2009
Cómo combatir la depresión posparto: La perspectiva del Evangelio
Agosto 2009


Cómo combatir la depresión posparto La perspectiva del Evangelio

Cuando una mujer está luchando con la depresión posparto, es fundamental que cuente con el apoyo de su marido, de los miembros de la familia y de otras personas.

Después de cuatro años de estar tratando de tener otro bebé, Anna (los nombres se han cambiado) y su esposo sentían gratitud por el nacimiento de su niña. Pero Anna se veía abrumada por el hecho de tener que adaptarse a las necesidades de la recién nacida, además de cuidar a sus otros hijos. A pesar de sus esfuerzos por atender a todo y mantener un sentido de normalidad, empezó a hundirse en la depresión. Sufría de lo que se llama depresión posparto.

Todas las madres, incluso ella, saben que “se supone” que el advenimiento de un bebé es una época feliz y “se supone” que la madre tiene que estar agradecida por esa bendición increíble que ha recibido. Sin embargo, en algunas mujeres los desórdenes anímicos posparto menoscaban mucho esos sentimientos felices. La depresión posparto se manifiesta de diversas maneras que tienen implicaciones físicas, emocionales e incluso espirituales para la mujer que la sufre. Por ejemplo, algunas quizás tengan una expectativa poco realista de sus posibilidades en lo que es un tiempo de gran transición, y piensen que tienen que ser capaces de hacer inmediatamente todo para sí y su recién nacido porque deben ser una “súper mamá” y una “súper esposa”.

Es sumamente importante que en ese caso la mujer y su familia entiendan lo que es (y lo que no es) la depresión posparto, que reconozcan los síntomas, que busquen las maneras eficaces de combatirla, y sobre todo que sepan que, en medio de la lucha con las emociones de la depresión, existe la esperanza de funcionar normalmente.

El hecho de que una mujer sufra de depresión después del parto no quiere decir que sea débil, que haya cometido un error ni que tenga la culpa de sus abrumadoras emociones. Esa aflicción, igual que otras pruebas que enfrentemos, nos puede acercar más al Salvador a medida que encontremos los medios para recibir fortaleza espiritual. Cuando era Presidenta General de las Mujeres Jóvenes, la hermana Ardeth G. Kapp explicó lo siguiente: “Sabemos de nuestro Salvador, pero muchas veces es al pasar adversidades que realmente lo encontramos, lo conocemos y lo amamos… Por experiencia propia, puedo testificar que algunas de nuestras cargas más pesadas, nuestras desilusiones y congojas, con el transcurso del tiempo, se verán reemplazadas por ‘la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento’ (Filipenses 4:7), mientras estemos entre ‘los que esperan a Jehová’(Isaías 40:31)”1.

Es más que “melancolía posparto”

En algunas mujeres, el parto causa un sentimiento temporario de tristeza o desánimo al que se denomina “melancolía postparto”. Los síntomas —que usualmente aparecen en la primera semana después de haber dado a luz y pueden durar unos diez días— son una tendencia a llorar, fatiga, ansiedad y altibajos de sensibilidad emocional, y en su mayor parte se atribuyen a los cambios físicos por los que pasa la madre pero se ven agravados por la escasez de horas adecuadas de sueño, la mala nutrición, un niño difícil y la falta de apoyo. Este fenómeno se observa en todas las culturas del mundo y afecta a un ochenta por ciento de las mujeres que dan a luz.

A diferencia de esa condición, la depresión posparto es una enfermedad que se origina en las reacciones químicas del cuerpo de la madre. Aunque no se sabe con exactitud cuál es la causa, los investigadores científicos creen que tal vez lo que contribuya a las alteraciones químicas en el cerebro sean los cambios hormonales que tienen lugar durante el embarazo y después del parto; eso, combinado con las tensiones y la fatiga de tener un bebé recién nacido, puede llevar a la depresión. Aproximadamente un diez por ciento de las mujeres que han dado a luz experimenta depresión posparto, la que típicamente sobreviene dentro de las cuatro semanas después del alumbramiento, aunque puede ocurrir en cualquier momento durante el primer año. Muchas de las mujeres que la sufren han pasado ya por períodos de depresión; en ese caso, la mujer que haya dado a luz recientemente debe estar muy atenta a sus emociones para buscar ayuda en cuanto aparezcan los síntomas y empiecen a empeorar.

