2009
Jóvenes de Aberdeen que participan en el templo
Septiembre de 2009


Jóvenes de Aberdeen que participan en el templo

Visitar el templo cada año es una experiencia que transforma la vida de los jóvenes de la Estaca Aberdeen, Escocia.

“No me lo perdería por nada del mundo”, dice Bethany Gilmour, de 17 años, que pertenece al Barrio Bridge of Don. “Esa semana en el templo fortalece mi testimonio más que ninguna otra cosa y hace que quiera volver todos los años. Hay cosas que he aprendido en esos viajes al templo que recordaré el resto de mi vida, cosas que me ayudarán a tomar decisiones correctas”.

Christopher Payne, presidente de la Estaca Aberdeen, Escocia, dijo que escucharíamos exactamente ese tipo de comentarios si les preguntáramos a los jóvenes de su estaca acerca de la visita anual al Templo de Preston, Inglaterra; y no exageraba.

Cada verano, más de sesenta hombres y mujeres jóvenes de la Estaca Aberdeen, junto con sus líderes adultos y algunos jóvenes adultos solteros de la estaca, viajan seis horas y media por carretera hasta Preston, Inglaterra, para pasar seis días en el templo. Todas las mañanas acuden al bautisterio para llevar a cabo bautismos y confirmaciones; por la tarde, participan en actividades y proyectos de servicio; por la noche, se reúnen para charlas fogoneras y estudiar las Escrituras. Su semana en el templo concluye con una reunión de testimonios que suele durar unas cuatro horas. No obstante, lo verdaderamente excepcional de esos seis días en el templo es la manera en que afectan a los 359 días restantes del año.

Dignos de asistir al templo durante todo el año

Los cambios que el templo produce en la vida de estos jóvenes no son pasajeros; suponen una transformación a largo plazo. Melanie Bews, de 17 años, del Barrio Aberdeen, lo explica de la siguiente manera: “El día en que uno se va del templo comienza a prepararse para el siguiente viaje. A lo largo de todo el año, se mantiene digno con un propósito; se esfuerza por ser digno de asistir al templo de nuevo”. Melanie habla acerca de una presentación de los líderes de estaca de los jóvenes, en la que les mostraron un cartel con ocho pasos para ayudarlos a prepararse para el templo. “Lo utilicé como lista de referencia para asegurarme de que estaba haciendo todo lo necesario para prepararme. Había algunos puntos de la lista que no estaba llevando a cabo y que empecé a poner en práctica, como mantener un diario específicamente dedicado a experiencias espirituales. Eso es algo que todavía sigo haciendo”.

Nathan Cumming, de 18 años, de la Rama Elgin, dice: “Mi preparación para el templo va mano a mano con mi preparación para la misión”. Nos explica que sus oraciones cotidianas y el estudio de las Escrituras son mucho más significativos al concentrarse en su meta de ser digno. “Antes de este último viaje al templo, estuve orando mucho más”, dice. “A veces lucho con mi falta de confianza y mi timidez, así que, a fin de prepararme para este viaje al templo, oré para tener más confianza para relacionarme con los demás, ya que nunca he sido bueno en eso”. Ahora confía en que estas experiencias le ayudarán a ser un misionero más eficiente.

Mylie Payne, de 15 años, del Barrio Aberdeen, explica que su preparación para el templo se ha convertido en algo más personal para ella a lo largo de los años: “En años anteriores, hemos ayunado en grupo para prepararnos para el templo”. Ahora, Mylie toma la iniciativa por su cuenta. “Este año ayuné yo sola, para que pudiese aprovechar al máximo el viaje y fortalecer mi testimonio”. También explica cómo ha cambiado su manera de estudiar las Escrituras, especialmente el Libro de Mormón: “Procuro comprender las Escrituras con más profundidad y detalle. En particular, cuando llego a las partes que hablan del bautismo, verdaderamente me esfuerzo por estudiarlas y comprenderlas”.

Bethany Gilmour lo resume de este modo: “Tengo presente cada día lo que he aprendido en el viaje al templo. Cuando vuelvo a casa, pienso en el siguiente viaje. Pienso en lo que he aprendido del anterior y lo que puedo hacer durante el año para conservar esos sentimientos que tuve en el templo a lo largo del año, hasta el próximo”.

Momentos culminantes del evento más sobresaliente

“El viaje al templo es el momento más especial del año”, dice Hope Fraser, de 18 años, del Barrio Bridge of Don. “Todos esperamos con impaciencia que llegue”. No obstante, ese evento sobresaliente del año ofrece ciertos momentos culminantes para cada joven que asiste. Lo que más recuerda Hope de su visita al templo este año es la reunión especial de las Laureles. “Fue increíble”, dice. “Íbamos a hablar de las salidas en pareja y de las situaciones que debemos evitar. Terminamos hablando de la gratitud que sentíamos unas por otras”. Fue una experiencia que incluso las asesoras de las Laureles recuerdan con cariño.

James Bowcutt, de 18 años, de la Rama Elgin, dice que el momento culminante de su servicio en el templo fue la oportunidad de bautizarse por algunos de sus antepasados. Durante un tiempo antes del viaje, James llevó consigo los nombres de sus antepasados por quienes se bautizaría. “Podía leer sus nombres y llegar a conocerles. Incluso sentí que eran parte de mí y estaba orgulloso de tener los nombres de mi familia entre las manos”, explica. “Indudablemente, experimenté un lazo de unión más fuerte con las personas al otro lado del velo”.

