2010
Sombras en la pared
Junio de 2010


Sombras en la pared

“No temáis, pequeñitos, porque sois míos, y yo he vencido al mundo” (D. y C. 50:41).

“¡Mamá!”, gritó Desiree. “¡Tengo miedo!”.

La mamá de Desiree apareció en la entrada y encendió la luz de la habitación. Desiree miró de reojo hacia la esquina donde antes se encontraban las temibles sombras. Ya no había nada.

“Me pareció que había un lobo en esa esquina”, dijo Desiree.

La mamá estrechó a su hija entre sus brazos y la hizo sentir cómoda y segura. “Con las luces encendidas, nos damos cuenta de que en realidad no hay nada allí”, dijo la mamá.

Cuando Desiree se sintió mejor, su mamá apagó la luz y se volvió a acostar. Desiree cerró los ojos e intentó dormir, pero entonces abrió un ojo y miró hacia la pared: las sombras todavía estaban allí.

“¡Mamá!”, volvió a gritar.

Esa vez su mamá no sonrió al encender la luz; se veía cansada y preguntó: “Desiree, ¿te acuerdas lo que estabas viendo temprano en la televisión?”.

Desiree asintió; había visto un programa sobre lobos.

La mamá se sentó en la cama. “Las cosas que vemos tienen un gran efecto en nuestros pensamientos, nuestras acciones e incluso nuestros sentimientos”.

“Pero el programa que vi sobre lobos no era malo”, dijo Desiree.

“Lo que vemos en la televisión tiene un efecto en nuestros pensamientos, a pesar de que no sea un programa malo. Creo que lo que viste esta noche tiene que ver en cómo te sientes ahora”, explicó su mamá.

Desiree pensó en lo que le dijo su mamá; nunca había notado que algo que hubiera visto la afectara.

“Caray”, dijo Desiree. “Voy a tener más cuidado con lo que mire”.

Su mamá sonrió. “Es una buena idea, Desiree”.

“¿Y qué voy a hacer esta noche? Sigo teniendo miedo”.

“Tengo una idea”, dijo su mamá. Tomó una lámina de Jesucristo que estaba sobre el escritorio de Desiree, la sacó del portarretrato de madera y la pegó cuidadosamente sobre la pared, donde la niña había visto las sombras que la asustaban. “Él siempre estará cerca cuando lo necesites, Desiree; acuérdate cuando tengas miedo”.

Cuando su mamá apagó la luz, Desiree sintió un cálido sentimiento en el corazón; ella sabía que lo que su mamá había dicho era cierto. Jesús siempre la cuidaría, la ayudaría y calmaría sus temores.

Ilustración por Sam Nielson; detalle de Cristo y el joven rico, por Heinrich Hofmann, cortesía de C. Harrison Conroy Co.