Algunas mujeres que pasan por la depresión posparto comienzan a sentirse mejor a las pocas semanas, pero otras no se sienten “normales” durante varios meses. Sin embargo, la ayuda está a su alcance, y el primer paso hacia sentirse bien nuevamente es reconocer los síntomas.

Los síntomas

Muchas veces sucede que la mujer que acaba de tener un bebé piensa que la depresión es un signo de debilidad; tal vez hasta le preocupe la idea de que los demás puedan tenerla a menos si se enteran de lo que siente. Por ésta y otras razones, quizás no hable de sus síntomas dejando pasar así la depresión posparto sin un diagnóstico y sin tratamiento.

Al referirse a las experiencias de su familia con ese tipo de depresión, John dijo: “Mi esposa, Carolyn, nos ocultó los síntomas a todos, incluso a mí; me fue difícil saber cuánto sufría en realidad. Creo que por ser la esposa del obispo, no quería que nadie se enterara de lo que le pasaba, ni yo, ni sus amigas, ni su madre”.

La Dra. Cheryl Tatano Beck, que tiene un doctorado en enfermería y es una distinguida investigadora, llama a la depresión posparto “el ladrón que roba el gozo de la maternidad”2. Pero los de la familia y los amigos íntimos pueden ayudar a mitigar ese “robo” si perciben los síntomas. Quizás noten cambios de conducta en la madre, como los que se mencionan a continuación:

  • Un desánimo que perdura la mayor parte del día.

  • El hecho de que la madre no se ría ni juegue con su hijo recién nacido.

  • Una cara abatida o inexpresiva.

  • Tristeza permanente.

  • Comentarios sobre fallas que perciba en sí misma o sobre imperfecciones del bebé.

  • Manifestaciones de sentimientos de culpa o de insuficiencia.

  • Indecisión en asuntos cotidianos sencillos.

  • Un estado notable de irritación, especialmente cuando el bebé está molesto o llorando. (Véase el recuadro “Síntomas de la depresión posparto”, en la página 30, donde se mencionan otros indicios que sólo la madre misma puede percibir.)

Si los familiares o amigos íntimos creen detectar algunos de los síntomas mencionados, pero no están seguros, con discreción y cariño pueden hacer a la madre preguntas como las siguientes: “Te noto un poco desanimada [o deprimida o afligida], ¿qué te pasa?” “¿Qué ocurre? Pareces triste”. O “Te noto preocupada, ¿no estás contenta?” Una vez que la madre y los más allegados hayan reconocido los síntomas, estarán en condiciones de empezar a tratar la depresión.

El tratamiento de la depresión posparto

El tratamiento de la depresión posparto es muy importante, no sólo por el bienestar de la mujer sino también por el del bebé y el del resto de la familia. Debido a que la madre es casi siempre el centro del entorno social del hijo, su estado de ánimo afecta a la criatura; y el bienestar de la madre y el del bebé influyen en el de la familia.

Como ésta es una condición que afecta a toda la familia, su tratamiento es de interés familiar. Es importante que la mujer cuente con el apoyo de su esposo y demás familiares, y de otras personas allegadas.

El apoyo de la familia y de los amigos. De acuerdo con “La Familia: Una proclamación para el mundo”, “el esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad de amarse y cuidarse el uno al otro, y también a sus hijos”3. Las tácticas principales para enfrentar el problema de la depresión posparto consisten en que la relación de la pareja se fortalezca y que aumente la sensibilidad del marido a la situación. Es esencial que la mujer cuente con el apoyo y la ayuda del esposo en actividades como las que se mencionan a continuación:

  • Hacerse cargo de las tareas de la casa y del cuidado de los otros niños.

  • Limitar el número de visitantes para fomentar un ambiente más tranquilo. (Sin embargo, en algunos casos, es posible que el hecho de recibir visitas contribuya a aliviar los síntomas de depresión en la mujer.)

  • Ayudar a la madre para que tenga suficiente descanso, una alimentación apropiada y haga ejercicio.

  • Prestar asistencia en el cuidado del recién nacido.

  • Informarse bien sobre la depresión posparto.

  • Dar bendiciones del sacerdocio cuando sea oportuno.

