2008
La fuerza motivadora más grandiosa
Agosto de 2008


Ven y escucha la voz de un profeta

La fuerza motivadora más grandiosa

De un discurso de la conferencia general de octubre de 2006.

Imagen
President Dieter F. Uchtdorf

Nuestros motivos y pensamientos son los que, al final, influyen en nuestras acciones. Permítanme compartir una experiencia personal de mi juventud sobre el poder que tiene un motivo justo.

Tras la agitación de la Segunda Guerra Mundial, mi familia terminó en la Alemania del Este, que estaba ocupada por Rusia. En el cuarto grado de la escuela, tuve que aprender ruso como primer idioma extranjero; era muy difícil debido al alfabeto cirílico, pero con el tiempo llegué a dominarlo.

Cuando cumplí once años, tuvimos que abandonar Alemania del Este repentinamente debido a la orientación política de mi padre. Ahora tenía que asistir a una escuela en Alemania del Oeste, que en esa época estaba ocupada por los Estados Unidos. Allí, en la escuela, todos los niños tenían que aprender inglés. Aprender ruso había sido difícil, pero el inglés me resultaba imposible. Tenía la impresión de que mi boca no estaba hecha para hablar inglés. Mis profesores hicieron lo imposible, mis padres sufrieron y yo sabía que, sin duda, el idioma inglés no era para mí.

Pero entonces algo cambió en mi juventud. Casi todos los días iba hasta el aeropuerto en bicicleta y observaba el aterrizaje y el despegue de los aviones. Leí, estudié y aprendí todo lo que pude encontrar sobre aviación: mi mayor deseo era llegar a ser piloto. Me imaginaba a mí mismo en la cabina del piloto de un avión comercial o de un avión de combate. En lo profundo de mi corazón, sentí que aquello sí era para mí.

Luego supe que para ser piloto tenía que saber hablar inglés. De la noche a la mañana, para sorpresa de todos, pareció que mi boca había cambiado. Fui capaz de aprender inglés. Aún así, me costó gran esfuerzo, perseverancia y paciencia, pero, ¡pude aprender a hablar en inglés!

¿Por qué? ¡Gracias a un motivo fuerte y justo!

El testimonio de la veracidad del Evangelio restaurado de Jesucristo es la fuerza motivadora más poderosa de nuestra vida. Con frecuencia Jesús recalcó el poder de los buenos pensamientos y de los motivos adecuados: “Elevad hacia mí todo pensamiento; no dudéis; no temáis” (D. y C. 6:36).

El testimonio de Jesucristo y del Evangelio restaurado nos ayudará a conocer el plan específico que Dios tiene para nosotros y a actuar de acuerdo con ello; nos brinda la seguridad de la realidad, de la veracidad y de la bondad de Dios; de las enseñanzas y de la expiación de Jesucristo y del llamamiento divino de los profetas de los últimos días. Nuestro testimonio nos motiva a vivir en rectitud, y una vida recta hará que nuestro testimonio sea cada vez más firme.