2010
¿Cómo íbamos a pagar el alquiler?
Enero 2010


¿Cómo íbamos a pagar el alquiler?

Douglas Arévalo, Costa Rica

Un año y medio después de que mi esposa Rebeca y yo nos casamos, cerró la compañía en la que trabajaba, así que me quedé sin empleo.

Más bien que buscar trabajo en otra compañía, sentí que debía empezar mi propio negocio. Sabía que este desafío podía ser complicado, así que acudí a mi Padre Celestial para recibir una confirmación de lo que había sentido. La oración fue un elemento clave de aquella decisión inicial y ha seguido desempeñando un papel crucial.

En agosto de 2003 establecí mi propia compañía y ofrecí servicios de pintura, cultivo, jardinería y mantenimiento. Las cosas no siempre son fáciles cuando tienes tu propia compañía, especialmente al empezar. A principios de cierto mes, Rebeca y yo teníamos que pagar el alquiler de nuestra casa. No teníamos ni un centavo, así que una mañana oramos para que de algún modo pudiésemos obtener el dinero que necesitábamos. Horas más tarde, fui contratado para un trabajo que pagaba lo suficiente para cubrir el alquiler.

Un mes después de que inicié mi propio negocio, el presidente de estaca me pidió que me reuniera con él, y poco después me llamó como obispo de nuestro barrio. Me di cuenta de que mi Padre Celestial había preparado el camino para que yo aceptara y llevara a cabo ese llamamiento. Con mi otro trabajo, no habría tenido el tiempo necesario para los miembros del barrio ni para mi propia familia. Sin embargo, debido a que tengo mi propio negocio, tengo un horario flexible. He estado en casa en los acontecimientos importantes de mi familia, como en el nacimiento de mis hijos y cuando empezaban a caminar y a hablar. Además, mi esposa y yo hemos podido prestar servicio en el Templo de San José, Costa Rica. Estas oportunidades, que se presentaron porque habíamos respondido a los susurros y habíamos buscado guía mediante la oración, han estrechado nuestros lazos.

Hace poco, reanudé mis estudios universitarios. Cuando sentí la impresión de que debía volver a la universidad, me preocupé de cómo podría proveer para mi familia. Estaría en clase dos veces a la semana, en vez de estar trabajando. ¿Cómo iba a salir adelante mi familia?

Una vez más, mi esposa y yo afrontamos este desafío basándonos en la oración, y el Señor respondió. Comencé a recibir contratos permanentes, que me han facilitado la tarea de compensar los días de trabajo que perdí por encontrarme en la universidad.

En todas estas experiencias, hemos visto que el Señor ha cumplido Su promesa: “Pedid, y recibiréis” (3 Nefi 27:29). La oración ha sido clave en el desarrollo y el progreso de nuestra familia. Hemos visto y sentido que cuando nos volvemos al Señor, Él nos bendice. Sabemos que nos conoce por nuestro nombre y que podemos pedirle cualquier cosa que necesitemos.