Mylie Payne habla con entusiasmo de la oportunidad de servir en el templo, no sólo llevando a cabo ordenanzas en el interior, sino limpiando y desherbando el exterior. “Me encantó poder prestar servicio en el terreno del templo. Fue especial hacer que la casa del Señor tuviera un aspecto aún más hermoso”, dice. “Fue fantástico”.

“Lo que más me gustó fue pasar tiempo con mis amigos y no salir de compras”, dice Melanie Bews. “Fue tan lindo estar con mis amigos alrededor del templo, conocerles más y crear recuerdos menos mundanos. Lo mejor fue pasar tiempo con los demás a medida que fortalecíamos nuestro testimonio”.

El momento especial que más mencionaron los jóvenes fue la reunión de testimonios. Janine Gall, de 17 años, del Barrio Buchan, dice: “Aunque la reunión de testimonios fue larga, no nos resultó nada pesada; pareció que únicamente había durado diez minutos”; y añade que “fue bueno escuchar el testimonio de los demás para fortalecer el nuestro y sentirnos más cerca uno del otro. Teniendo en cuenta que somos un grupo de jóvenes muy pequeño, necesitamos conocernos mejor, y creo que tenemos una ocasión estupenda de hacerlo en el templo”.

Unidad y apoyo

Aunque es cierto que son un grupo pequeño de jóvenes Santos de los Últimos Días, los hombres y las mujeres jóvenes de la Estaca Aberdeen son fuertes. Simon Robertson, de 18 años, del Barrio Aberdeen, dice que durante el año “estamos todos diseminados, pero cuando vamos al templo, nos sentimos como una familia. Nos sentimos tan felices de estar en el templo, y sentimos el Espíritu casi constantemente. Personalmente, experimento una gran paz en el templo y eso fortalece mi determinación de no sólo vivir el Evangelio, sino de vivirlo mejor. Me doy cuenta de lo que podemos lograr cuando estamos juntos y deseo tratar de sentirlo en todo momento”.

Janine Gall explica que “la mujer joven que vive más cerca de mí está a unos cuarenta y cinco minutos de distancia. Es casi imposible reunirnos para asistir a actividades o a seminario, así que es difícil mantener la fortaleza espiritual en todo momento. Por eso disfruto mucho al asistir al templo, ya que es la culminación espiritual. Mis amigos pueden elevar mi espíritu y al mismo tiempo yo puedo elevar el de ellos”.

Ya sea que se encuentren sentados esperando su turno para bautizarse y ser confirmados, leyendo las Escrituras juntos bajo la estatua del ángel Moroni que está situada en lo alto sobre la aguja del templo, o sacando hierbas del terreno del templo, estos jóvenes participan unidos. Paige Payne, de 13 años, del Barrio Aberdeen, recuerda una actividad que no sólo les ayudó a acercarse más los unos a los otros, sino que también los dejó completamente empapados: “Estábamos sacando hierbas; crecían alrededor de una planta y teníamos que arrancarlas; ¡había millones! Llovía a cántaros y nos llenamos de barro. Estábamos en una cuesta, así que cada vez que intentábamos caminar, nos resbalábamos. Nos divertimos mucho. Los obreros del templo no podían creer que siguiésemos trabajando. Era como si el hacerlo juntos nos diera fuerza a todos”.

Ethan Fraser, de 18 años, del Barrio Bridge of Don, agrega que tener amigos que son fieles al Evangelio marca una diferencia en su vida cotidiana. “Me gusta el hecho de que tengo buenos amigos en la Iglesia”, dice. “Sé que al enfrentar pruebas, hay alguien allí para apoyarme”.

La diferencia

El presidente Payne intenta explicar lo que hace que los jóvenes de la Estaca de Aberdeen sean tan especiales. Asisten a la Iglesia y a las actividades; asisten a seminario; se esfuerzan por vivir el Evangelio. Ésas son las mismas cosas que hacen los jóvenes de todas las estacas en las que él ha vivido.

“Entonces me mudé a la Estaca de Aberdeen, y fui al primer viaje al templo”, dice. “Ahora es algo para lo cual planeo todo el año, y lo hago porque observo lo que sucede con nuestros jóvenes. Creo que ese viaje al templo es lo que mantiene al Espíritu en la vida de estos jóvenes. Hablan sobre el viaje al templo el año entero. Les preguntamos: ‘¿Vas a ir al viaje al templo?’, y nos responden: ‘No me lo perdería por nada del mundo’.

“Asistir al templo, estar en ese lugar sagrado, produce un cambio en ellos; y no sólo por ese día o ese momento, hora o semana. Les cambia para siempre”.

Fotografías por Paul Vandenberghe y cortesía de la Estaca Aberdeen, Escocia, excepto donde se indique; fotografía del Templo de Preston, Inglaterra, por John Luke

Cuando estos jóvenes se reunieron para hablar de su visita anual al templo, uno tras otro coincidió en que las cosas les salen mejor en la vida cuando se esfuerzan al máximo por guardar los mandamientos del Señor. Estos adolescentes tienen algo especial, y se ve en sus rostros.

Los días que pasan en el Templo de Preston, Inglaterra, son plenos y gratificantes. Cada mañana, los jóvenes van al bautisterio; después participan en actividades de servicio y en charlas fogoneras. También tienen tiempo para actividades recreativas, como jugar al fútbol.

Fotografía del bautisterio del Templo de Preston, Inglaterra, por John Luke.