  • Ofrecerle el obsequio de la compañía: escucharla, demostrar interés y sencillamente estar con ella. Si se acompaña con un abrazo, una expresión reconfortante puede constar solamente de una frase, como: “Me imagino que esto que estás pasando debe de ser muy difícil”.

  • Alentar a la madre para que busque la atención profesional que tal vez le haga falta.

Raquel, que sufrió depresión posparto después de dar a luz a su tercer hijo, comenta: “La tarea más insignificante me parecía irrealizable porque no tenía nada de energía emocional ni física. Estoy muy agradecida a mi esposo por lo comprensivo y bondadoso que fue conmigo y por lo que me ayudó a conseguir el cuidado que tanto necesitaba”.

Es posible que a un hombre le sea muy difícil entender la depresión posparto y que reaccione a veces con confusión, frustración, enojo, culpa, ansiedad o bochorno. Sería beneficioso que buscara consejo profesional o leyera con respecto a esta condición, a fin de comprenderla mejor y de saber qué tipo de ayuda debe prestar. El hacerlo será provechoso para él y para su esposa.

Johanna, que sufrió depresión posparto después del nacimiento prematuro de sus gemelos, dice: “Aunque fue una experiencia muy difícil para Sam y para mí, nuestro matrimonio se fortaleció. Nos acercamos el uno al otro mucho más de lo que lo habíamos estado. Nos esforzábamos juntos por resolver los problemas y yo dependía de él para recibir bendiciones del sacerdocio. Verdaderamente nos comunicábamos el uno con el otro, y con el Señor”.

Los parientes y el grupo de la Iglesia pueden sumar su apoyo al del jefe de familia. Kathleen H. Hughes, que fue consejera en la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, habló de su propia experiencia con la depresión posparto y de la ayuda que recibió de otras personas:

“Después del nacimiento de nuestro hijo … me hundí en una horrible depresión. Muchas mujeres de mi familia han sufrido de depresión posparto y, como ustedes sabrán, en aquellos días los profesionales médicos no hacían gran cosa por aliviar a las mujeres que sufrían esa condición. A mí me dejaron para buscar a tientas mi salida de la oscuridad.

“Pero esos tiempos difíciles se vieron mitigados y suavizados por las hermanas maravillosas del barrio que cuidaron a mis hijos y me cuidaron a mí física, emocional y espiritualmente, ayudándome a través de aquella turbadora batalla anímica”4.

En algunos casos, la mujer tal vez encuentre organizaciones de ayuda para las madres que le ofrezcan apoyo. Christine, que vivía lejos de sus parientes y se sentía sola después de tener el primer bebé, cuenta: “Al hablar con otras madres jóvenes de mi vecindario, me di cuenta de que teníamos mucho en común en nuestras luchas; eso fue un gran apoyo, y hasta me encontré riendo en lugar de llorando”.

El tratamiento profesional. La que acaba de ser madre quizás quiera buscar atención profesional, incluso un consejero de los Servicios Familiares SUD (véase www.ldsfamilyservices.org) o algún otro recomendado por el personal médico. Algunas tal vez tengan que tomar un medicamento recetado por un siquiatra u otro profesional.

La madre debe cuidarse. Es indispensable que la mujer que ha dado a luz se cuide descansando todo lo que sea posible, alimentándose con una dieta nutritiva y tomándose algo de tiempo libre con un grupo de otras madres o con algunas que se reúnan para que sus niños jueguen juntos.

Además, debido a que el ser madre presenta exigencias físicas y emocionales, la mujer debe establecerse metas prácticas que den lugar a la flexibilidad, y recordar que “todo tiene su tiempo” (Eclesiastés 3:1). Elizabeth, que tuvo cuatro niñas en un período de pocos años, dice: “No es posible suspender las tareas de la casa ni dejar de cocinar cuando hay otros niños que necesitan ropa limpia y alimento. A mí me resultó mejor hacer un poco cada día: un lavado de ropa, la limpieza del lavabo del baño (en lugar de todo el cuarto de baño), la planificación de comidas y pedirle a mi esposo que fuera a hacer las compras. Es muy alentador sentirse productiva, aunque lo que se haga diariamente no sea mucho”.

