el templo me ayuda a ser un instrumento en las manos de Dios?

Elaine S. Dalton, Primera Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes: “La dignidad personal es esencial para entrar en Sus santos templos y, finalmente, llegar a ser herederos de ‘todo lo que [el] Padre tiene’ [D. y C. 84:38]. El Señor ha dicho: ‘Deja que la virtud engalane tus pensamientos incesantemente; entonces tu confianza se fortalecerá en la presencia de Dios” [D. y C. 121:45]. Cuando hacemos esto, podemos entrar en los santos templos de Dios con confianza y con la seguridad de que somos dignos de ir adonde el Señor mismo va. Cuando somos dignos, no sólo podemos entrar en el templo, sino que el templo puede entrar en nosotros. Las promesas del Señor de salvación y felicidad llegan a ser nuestras, y nuestra misión terrenal llega a ser de Él” (“¡Miren hacia la eternidad!”, Liahona, noviembre de 2006, pág. 32).

Élder Joseph B. Wirthlin, del Quórum de los Doce Apóstoles: “El recibir nuestra investidura en el templo y regresar con frecuencia para efectuar las ordenanzas sagradas por nuestros seres queridos que han muerto aumenta nuestra fe, fortalece nuestra esperanza y profundiza nuestra caridad. Recibimos nuestra investidura con fe y esperanza de que comprenderemos el plan que tiene el Señor para sus hijos, de que nos daremos cuenta del potencial divino que interiormente tenemos como hijos de nuestro Padre Celestial y de que guardaremos hasta el fin los convenios que hemos hecho. El efectuar las ordenanzas del templo por los muertos es una manifestación de caridad, es ofrecer bendiciones esenciales a quienes nos han precedido, bendiciones que no estuvieron a su alcance durante su vida terrenal. Nosotros tenemos el privilegio de hacer por ellos lo que no pueden hacer por ellos mismos” (“El cultivar atributos divinos”, Liahona, enero de 1999, pág. 31).