2010
Nuestra responsabilidad de nutrir espiritualmente a la nueva generación
Septiembre 2010


Mensaje de las maestras visitantes

Nuestra responsabilidad de nutrir espiritualmente a la nueva generación

Estudie este material y, si es pertinente, analícelo con las hermanas a las que visite. Utilice las preguntas para que le sirvan de ayuda para fortalecerlas y para que la Sociedad de Socorro forme parte activa de la vida de usted.

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Fe • Familia • Socorro

De las Escrituras

Proverbios 22:6; Efesios 6:4; Enós 1:1; Alma 53:20–21; 56:47; 57:27

Si no nutrimos a la nueva generación, ésta puede correr el peligro de volverse como la que se describe en Mosíah 26. Muchos jóvenes no creían en las tradiciones de sus padres y pasaron a ser un pueblo separado en cuanto a su fe, y así quedaron desde entonces. Los de la nueva generación de ahora podrían descarriarse de igual manera si no entienden el papel que juegan en el plan del Padre Celestial.

Entonces, ¿qué mantendrá a salvo a la nueva generación? En la Iglesia, enseñamos principios de salvación, y esos principios son principios de familia, los cuales ayudarán a los de la nueva generación a formar su propia familia, a enseñar a esa familia y a prepararla para las ordenanzas y los convenios, y entonces la generación que le siga enseñará a la siguiente y así sucesivamente.

Como padres, líderes y miembros de la Iglesia, estamos preparando a esta generación para recibir las bendiciones de Abraham; estamos preparándola para el templo. Tenemos la responsabilidad de expresar de forma muy clara los puntos clave de la doctrina que se encuentra en la proclamación sobre la familia. La maternidad y la paternidad son funciones y responsabilidades eternas. Sobre cada uno de nosotros recae la responsabilidad de la mitad femenina o masculina del plan.

Esta doctrina la podemos enseñar en cualquier entorno. Al hablar sobre el matrimonio y la familia debemos hacerlo con respeto y, por causa de nuestro ejemplo, la nueva generación puede recibir mucha esperanza y entendimiento, no sólo por las palabras que hablemos sino por la forma en que sintamos e irradiemos el espíritu de familia.

Julie B. Beck, Presidenta General de la Sociedad de Socorro.

De nuestra historia

Al hablarles a las hermanas en la reunión general de la Sociedad de Socorro el 23 de septiembre de 1995, el presidente Gordon B. Hinckley dijo: “…vivimos en un mundo de confusión, uno en el que los valores éticos están cambiando. Hay voces tentadoras que llaman en ésta o aquella dirección y hacen que se traicionen las normas de comportamiento comprobadas por el paso del tiempo”1. Acto seguido, el presidente Hinckley presentó “La Familia: Una Proclamación para el Mundo” a las hermanas, a la Iglesia y posteriormente a las personas en todas partes.

En los años subsiguientes, este documento profético fue traducido a muchos idiomas y distribuido a líderes del mundo. En él se pide a los ciudadanos y a los líderes gubernamentales que “fomenten aquellas medidas designadas a fortalecer a la familia y a mantenerla como la unidad fundamental de la sociedad”2.

La proclamación se ha vuelto el fundamento de las creencias de los Santos de los Últimos Días acerca de la familia, una declaración a la que podemos aferrarnos sabiendo que al vivir sus preceptos, fortalecemos a nuestra familia y nuestro hogar.

Notas

  1. Gordon B. Hinckley, “Permanezcan firmes frente a las asechanzas del mundo”, Liahona, enero de 1996, pág. 113.

  2. Véase “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, Liahona, octubre de 2004, pág. 49.

Derecha: ilustración fotográfica por Christina Smith.