2008
La Iglesia responde con rapidez y flexibilidad a las emergencias
Enero de 2008


La Iglesia responde con rapidez y flexibilidad a las emergencias

Un terremoto en Perú y un huracán en México, acaecidos con escasos días entre sí, pusieron de manifiesto la rapidez y la flexibilidad de los procedimientos de respuesta a emergencias de la Iglesia.

“Ambos desastres demostraron que los líderes locales de la Iglesia disponen de los recursos y la capacidad para atender las necesidades inmediatas con la compra y el almacenamiento de provisiones de emergencia a nivel local”, dijo Dennis Lifferth, director administrativo del Departamento de Servicios de Bienestar en las Oficinas Generales de la Iglesia en Salt Lake City.

Inmediatamente después del terremoto de 8 grados de magnitud que se produjo en Perú en agosto de 2007, y que fue el más mortífero que ha sufrido aquel país en los últimos 35 años, los líderes locales de la Iglesia empezaron a evaluar las necesidades más urgentes de todos los habitantes de Pisco, la ciudad portuaria más afectada, y no sólo de los Santos de los Últimos Días.

Mientras un avión 747 se dirigía hacia Perú desde Salt Lake City, cargado con material médico, instrumental quirúrgico, cajas familiares de alimentos, equipos de higiene y tiendas de lona, el élder Walter F. González, de la presidencia de los Setenta y ex presidente del Área Sudamérica Oeste, coordinaba la adquisición local de alimentos y abrió cuatro centros de reuniones para que sirvieran de refugio.

Dos días después del terremoto, el élder González representó a la Iglesia en una ceremonia en la que Pilar Nores de García, la primera dama de Perú, recibió la donación de más de 8 mil mantas para que se repartieran entre los peruanos afectados por el terremoto.

Poco después de ocurrido el terremoto, una nueva amenaza se cernía sobre México. Se esperaba que el huracán Dean afectara a Cancún, así que los líderes locales de la Iglesia comenzaron a almacenar víveres, agua y materiales en una ubicación próxima al paso del huracán. Cuando éste cambió de rumbo amenazando a la península de Yucatán, los líderes de la Iglesia trasladaron las provisiones a otras instalaciones en Chetumal. El huracán volvió a cambiar su curso y comenzó a asolar el país, por lo que se habilitó un tercer almacén de provisiones.

Rick Foster, director de los servicios administrativos del Departamento de Servicios de Bienestar de la Iglesia, explicó que la tecnología ha desempeñado un papel importante en los preparativos de emergencia. Ahora más que nunca es posible predecir este tipo de desastres, a veces incluso la ubicación precisa.

“Disponer de esta información permite a los líderes, a los empleados y a los voluntarios de la Iglesia que residen en áreas amenazadas comenzar el proceso de la compra de víveres y reubicar a las personas en refugios”, indicó el hermano Foster.