2010
El Centro de Conferencias cumple diez años de servicio
Mayo de 2010


El Centro de Conferencias cumple diez años de servicio

La conferencia de abril dio paso a la segunda década de servicio del Centro de Conferencias. En sus diez primeros años, muchos millones de personas disfrutaron de las características únicas de este edificio sin igual durante más de cien sesiones de la Conferencia General y 4.500 acontecimientos, con sus transmisiones correspondientes.

El Centro de Conferencias albergó su primera sesión de la Conferencia General el 1 de abril de 2000. En ese momento, el presidente Gordon B. Hinckley (1910– 2008) dijo: “Su presencia [del Centro de Conferencias] será muy valiosa para esta ciudad. Aquí no se realizarán sólo las conferencias generales y algunas otras reuniones religiosas, sino que este edificio también servirá de centro cultural para las mejores presentaciones artísticas. Esperamos que los que no sean de nuestra fe vengan a este lugar a disfrutar de este bello entorno y se sientan agradecidos por su presencia” (“Mi testimonio a todo el mundo”, Liahona, julio de 2000, pág. 6).

Seis meses después, el 8 de octubre, el presidente Hinckley dedicó el edificio.

Desde entonces, casi siete millones de visitantes han acudido al Centro de Conferencias para participar en 4.577 acontecimientos distintos. Alrededor de 4,8 millones de visitantes han hecho una visita guiada al edificio, y el centro ha recibido a más de 5.500 dignatarios. Entre los acontecimientos que se han llevado a cabo en el auditorio y en el teatro anexo del Centro de Conferencias se encuentran la Conferencia General, diez reuniones generales de las Mujeres Jóvenes, diez reuniones generales de la Sociedad de Socorro, tres acontecimientos conmemorativos (como el funeral del presidente Hinckley) y 125 espectáculos musicales, sin contar el programa Música y Palabras de Inspiración del Coro del Tabernáculo, que se ha efectuado 186 veces en el Centro de Conferencias.

Estas cifras comienzan a apuntar al cumplimiento de las palabras del presidente Hinckley.

Brent Roberts, director de instalaciones centrales, se ha encontrado con muchas personas en el edificio que han expresado su gratitud por lo que han sentido en su interior. “Han entrado con lágrimas en los ojos y el Espíritu en el corazón”, explica. “Aunque lo cierto es que no sólo es cuestión del edificio; se trata del Señor, Su obra y Su Espíritu”.

El centro fue anunciado en la mañana del domingo de Pascua por el presidente Hinckley, durante la Conferencia General de abril de 1996.

Al repasar los desafíos que planteó la construcción del Centro de Conferencias, se percibe con mayor facilidad el carácter único de este edificio. El auditorio de 21.000 asientos debía construirse excavando en un lugar situado cuesta abajo, entre las calles Main y West Temple de Salt Lake City. Tres grandes empresas de construcción participaron en las obras. El auditorio no contaría con ninguna columna de soporte, para evitar obstruir la vista de los asistentes, así que los constructores tuvieron que emplear celosías de acero de 88 m de largo para soportar cargas de 17 a 37 kg por centímetro cuadrado. Este diseño también permitiría llevar a cabo el proyecto de jardines sobre el tejado. Durante este proceso, había unos mil trabajadores en las obras cada día.

Durante la construcción, el edificio superó el insólito tornado de 1999 en Salt Lake City, y a pesar de que se rompió el brazo de una grúa, las obras siguieron adelante.

La estructura se terminó puntualmente y los visitantes del centro pueden disfrutar de un equipo y unas instalaciones de primera categoría. El Centro de Conferencias emite una señal digital de alta definición para la televisión. En Utah, la primera transmisión en alta definición en directo fue la que se emitió desde el Centro de Conferencias durante la celebración del 90 cumpleaños del presidente Hinckley, en junio de 2000.

Los ingenieros diseñaron el sistema de sonido del auditorio para lograr una acústica excelente, ya fuera que los visitantes escucharan a un orador o que participaran en un espectáculo musical; esto requirió consideraciones meticulosas que tomaran en cuenta los materiales de los muros y el techo, el aforo, el alfombrado y el almohadillado de los asientos.

El presidente Hinckley dijo que el edificio también transmite una sensación de elegancia. Dicha elegancia es percibida por los visitantes cuando entran en los vestíbulos, los cuales cuentan con esculturas del Salvador y bustos de los presidentes de la Iglesia; cuando acceden a los jardines sobre el tejado, con sus árboles, flores, arbustos y cascadas; cuando miran a través de los tragaluces de la parte superior del edificio, que se pueden cubrir durante los espectáculos; y también cuando disfrutan de las pinturas presentes en todo el edificio, muchas de las cuales son conocidas para los miembros de la Iglesia y en su gran mayoría son originales.

Las cifras detrás de este inmenso edificio son impresionantes. Abarca 4 hectáreas, es decir, una manzana de la ciudad. Cuenta con un cableado eléctrico suficiente para rodear la tierra dos veces. Cada minuto se reciclan más de 22.330 litros de agua en sus fuentes y adornos de agua.

Sin embargo, la característica más importante del centro no es sus kilómetros de cableado ni la cantidad de peso que es capaz de soportar su tejado, ni ninguna otra cifra en sí misma.

El presidente Hinckley dijo: “No es como un museo, aunque la arquitectura es exquisita; es un lugar que se utilizará en honor al Todopoderoso y para el cumplimiento de Sus propósitos eternos” (“Este grandioso año milenario”, Liahona, enero de 2001, pág. 80).