2008
Estar contento
Abril de 2008


Entre amigos

Estar contento

De una entrevista con el élder Alexander A. Odume, Setenta de Área del Área África Oeste, realizada por F. Onyebueze Nmeribe

“…he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación” (Filipenses 4:11).

Crecí en una aldea al sur de Nigeria, donde mi padre se dedicaba a la agricultura y cultivaba batata, maíz, mandioca, plátano grande y otros cultivos que vendía. Mis padres me enseñaron por medio del ejemplo a trabajar duro. Todos trabajábamos en la granja y teníamos suficiente para comer. Mi padre creía que si un hombre trabajaba arduamente y llevaba una vida respetable, tendría éxito.

Mis padres no eran miembros de la Iglesia, pero creían en Dios. Me enseñaron que Dios vive y que Jesucristo es el Salvador.

Mi padre también me enseñó el principio de respetar a mis mayores y de ser obediente a los que tienen posiciones de autoridad. En mi comunidad es una tradición honrar a los mayores.

Cuando era niño, un vecino nos llevó comida durante una celebración. Cuando nuestra familia recibe un regalo como ése, en casa se acostumbra que mi padre decida cuándo la familia se comerá la comida. En esa ocasión, mi padre no estaba en casa y yo deseaba tanto comer la comida que lloré y le rogué a mi madre que me diera un poco. Mi mamá no quería mostrar falta de respeto al papel tradicional de mi padre, pero tampoco quería que yo no estuviera feliz, por lo que me dio una pequeña porción de la comida.

Más tarde, cuando mi papá llegó a casa, se molestó por lo que yo había hecho. Me condujo a su habitación y me dijo que estaba decepcionado porque yo no había demostrado que estaba contento por lo que ya tenía. Me enseñó que la conciencia tranquila y una vida buena son sólo para los que están contentos con lo que tienen.

Años más tarde, comencé a visitar muchas iglesias, pero nunca me sentí cómodo en ninguna de ellas. Un día regresé a casa después del trabajo, y la dueña de la propiedad me dijo que mi esposa y yo tendríamos que mudarnos de allí al día siguiente. No podía pensar en ningún problema ni en algo que hubiéramos hecho mal que le diera razón para pedirnos que nos fuéramos.

Fui a casa de un amigo a pedir ayuda para encontrar rápidamente un nuevo apartamento, y allí conocí a los misioneros. Se presentaron y dijeron que podían responder a mis preguntas al final de la lección. Mientras enseñaban sobre el profeta José Smith y la restauración del Evangelio, pensé en cómo había ido de una iglesia a otra sin encontrar la verdad. Hice una cita con los misioneros y nos enseñaron a mi esposa y a mí, y al poco tiempo fuimos bautizados y confirmados.

Desde ese entonces, he tenido varios llamamientos en la Iglesia y me di cuenta de que mis padres habían establecido un cimiento muy fuerte para que yo creyera en Dios, para que estuviera contento con lo que tengo y para saber que, por medio de la expiación de Jesucristo, podemos ser salvos.

Niños, escuchen el consejo de sus padres y sigan las enseñanzas de sus maestros y líderes de la Primaria. Sé que si son obedientes, si leen el Libro de Mormón y si honran sus convenios bautismales, el Señor los bendecirá.