2010
¿Vendrá Iñaki algún día a casa?
Septiembre 2010


¿Vendrá Iñaki algún día a casa?

Paulina del Pilar Zelada Muñoz, Santiago, Chile

Después de sólo 23 semanas de gestación, nuestro tercer hijo, Iñaki, nació por una cesárea de urgencia. Pesó sólo 560 g (1 libra y 4 onzas) y midió 31 cm (12,2 pulgadas).

Dado que nuestro hijo fue tan prematuro, no había muchas probabilidades de que sobreviviera. El médico de cabecera nos preguntó si realmente queríamos que los médicos lo ayudaran, prolongando así lo inevitable. Yo respondí que mientras estuviera vivo, teníamos que darle una oportunidad. Después le pedí a Dios un milagro.

Iñaki recibió una bendición de salud aquella primera noche. Durante los cuatro meses siguientes padeció una perforación intestinal, una hemorragia cerebral y se le colapsó un pulmón. Dadas las circunstancias, recibimos permiso para darle un nombre y una bendición en el hospital.

En el transcurso de ese proceso, conocimos a otros padres que sufrían como nosotros y nos ofrecimos apoyo y consuelo. También compartimos nuestro testimonio del Evangelio con todas las personas que nos fue posible.

Un día recibimos una llamada para avisarnos que fuéramos al hospital para despedirnos de nuestro hijo, quien no esperaban que sobreviviera después de esa tarde. Cuando llegamos, lo tomamos en los brazos y le hablamos. El verlo en su estado tan débil era indescriptiblemente doloroso. Por primera vez mi esposo y yo nos dimos cuenta de que sólo éramos tutores temporales de este hijo de Dios. Todo lo que podíamos hacer para ayudarle era orar y pedirle al Padre Celestial que se hiciera Su voluntad. Iñaki se aferró a la vida aquella tarde y estamos agradecidos de que siguiera haciéndolo en los días siguientes.

Durante los cuatro meses que Iñaki pasó en la unidad de cuidados intensivos de neonatos, vimos repetidamente el poder del sacerdocio en acción a medida que nuestro Padre Celestial bendecía a nuestro hijo a través de las manos de los médicos y de los poseedores del sacerdocio, llegando con el tiempo a sanarlo, para sorpresa de los médicos.

Iñaki volvió a casa en octubre de 2008.

Hemos aprendido muchas cosas como familia gracias a esa experiencia. Sabemos que nuestro Padre Celestial nos ama y que obra milagros y preserva a Sus santos a pesar de las pruebas que debemos soportar. Y entendemos mejor el propósito de las familias eternas, el importante papel que desempeñan en el plan de felicidad y cuán generoso es nuestro Padre Celestial con Sus hijos.

Hoy somos una familia diferente, más unida y más consciente del sufrimiento y de las necesidades de los que nos rodean, y todo gracias a nuestro hijo y al milagro que él ha obrado en nuestras vidas.