2009
Tómate una taza
Febrero de 2009


Tómate una taza

No mucho tiempo después de habernos unido a la Iglesia, mi esposo y yo fuimos de vacaciones a las Bermudas. Mientras nos encontrábamos allí, participé en un evento social que se llevó a cabo a media tarde en el hotel donde nos hospedábamos. De repente, mientras contemplaba los deliciosos pastelitos, sentí el aroma del té. Me atraía tanto, que me pareció escuchar una voz en mi mente que decía: “Tómate una taza”.

Había cumplido fielmente con la Palabra de Sabiduría desde mi bautismo. En la mente, dije: “No, no lo haré”.

“Pero ¡por favor!”, parecía contestar una voz tranquila. “No conoces a nadie aquí y estás lejos de tu hogar”.

Con mayor convicción aún, una vez más respondí en la mente: “No, ¡no lo haré!”.

Otra vez, esa voz de razonamiento seductor dijo: “Nadie lo sabrá jamás”.

Con firmeza, respondí: “¡Yo lo sabré!”.

En ese momento ya me encontraba frente a un camarero que estaba sirviendo té. Decidida, pasé de largo. Mientras buscaba una mesa, me sorprendí al oír que alguien me llamaba por mi nombre. Para mi asombro, vi la cara sonriente de un ex jefe a quien no veía desde hacía años. Se acercó y mientras caminábamos hacia una mesa me dijo: “Escuché que te uniste a la Iglesia Mormona. ¡Cuéntame, cuéntame!”.

Estaba feliz de poder hacerlo, de compartir con él algunos principios del Evangelio, de mi felicidad como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y de mi testimonio. Mi antiguo jefe me contó que había estado investigando acerca del apellido de su familia y que había documentado muchas generaciones de historia familiar. Su interés en lo que yo tenía para compartir acerca de la Iglesia era sincero y sentí la fuerte presencia del Espíritu durante nuestra conversación.

Al conversar con él, un pensamiento vino a mi mente: “¿Podrías haber mantenido esta conversación si hubieras puesto una taza de té en tu bandeja?”. Yo sabía cuál era la respuesta. Si hubiera cedido ante la tentación, me habría perdido una experiencia espiritual memorable y la oportunidad de compartir mi testimonio.