2008
¿Lo sabía realmente?
Agosto de 2008


¿Lo sabía realmente?

Una noche en 1998, después de una salida interesante en Australia, mi mejor amigo me preguntó si podía llevarlo a su casa; en el camino, el giro de nuestra conversación nos llevó a hablar de nuestras creencias básicas; él era ateo y yo era Santo de los Últimos Días. Yo siempre supe que había un Dios; él siempre creyó que no habia Dios.

Esa noche hice algo que nunca antes había hecho: poco antes de llevar a un amigo a su casa, le dije que sé que Dios vive, que Jesús es nuestro Salvador y que José Smith vio a ambos en una visión.

Muchas veces había hablado con él de esas creencias, pero nunca le había dicho que sabía que son la verdad; sin embargo, me di cuenta de que si le iba a causar una impresión duradera, debía dejarlo con mi testimonio de esas verdades.

Al abrir la puerta del auto, me estrechó la mano y me dijo: “Eh, muchacho, ¡qué bien! Todos necesitamos ser firmes en nuestras creencias”.

No obstante, el problema era que en realidad yo no lo sabía… no con seguridad. En el momento me pareció bien decir aquello, pero nunca había recibido una confirmación espiritual de su veracidad.

Tenía un recorrido de veinte minutos hasta llegar a mi casa. Esos veinte minutos cambiaron mi vida. Mientras repasaba la conversación que habíamos tenido, empecé a pensar en mi vida y en la dirección que había tomado. En medio de esos pensamientos, me vino a la memoria el himno “Yo sé que vive mi Señor”, y penetró hasta mi alma. Comencé a cantar en voz alta:

Yo sé que vive mi Señor;

consuelo es poder saber

que vive aunque muerto fue

y siempre Su amor tendré1.

Mientras lo cantaba, los ojos se me llenaron de lágrimas al testificarme el Espíritu la veracidad de esas palabras y confirmarme que mi testimonio era verdadero. Me di cuenta entonces de que la forma de hallar el testimonio es expresarlo2.

Nunca olvidaré cómo me testificó el Espíritu de la veracidad de mi testimonio. Sé que mi Redentor vive porque el Espíritu lo testificó a mi alma, un testimonio que tuve la felicidad de compartir poco tiempo después como misionero de tiempo completo.

NOTAS

  1. Himnos, Nº 73.

  2. Véase de Boyd K. Packer, “La búsqueda del conocimiento espiritual”, Liahona, enero de 2007, pág. 18.