2010
Al lado del Señor
Junio de 2010


Al lado del Señor

De “Entre amigos”, Liahona, abril de 1999, págs. A2–A4.

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President Dieter F. Uchtdorf

De niño viví en Zwickau, Alemania. Mi abuela tenía una amiga que tenía el cabello blanco, largo y suelto; era la hermana Ewig, que invitó a mi abuela a la Iglesia. Cuando mi familia fue allí, vimos a muchos niños y a todos nosotros nos causó muy buena impresión la música, especialmente lo que cantaban. Una canción, “Cristo me manda que brille”, me impresionó mucho1. Me sentí muy cerca de Jesús al cantarla; supe que Él quería que yo brillara para Él. Todavía me encanta esa canción y el testimonio que me dio del Salvador.

Todos los de mi familia—excepto yo, que sólo tenía seis años — se bautizaron en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pero cuando cumplí ocho años, mi padre me bautizó en una piscina pública.

Cuando cumplí once años, mi familia tuvo que salir de Alemania Oriental, y fue así que nos trasladamos a Fráncfort, Alemania Occidental. Íbamos a la Rama Fráncfort, que no era tan numerosa como la de Zwickau. El centro de reuniones de Fráncfort era pequeño y los salones de clase estaban en el sótano. Los misioneros nos enseñaron importantes principios del Evangelio.

Un misionero, el élder Stringham, me conmovió con sus lecciones sobre la Perla de Gran Precio, especialmente la parte en la que a Moisés se le enseña que es un hijo de Dios (véase Moisés 1:3–4). El élder Stringham también me enseñó un pasaje de las Escrituras que dice: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31). Eso me dio consuelo y valentía, ya que en esa época el futuro se veía muy negro para Alemania. La ciudad de Fráncfort estaba en ruinas, llena de edificios bombardeados. Esa enseñanza ha permanecido conmigo a lo largo de mi vida y me enseñó que era necesario que estuviera al lado del Señor. No puedo darme el lujo de no hacerlo.

Niños, los insto a seguir las palabras de los profetas. Si lo hacen, hallarán las respuestas a sus preguntas, ya sea que tengan seis, nueve, once, diecinueve o, como yo, ¡sesenta y nueve años!

Nota

  1. “Cristo me manda que brille”, Canciones para los niños, pág. 38.

Fondo: ilustración por Dilleen Marsh; libro © Getty Images.