2010
Jehová y el maravilloso plan de nuestro Padre Celestial
Enero 2010


Relatos de Jesús

Jehová y el maravilloso plan de nuestro Padre Celestial

Antes de que hubiera un sol, una luna e incluso lugar donde sentarnos, todos vivíamos en el cielo con nuestros padres celestiales; éramos sus hijos, procreados en espíritu, y todavía no teníamos cuerpos físicos.

Amábamos al Padre Celestial y Él nos amaba tanto a nosotros que quería que llegáramos a ser como Él y que viviéramos con Él para siempre. Quería que supiéramos todo lo que Él sabía, pero, ¿cómo podíamos aprender todo eso?

El Padre Celestial tenía un plan maravilloso; nos reunió a todos y nos habló acerca de Su plan. Él crearía un mundo hermoso con ríos, montañas, flores y animales; después nos daría a cada uno la oportunidad de venir a la tierra y tener un cuerpo físico; podríamos tomar la arena tibia entre nuestras manos y sentir la suavidad del césped bajo nuestros pies.

En la tierra, tendríamos familias que nos alimentarían, protegerían y amarían.

En la tierra no recordaríamos al Padre Celestial, y por eso tendríamos que aprender acerca de Él. Las Escrituras, los profetas y nuestros padres podrían enseñarnos sobre Él. Seríamos tentados a desobedecer y, en ocasiones, cometeríamos errores. A veces enfermaríamos y, finalmente, todos tendríamos que morir.

Jehová fue el primogénito de los hijos de nuestro Padre Celestial; siempre obedeció a Su Padre, era como Él y aceptó Su plan. Lucifer, uno de los otros hijos de nuestro Padre Celestial, procreado en espíritu, se rebeló contra el plan y dijo que no deberíamos tener la posibilidad de escoger entre lo bueno y lo malo.

El Padre Celestial dijo que, a fin de que Su plan funcionara, alguien tendría que ir a la tierra para ayudarnos a aprender cuál era la manera de volver al cielo.

Alguien tenía que mostrarnos la manera de seguir al Padre Celestial. ¿Quién era lo suficientemente obediente para hacerlo?

Alguien tenía que expiar nuestros pecados para que pudiéramos arrepentirnos cuando cometiéramos errores. ¿Quién era lo suficientemente bueno para hacerlo?

Alguien tenía que morir y resucitar a fin de que todos pudiéramos resucitar y regresar al cielo. ¿Quién era lo suficientemente valiente y bondadoso para hacerlo?

¿Había alguien que estuviera dispuesto a hacer todo esto por nosotros?

Hubo una persona que estuvo dispuesta. Nuestro hermano mayor, Jehová, dijo: “Heme aquí; envíame” (Abraham 3:27).

¡Cuánto lo amamos por eso!

Cuando Jehová vino a la tierra, Él fue nuestro Salvador y lo llamaron Jesucristo.

Izquierda: detalle de Cristo y el joven rico, por Heinrich Hofmann, cortesía de C. Harrison Conroy Co.; fondo © Nova Development; Momentos para contar relatos en Galilea, por Del Parson; centro: ilustración por Sam Lawlor; derecha: fotografía © Getty Images; ilustración por Beth M. Whittaker.