2008
¿Qué tiene de malo probar el alcohol o el tabaco sólo una vez?
Junio de 2008


Preguntas y respuestas

“¿Qué tiene de malo probar el alcohol o el tabaco sólo una vez?”

Las Escrituras nos enseñan que para ejercer nuestro albedrío, debe existir la oposición en el mundo —el bien y el mal—, y que debe “[atraernos] lo uno o lo otro” (2 Nefi 2:16; cursiva agregada). No es necesario que de vez en cuando cedas a la seducción de las malas decisiones para que tu albedrío sea auténtico. Lo que es importante es la capacidad de distinguir el bien del mal. No es necesario conocer tanto el bien como el mal, pero sí conocer la diferencia que existe entre el bien y el mal y, por consiguiente, escoger el bien.

Quizá pienses que probar el alcohol o el tabaco una sola vez no te hará daño, pero así será. Se trata de sustancias dañinas, y si las tomas, no podrás sentir el Espíritu. En algunos casos, esa “sola vez” se convierte en una adicción para toda la vida.

No existe eso de “una sola vez”.

Lo cierto es que no se debe hacer nunca, ni siquiera una sola vez. Quizá te digas a ti mismo que nunca más lo harás, pero el alcohol y el tabaco son adictivos. Una amiga mía probó el alcohol una vez. La siguiente vez que salió, ¿adivina lo que sucedió? ¡Volvió a hacerlo! Todo el mundo sabía que había tomado alcohol “una sola vez”, así que se trataba de “sólo una vez más”. Las personas que nos rodean, que no son miembros de la Iglesia, nos observan constantemente. Si no obedeces tus propias normas, no darás una imagen muy buena, por no hablar de la decepción que supondrá para tus padres.

Kaila W., 17 años, Nueva Gales del Sur, Australia

Los mandamientos nos brindan protección

Nuestro amoroso Padre Celestial conoce todas y cada una de las cosas que suceden en la vida y sus efectos. Por ese motivo, nos dio la Palabra de Sabiduría. Tiene un gran amor por ti y quiere protegerte del diablo. Una de las maneras de lograrlo es mediante los mandamientos. Como ya sabes, no tomar drogas es un mandamiento, así que más vale que permanezcas en terreno firme. Ora para pedir Su guía y que te mantenga alejado de pensamientos que te inciten a probar cosas que sabes que no son correctas.

Asenaca V., 18 años, Suva, Fiji

Lucha contra la tentación

Toda sustancia dañina que se toma deliberadamente representa una violación de la Palabra de Sabiduría. ¡No experimentes con ellas! El consumo de esas sustancias, incluso en dosis mínimas, puede conducir a una dependencia destructiva. Al violar la Palabra de Sabiduría, perdemos muchas bendiciones que podríamos haber recibido. Manchamos nuestro espíritu. Las mejores armas para combatir la tentación son la oración, el ayuno y el estudio de las Escrituras.

Oleg P., 16 años, Crimea, Ucrania

No aprendas de la manera más dolorosa

Nuestros líderes de la Iglesia no dicen “sólo una vez”. Se limitan a decir no. Simplemente ten fe en que la Iglesia nos enseña para que no tengamos que aprender de la manera más dolorosa por nosotros mismos. Recuerda también que en la entrevista para la recomendación para el templo, los líderes del sacerdocio preguntan si obedeces la Palabra de Sabiduría.

Lauren R., 15 años, Maryland, E.U.A.

Guarda la Palabra de Sabiduría

Recuerda que la Palabra de Sabiduría es un mandamiento de Dios y que, como tal, debemos ser precisos en obedecerla. De lo contrario estamos pecando, y un pecado siempre será un pecado, aunque sólo se haga una vez. No olvides que los pecados graves sólo se producen si primero cedemos ante pequeñas tentaciones, como la de probar el alcohol o el tabaco, para averiguar cómo son.

Ana M., 20 años, Michoacán, México

La justificación puede conducir a la adicción

Lo malo de decir “sólo una vez” es el hecho de que lo hiciste. Si lo hiciste, eso debilitará tu resistencia ante la tentación de hacerlo de nuevo. La justificación de “es sólo una vez” nos aparta del camino estrecho y angosto. Una vez tomada esa dirección, quizá no sea tan fácil volver atrás, porque te dirás a ti mismo: “Sólo una vez más. Además, puedo dejarlo en cuanto quiera”. Con el tiempo quizá se convierta en “necesito una más” o “ya no me queda ninguna esperanza”.

Adam H., 16 años, Columbia Británica, Canadá