Otras distracciones beneficiosas. Hay otras actividades que también pueden contribuir a tratar y curar la depresión posparto:

  • Escuchar música que eleve el espíritu.

  • Leer las Escrituras y otros libros inspiradores. Anna comentó que disfrutaba especialmente de leer el capítulo 4 de 2 Nefi , donde se registran los sentimientos de desánimo y duda que tuvo Nefi, y luego la forma en que fue aumentando su reconocimiento del amor del Señor por él: “Mi Dios ha sido mi apoyo; él me ha guiado por entre mis aflicciones…” (2 Nefi 4:20).

  • Llevar un diario personal. Raquel comenta: “Al escribir en mi diario, podía expresar el profundo desaliento que sentía; eso me ayudó a percibir mejor qué era lo que me provocaba la depresión. También influyó para que empezara a contar mis bendiciones”.

  • Orar pidiendo ayuda y consuelo. Anna se refiere a eso, diciendo: “La depresión hacía que me fuera más difícil sentir el consuelo del Espíritu Santo que tan desesperadamente necesitaba. Traté de luchar con las voces negativas que me dejaban debilitada y dudando de poder vencer las emociones contradictorias que me invadían”. Johanna, al embarcarse en la oración y la meditación, se hacía esta pregunta y también se la hacía al Señor: “Padre Celestial, ¿qué debo aprender de esto?”

El lugar que ocupan las pruebas en nuestra vida

El reconocimiento de que podemos aprender de nuestras pruebas nos fortalece la fe, aun cuando estemos en medio de ellas. Dios no nos deja solos en nuestra lucha por hallar la esperanza. El élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles, aconsejó esto: “A todo aquel que esté luchando por ver la luz y encontrar la esperanza, le digo que no se desanime, que siga tratando, que Dios le ama…”5. Y es así, Dios nos ama. La hermana Patricia Holland, esposa del élder Holland, nos invitó una vez a recobrar “la integridad de nuestra alma, esa unidad de nuestro ser íntimo que equilibra la diversidad exigente e inevitable de la vida” 6.

Anna explica el proceso por el cual pasó: “Mientras luchaba por vencer la depresión posparto, procuré salir de las tinieblas y entrar en la luz, la luz del Hijo de Dios. Al leer Isaías 53:3–4 lloré, comprendiendo plenamente por primera vez que el Salvador era un ‘varón de dolores, experimentado en quebranto’ y que ‘ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores’. Me aferré a la promesa de que Él es mi Salvador personal, que fue enviado para darnos ‘gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado’ (Isaías 61:3). Al mirar hacia el Salvador, comprendí mejor que Él conocía mi dolor y que me socorrería con sensibilidad si me volvía a Él.

Notas

  1. Ardeth G. Kapp, “Pray Not for Light Burdens but for Strong Backs,” [“No oremos para que la carga sea liviana sino para tener hombros fuertes”] El gozo de nuestra salvación: Discursos de la Conferencia para la Mujer, 2004, Universidad Brigham Young , 2005, pág. 116.

  2. Cheryl Tatano Beck, “Postpartum Depression: It Isn’t Just the Blues,” [“La depresión posparto: No es sólo melancolía”] American Journal of Nursing, vol. 106, no. 5, mayo de 2006, pág. 40.

  3. “La Familia: Una proclamación para el mundo”, Liahona, octubre de 2004, pág. 49.

  4. Kathleen H. Hughes, “Serving and Supporting One Another,” [“Cómo nos servimos y nos apoyamos unas a otras”] La Roca de nuestro Redentor: Discursos de la Conferencia para la mujer, 2002, Universidad Brigham Young , 2003, pág. 52.

  5. Jeffrey R. Holland, “Sumo sacerdote de los bienes venideros”, Liahona, enero de 2000, pág. 42.

  6. Patricia Holland, “‘One Thing Needful’: Becoming Women of Greater Faith in Christ,” Ensign, octubre de 1987, pág. 30.

Ilustraciones por Dilleen Marsh.

Sería posible para familiares y amigos cercanos contribuir a mitigar la depresión posparto si están alerta a los síntomas y ofrecen ayuda y apoyo.

El hecho de reconocer que nos es posible aprender algo de nuestras tribulaciones nos fortalece la fe, aun cuando estemos en medio de la adversidad.