2010
Presidencias de Escuela Dominical aprenden función importante
Julio de 2010


Presidencias de Escuela Dominicalaprenden función importante

Cada domingo, en el Barrio Highland Utah 30, Richard Christiansen y sus consejeros de la presidencia de la Escuela Dominical llevan a cabo una rutina conocida en prácticamente todas las unidades de la Iglesia. Se aseguran de que cada clase tenga maestro, y a los alumnos que estén en los pasillos los alientan a ir a sus salones de clase.

Sin embargo, el hermano Christiansen ha captado la visión de que sus responsabilidades no se limitan a arrear alumnos y tocar timbres.

Una de las funciones principales de cada quórum y organización auxiliar es enseñar a los miembros los principios del Evangelio que son esenciales para su salvación. La función de una presidencia de la Escuela Dominical, como la del hermano Christiansen y sus consejeros, es ayudar a los líderes de las organizaciones auxiliares y del sacerdocio con esta responsabilidad actuando como especialistas en la capacitación de maestros dentro del barrio.

“La enseñanza es el medio principal con el cual cuenta la Iglesia para fortalecer a los miembros, ayudarlos a profundizar su testimonio de la Restauración y obtener la salvación y la exaltación”, dijo Russell T. Osguthorpe, presidente general de la Escuela Dominical.

Como presidente de la Escuela Dominical de barrio, el hermano Christiansen tiene la responsabilidad de servir de recurso para los padres, los líderes y los maestros con el fin de ayudarlos a mejorar la enseñanza que tiene lugar en el hogar y en la Iglesia.

“La enseñanza es lo que realmente importa, y el ser un maestro eficaz ayuda a los demás a estar entusiasmados por aprender”, dijo el hermano Christiansen.

Una de las herramientas que se encuentra a disposición de las presidencias de la Escuela Dominical es el curso de mejoramiento de maestros, que se puede dar durante el horario de la Escuela Dominical. El curso consta de doce lecciones que se encuentran en el manual La enseñanza: El llamamiento más importante, y puede darlo un miembro de la presidencia de la Escuela Dominical bajo la dirección del obispo.

“Éste es un curso que puede resultarle útil a cualquier miembro de la Iglesia que esté interesado en mejorar sus técnicas de enseñanza”, dijo el hermano Osguthorpe, ya sea en el hogar o en el salón de clases. “Las lecciones ayudan a los participantes a aprender a enseñar por medio del Espíritu, a fomentar el aprendizaje activo y diligente y a enseñar de tal modo que los miembros estén deseosos de poner en práctica los principios del Evangelio en su propia vida”.

El hermano Osguthorpe comenta que los presidentes de la Escuela Dominical asisten regularmente al consejo de barrio, como se explica en el Manual de Instrucciones de la Iglesia, Libro 2, para así poder entender cuáles son las metas que el obispo tiene para los miembros del barrio y ponerse de acuerdo en cuanto a la manera de ayudar a mejorar la enseñanza a fin de que esas metas puedan alcanzarse.

Durante el consejo de barrio o de rama, el obispo o el presidente de rama puede invitar al presidente de la Escuela Dominical a dar instrucción acerca de los principios que se relacionen con la enseñanza y el aprendizaje del Evangelio. El hermano Osguthorpe indica que también podría dar un informe de la asistencia a las clases de la Escuela Dominical de los jóvenes y los adultos y pedir la ayuda de otros líderes del barrio para ayudar a los que no asistan con regularidad.

“La enseñanza más eficaz de la Iglesia tiene lugar en los hogares donde padres fieles viven los principios del Evangelio y les enseñan esos principios a sus hijos. Las organizaciones auxiliares existen con el fin de servir de apoyo para el hogar en esos deberes sumamente sagrados. La presidencia de la Escuela Dominical es un recurso del barrio para ayudar a los padres y a los maestros a cumplir sus responsabilidades”, dijo el hermano Osguthorpe.

Cuando la enseñanza del Evangelio que imparten los padres y los líderes de la Iglesia tiene éxito, puede fortalecer el testimonio de los miembros y ayudarlos a venir a Cristo, dijo.

“La única manera razonable de medir la eficacia de la enseñanza del Evangelio [en un barrio] es observar la fidelidad de los miembros. Si más jóvenes varones prestan servicio en misiones; si más jóvenes y jovencitas [crecen y] se casan en el templo; si más padres leen las Escrituras, llevan a cabo la noche de hogar y van al templo a adorar con regularidad, la enseñanza está mejorando”.